Improvisación en la política y la furia de los más cercanos
La gestión parlamentaria en crisis revela que algunos vicios de LLA continúan pese al triunfo electoral.
Fue una alegría efímera. La celebración de la madrugada del jueves se vio bruscamente interrumpida cuando en el Gobierno advirtieron que la Ley de Discapacidad y la Ley de Financiamiento Universitario no habían sido derogadas. Por lo tanto, la media sanción del proyecto de Ley de Presupuesto terminó siendo una derrota para el oficialismo. Ni bien supo esto, Javier Milei enfureció y amenazó con vetarla si es aprobada por el Senado. ¿Qué fue lo que pasó?
“Pasó de todo en esa madrugada”, comenta un legislador que estuvo allí, que agrega: “Hubo traiciones de todo tipo. Gobernadores que habían sido beneficiados con los Aportes del Tesoro Nacional (ATN) que se dieron vuelta y, para que no faltase nada, el acuerdo entre el oficialismo y el kirchnerismo por los cargos en la Auditoría General de la Nación (AGN) que enfureció al PRO” . “Acá nadie se salva; todos están manchados”, concluyó.
El diputado Cristian Ritondo bramaba de furia en esas horas en las que reinaba la oscuridad. Ritondo, que fue uno de los más fervorosos a la hora de apostar a una confluencia con La Libertad Avanza, debió “saborear” el amargor de la traición ante la designación de los nuevos auditores de la AGN: Mónica Almada, por LLA; Pamela Calletti, que responde al gobernador de Salta, Gustavo Sáenz; y Juan Forlón, por Unión por la Patria. “La falta de códigos corre por cuenta de La Libertad Avanza y de quien preside la Cámara”, expresó con un indisimulable enojo que tenía como destinatario al presidente del cuerpo, Martín Menem.
Esta transa con el kirchnerismo llevada adelante a espaldas de sus socios naturales representa una gran contradicción con los principios del oficialismo que, en este caso –como así también en otros– pasó de vituperar a la casta a tener comportamientos similares a ella. Es decir –por si alguien no lo entendiera–, a ser uno más de la casta.
Haber incluido en el capítulo XI del proyecto de Ley de Presupuesto la derogación de la Ley de Financiamiento Universitario y de la Ley de Emergencia en Discapacidad fue un grosero error político del funcionario que lo propició. Quien lo hizo no asimiló lo que pasó hace pocos meses con estos temas tan sensibles para la opinión pública: el Congreso los aprobó, el Presidente los vetó y luego el Parlamento revirtió los vetos, para lo cual necesitó mayorías especiales, o sea, más de los dos tercios de los votos de los legisladores.
¿Fue Luis Caputo el “genio” que impulsó esa idea? ¿O fue Javier Milei quien le dio luz verde al “mejor ministro de Economía de la historia de la Argentina para avanzar con esta mala idea? ¿Fueron los gobernadores dialoguistas, luego de obtener fondos por medio de los siempre famosos ATN? Los señalados en este acápite son: el gobernador de Mendoza, Alfredo Cornejo; el gobernador de Entre Ríos, Rogelio Frigerio; el gobernador de Chaco, Leandro Zdero; el gobernador de Catamarca, Raúl Jalil; el gobernador de Salta, Gustavo Sáenz; y el gobernador de Neuquén, Rolando Figueroa. Los que conocen al detalle la trama de este ida y vuelta con destino de nada hablan de un amateurismo fenomenal por parte de los “negociadores” de LLA. Milei ha hecho saber que, así como está, la Ley de Presupuesto será vetada. Tal vez debería tomarse un minuto para pensarlo bien porque el Fondo Monetario Internacional pide que haya Ley de Presupuesto. Todos estos dilemas se dilucidarán el próximo viernes, cuando el proyecto se tratará en la Cámara de Senadores.
El mal momento que representó para el Gobierno la aciaga madrugada del jueves se vio compensado –y con creces– por el fiasco del acto organizado por la Confederación General del Trabajo y asociados en la Plaza de Mayo en las primeras horas de la tarde de ese mismo día. Ese acto que, en su esencia, duró tan solo unos veinte minutos, fue una demostración acabada de la decadencia imparable de la dirigencia sindical y del peronismo. De los 150 mil asistentes con los que bravuconearon los organizadores quedó una sombra. Lo que abundó no fue la gente sino los claros que mostraron con tanta nitidez los drones de los canales de televisión. Los triunviros a cargo de la conducción de la CGT estuvieron más preocupados en evitar encontronazos entre sus militantes tanto con los militantes de La Cámpora –con los que se quieren cada vez menos– y con las agrupaciones de izquierda. En definitiva, lo único que le interesaba a la dirigencia sindical era salvar la ropa. Por eso recibieron con alivio el anuncio hecho con una inusual serenidad por la senadora Patricia Bullrich de que el tratamiento del proyecto de ley de reforma laboral pasa para febrero del año próximo.
En el peronismo las tensiones internas escalan día a día. La frase estampada en la remera que usó Máximo Kirchner en la reunión del Consejo del Partido Justicialista de la provincia de Buenos Aires lo dijo todo: “Juegan a primero yo, y después también”. Como se ve, no los une ni siquiera el espanto. El centro de la pelea y la puja por el poder menguante del justicialismo tiene nombre y apellido: Cristina Fernández de Kirchner.
A propósito de la condenada: mientras los testimonios de los involucrados en la causa de los cuadernos de Oscar Centeno la complican día a día, consiguió que el juez le permita acceder a la terraza del edificio de San José 1111 para tomar sol y permitir que su organismo genere las cantidades de vitamina D necesarias para asegurar la fortaleza de su sistema óseo, su sistema inmunitario y su salud en general, en vista de la larga estadía que, encerrada en su prisión dorada, le depara el futuro.
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