Paquete de reformas

La historia se repite

Modelo. Milei sigue el estilo de la administración de Trump. Foto: AFP

El gobierno encabezado por Javier Milei, siguiendo la línea y el estilo de la administración de Donald Trump, está anunciando el envío al Congreso de un aluvión de proyectos, muchos extremos, probablemente para contar con márgenes para negociar parte de sus contenidos.

Esta semana ingresó a la Cámara de Senadores el denominado proyecto de “Modernización” Laboral.

No hay mucha novedad. La historia vuelve a repetirse. Son las cuatro M, como otras veces hemos analizado: Martínez de Hoz, Menem, Macri y ahora Milei. El objetivo es claro: quitar derechos y aumentar la desigualdad social.

Ya en los noventa, Tato Bores lo decía: “La solución que el Gobierno nos ofrece es la ley de reforma laboral para bajar el costo argentino. Verso, la reforma no es para bajar el costo argentino, es para aumentar la ganancia del argentino piola. Y si no fijate en los artículos importados, los traen a 2 y los venden a 35. El costo argentino es que todo el mundo se quiere hacer rico en quince minutos sin arriesgar nada y jodiendo al prójimo. “Lo que pretenden con la reforma, chilló un delegado, es tener semanas de diez días hábiles y si fuera posible días de 32 horas y que si te rajan le beses la mano al trompa y le digas gracias amo”.

En una nota titulada “La brecha mundial de la desigualdad se agranda”, en el diario El País, se afirma: “el 10% de la población mundial concentra el 75% del patrimonio”. Y se agrega: “los ricos son cada vez más ricos y los pobres lo son más. Hoy el 0,001% de la población mundial más adinerada, menos de 60 mil multimillonarios, controlan tres veces más de riquezas que la mitad de la humanidad. El patrimonio de esta minoría ha crecido un 8% de media anual desde los 90”.

Por supuesto, la distribución del ingreso en la Argentina también es muy desigual.

Según un informe publicado por el diario La Nación, el 5% de la población, la definida como de clase alta, tiene un promedio de ingresos en el hogar de más 12 millones de pesos; si conociéramos los ingresos y el patrimonio del 0,1% de la población tendríamos la real magnitud de la concentración. El siguiente tramo, el 17%, considerado como clase media alta, tiene en promedio un ingreso en el hogar de 5,2 millones de pesos; el 26% que le continúa, alcanza ingresos familiares promedio de 2,4 millones pesos; el 28% que le sigue, la clase baja superior, tiene ingresos promedio en el hogar de 1,85 millones de pesos; y finalmente, el 24% de la población, denominada clase baja, obtiene en promedio 750 mil pesos de ingresos familiares.

En este escenario, la reacción de los ajustados es inevitable.

Volviendo al proyecto de reforma laboral, el tema no va a quedar restringido al debate parlamentario: es de esperar que se produzca una discusión en toda la sociedad. Un primer paso ha sido el llamado de la CGT y las dos CTA a una movilización a la Plaza de Mayo el próximo 18.

La gestión libertaria tiene otro problema: los gobernadores y sectores políticos que negocian el apoyo a los proyectos de ley oficialistas piden, a cambio, una serie de beneficios concretos. La respuesta positiva a estos produce un efecto inaceptable para el Gobierno: la generación de déficit fiscal, agravada por la eliminación de impuestos ya decidida y las que se proyectan. Por lo cual el oficialismo se encuentra en una encerrona: o no atiende esos requerimientos o aumenta los recortes por el lado del gasto público, es decir, más ajuste.

El Presidente ha dicho recientemente que el modelo hacia el que vamos privilegia a la minería, los combustibles y el campo. La industria no aparece en sus planes. Ello coincide con el interés de EE.UU. en nuestro país: lo que demanda no es el desarrollo de la industria sino la explotación de los recursos naturales.

Un modelo como el que se propone no hará otra cosa que agravar la crisis social. Más allá de que en algunas provincias se creen puestos de trabajo, el costo que va a pagar el conjunto de la sociedad será enorme. Las provincias donde vive la mayoría de los argentinos/as no tienen minería ni combustibles: si se quedan sin desarrollo industrial, y continúa la apertura importadora, inevitablemente se perderá una gran cantidad de puestos de trabajo.

Hoy, más que nunca, es imprescindible intervenir en la batalla cultural. Ningún trabajador/a debería apoyar proyectos que, de aprobarse, harán su vida mucho más difícil.

*Presidente del Partido Solidario.