opinión

Mucho morbo y algunas pocas nueces. El análisis de 2025

Verón. Los dos títulos de Estudiantes catapultaron a Verón como el César de la saga de Harris. Foto: afp

Para el fútbol argentino, el 2025 fue un año vibrantemente áspero, tanto dentro como fuera de la cancha. La disputa de poder entre el tándem Tapia-Toviggino versus Juan Sebastián Verón escaló a niveles literarios que podrían ser dignos de una saga bélica. 

En Imperium, Robert Harris narra la historia de Roma previa al cesarismo (la entronación de Julio César). Muestra cómo un sistema político anquilosado, sostenido por reglas formales y prácticas informales sigue su curso hasta que alguien lo pone en jaque.

Fácil resulta encontrar un paralelismo entre el Senado del Imperio Romano y las asambleas de la Asociación del Fútbol Argentino, siendo más un ritual institucional que funciona como mecanismo de legitimación formal antes que un Parlamento con espacios de discusión.

Este funcionamiento no es nuevo, es algo que existe desde el siglo pasado con Grondona, pero llega a pasar que estas estructuras sean modificadas cuando alguien las pone verdaderamente en jaque y eso pasa en la tensión indirecta entre Milei y Tapia.

En el medio de denuncias legales y operativos de la Justicia, la pelota siguió rodando en la Argentina. A nivel continental, la hegemonía brasileña en la Copa Libertadores sigue su curso, pero Lanús tuvo un éxito de consideración nacional en la Sudamericana.

A nivel local, despertando polémicas, la competición carece de una liga de prestigio y premia múltiples campeones en sus diferentes formatos. A saber: el torneo Apertura Betano 2025 consagró a Platense (tras vencer a Huracán 1 a 0), el torneo Clausura Betano 2025 consagró a Estudiantes de La Plata (tras vencer a Racing por penales), la Copa Argentina 2025 consagró a Independiente Rivadavia (tras vencer a Argentinos Juniors por penales), el trofeo de campeones 2025 a partido único entre Estudiantes y Platense quedó para el Pincha (tras vencer 2 a 1) y por último el polémico invento del campeón por tabla anual de la Liga Profesional 2025  por acumular 66 puntos en el año fue Rosario Central, que recibió el trofeo en una oficina.

La historia de la entrega de la copa en la oficina y la foto de la camioneta con dirigentes, técnico y jugadores canallas fue el desencadenante de una animosidad mediática fogoneada, pero real, contra la cúpula del fútbol argentino. El hecho es la representación cabal de la manera de funcionar de la AFA emulando al Senado romano, donde las decisiones se validaban, no se discutían, y donde las mayorías estaban dadas antes de sentarse. 

El sistema no está diseñado para convencer, tampoco está pensado para disentir, sino para confirmar: “¿Están de acuerdo con darle un reconocimiento a Rosario Central por haber terminado primero en la tabla anual?”, fue la pregunta después de concluido el torneo, y terminó en un título de campeón.

El pasillo de espaldas de Estudiantes, luego campeón del fútbol argentino, a Rosario Central quedará como la imagen del año y como el cruce del Rubicón, marcando un antes y un después. Los dos títulos posteriores de Estudiantes catapultan a Verón como el César de la saga de Harris. No es un outsider. No es alguien que irrumpe desde afuera. Es parte, pero decide algo que en cualquier estructura de poder resulta intolerable: no alinearse. 

Alea iacta est…