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opinión

El joven Chitarroni

Su canon tenía como punto más alto al británico Phil Collins.

No sabía que Luis Chitarroni (1958-2023) tenía un pasado como periodista de rock hasta que apareció un libro de la editorial Hiperbórea que recopila algunas de sus notas y reseñas musicales. Al Chitarroni crítico literario lo había empezado a leer en la revista Babel, que se publicó entre 1988 y 1991. La producción que el libro recopila proviene de dos etapas: una es anterior a Babel y la otra posterior.

La mayoría de los artículos provienen de la revista Audio Universal y aparecieron entre 1981 y 1983. Los restantes son de una década más tarde y aparecieron en Esculpiendo Milagros. Nunca había escuchado hablar de Audio Universal, pero sí llegué a leer Esculpiendo Milagros y conocí a su editor, el implacable erudito y sociólogo Norberto Cambiasso, autor de la monumental Vendiendo a Inglaterra por una libra, su historia social del rock que la que por ahora aparecieron dos de los tres volúmenes prometidos.

Creo que uno se puede hacer una idea del estilo del Chitaroni primerizo mediante una sola frase de Audio Universal. “Los admiradores de Neil Young no se sentirán defraudados por esta placa” escribe en una reseña del disco Hawks and Doves. El estilo se pretende elevado por la utilización de la horrenda palabra “placa”, que supongo propia de la jerga de la revista. Pero leyendo entre líneas se advierte que Chitarroni practicó el desdén desde edad temprana. La nota empieza diciendo que Young desarrolló una carrera importante, pero le agrega una frase demoledora: “Es cierto que su temática puede conducir al tedio, que sus composiciones padecen de una reminiscencia susceptible de ser confundida con mero facilismo”. Como antecedente de una oscuridad que no le será ajena cuando hable de literatura, no está claro en qué sentido usa Chitarroni las palabras “temática” y reminiscencia”. Reuniendo las dos oraciones, podria llegarse a esta frase en castellano: “Está claro que los admiradores de Neil Young son gente un poco negada”.

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Mucho más evolucionado es el estilo de Esculpiendo Milagros, que prescinde de la jerga disc-jockey. Chitarroni se las arregla para ser rebuscado de otra manera. El pasaje siguiente corresponde a un artículo que hace un encendido elogio de Awopbopaloobop Alopbamboom, un temprano libro de Nick Cohn (el título viene de “Tutti Frutti” de Little Richard): “Antes que a Marcus se le ocurriera iluminar la escenas con sectas encarnecidas, Cohn había renunciado al conocimiento genealógico, pero sin renegar de él. A los dieciséis años era capaz de discriminar el sonido, preferir la furia y corregir de paso las juiciosas erratas en el cuento contado por un idiota”. Se reconoce aquí el estilo tardío de Chitarroni.

Con la aparición de estas crónicas descubrí que Chitarroni, como Cambiasso, como buena parte de los argentinos que escuchaban rock en esos años, era decididamente anglófilo. Su canon tenía como punto más alto a Phil Collins. No encontré en estas páginas una sola referencia al country, al soul, al rockabilly y muy pocas al jazz, esto es a las músicas americanas con las que el rock se mezcló y se hizo lo que fue. Pero cuando se habla del rock de ese período, los paradigmas no se tocan (son como Ford y Chevrolet para los tuercas de la época) y el que Chitarroni suscribía me resultó siempre ajeno. Tal vez yo no sea el mejor lector para este libro.