opinión

Votar bien y la reina del transfigurismo

Patricia en la oposición. Señaló como problema una inflación menor a la actual. Foto: @cfkargentina

Contrariamente a lo que se supone, la sociedad vota cada vez más y mejor. Incluso cuando vota –paradójicamente– contra lo que los analistas creen que es lo mejor para esos votantes. Incluso cuando votan diferente a lo que sus dirigentes sindicales o barriales les dicen qué es lo mejor para ellos. Incluso, y fundamentalmente, cuando votan –pareciera– en contra de sus propios intereses. 

Pero no es así.

Incluso cuando no votan y se suman al, ahora, un tercio del total de votantes que decidió votar no votar.

Y el tercio de los votantes que optó por La Libertad Avanza como el tercio que decidió quedarse en sus casas para no votar en contra de La Libertad Avanza lo hacen para que el Gobierno continúe con su plan. Plan que excluye y perjudica a muchos de esos mismos votantes pero su decisión de voto es práctica y a la vez trascendente. 

Práctica, porque si votaran en contra de lo que los perjudica se perjudicarían aún más en el corto plazo y no tienen resto para atravesar la turbulencia de un cambio de plan económico precipitado. Y trascendente, porque después de haber triunfado en las elecciones de 2023 hay que dejar a La Libertad Avanza que no pueda esgrimir que no la dejaron.

Y tiene doble valor porque, padeciendo las consecuencias negativas de una medicina que no se sabe si lo curará, igual, con disciplina, hace transferencia y le concede al médico ser sujeto supuesto de saber y entrega su cuerpo al experimento. Valor que se incrementa tratándose de un conjunto de personas que están muy lejos de ser consideradas dóciles. 

Que el pueblo más rebelde de Latinoamérica, y quizá de los más insumisos del mundo después de los franceses, acepte con paciencia someterse al ejercicio traumático de quien se autopercibe como un salvador, sabiendo que solo es uno más, es un mensaje inequívoco a todos aquellos que gobernaron pero también, y fundamentalmente, para los dirigentes del futuro: hay una sociedad que no decide solamente maximizar su beneficio inmediato.

Un golpe casi mortal para el peronismo, actor principal de la trama política de los últimos casi cuarenta años, cuando en 1987 le ganó a Alfonsín las elecciones de medio término y acabó con el radicalismo como competencia electoral presidencial autosuficiente.  Y golpe casi mortal también a las alianzas antiperonistas que se sucedieron, la de Fernando de la Rúa en 1999 y la de Mauricio Macri en 2015. 

Pero también un golpe acaso mortal a La Libertad Avanza y sus aliados, con Patricia Bullrich como mayor significante de continuidad de esos dos procesos que frustraron ilusiones de millones: ministra de Trabajo de De la Rúa y ministra de Seguridad de Macri. La foto de ella denunciando con un cartel la inflación de 2,4% mensual de los últimos años del kirchnerismo que subió Cristina Kirchner –cada vez más parecida al papel reducido de comentarista punzante que ejerce el exvicepresidente de Menem, Carlos Ruckauf–, cuando hoy los libertarios tienen 2,5% de inflación el último mes de lo que se considera un exitoso plan antiinflacionario dos años después de su inicio, refleja el sinsentido de todos los relatos.

Nadie está exculpado y los votantes que se autoflagelan votando a la fuerza política que ya demostró tras dos años de ejercicio del poder ser su castigo también lo hacen para pagar su propia responsabilidad en elecciones anteriores. Emiten un mensaje de autoexpiación que muchos actores políticos del presente no alcanzan a comprender que también es contra ellos. Quien se crea ganador de las últimas elecciones no decodifica el contenido del mensaje.

“Bullrich es el significante de continuidad de dos procesos que frustraron ilusiones.” 

El mapa de fuerzas resultante de las elecciones de octubre pasado es tan volátil como el previo, los amigos del campeón que, rápida y calurosamente, se subsumieron en sus huestes se transfigurarán como Patricia Bullrich, prima donna de la neodecadencia. Ella conjuga el signo de estos años, gana elecciones y encabeza encuestas siendo en realidad significado de lo opuesto y alter ego de Milei.

Su intervención esta semana en el evento Pro Pymes del Grupo Techint junto a Paolo Rocca tratando de explicar la modernización laboral no podría haber sido más desacertada, tanto por lo que ella misma significa como por su sintaxis inescrutable y estilo oratorio deslucido.

Que la sociedad argentina la encumbre a ella al pináculo de la política es parte de la misma paradoja de haber elegido a Milei como presidente. Personajes de una transición, conductores del vehículo de salida de una época que atraviesa su última etapa.

Vota bien la sociedad colocando en el centro del escenario a quienes expone, forzando al destino a jugar sus cartas sin excusas. Ya vendrá el tiempo posterior de líderes sincrónicos que corrijan los daños que hay que pagar para dar por cerrada una era y construir sobre aquellos aciertos que esta época distópica también aporte donde haber fracasado bien y el éxito se toquen.

Vota bien no pidiéndole nada al presente. Vota un futuro distinto, distinto al pasado pero también distinto al presente que exacerba para que se agote.