Éxito total

Jacob Collier en Buenos Aires: ovaciones, coros multitudinarios y un homenaje a Gardel y Piazzolla

Con localidades agotadas en el Gran Rex, Jacob Collier presentó su DJESSE World Tour con un show de más de dos horas que combinó estrenos, clásicos e improvisación junto al público argentino.

Jacob Collier deslumbró en su regreso al país Foto: Vicky Dragonetti

Este 7 de septiembre, Jacob Collier regresó a la Argentina en el marco de su gira mundial DJESSE World Tour y se presentó con dos funciones consecutivas en el Teatro Gran Rex, ambas con localidades agotadas. El multiinstrumentista británico, de 30 años, fue recibido con ovaciones en una jornada que combinó repertorio propio, homenajes y una interacción constante con el público.

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Con seis premios Grammy en su haber, Collier es considerado uno de los músicos más innovadores de su generación. En Buenos Aires presentó en vivo DJESSE Vol. 4, su álbum más reciente y nominado a Álbum del Año en los Grammy, y repasó además algunos de los momentos más destacados de su trayectoria.

 

Cada concierto tuvo una duración superior a las dos horas. Sobre el escenario, Collier desplegó su virtuosismo al alternar entre piano, guitarra, bajo, percusión y voz, mostrando la amplitud de registros que lo caracteriza.

La participación del público fue una de las claves de la noche. El británico convirtió al Gran Rex en un coro multitudinario, guiando a los asistentes en armonías complejas que respondieron con sorprendente precisión y entusiasmo.

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El vínculo con la audiencia argentina se profundizó con los homenajes locales. Collier interpretó una versión de El día que me quieras de Carlos Gardel y abordó la introducción de Libertango en tributo a Astor Piazzolla, dos gestos celebrados con ovaciones de pie.

También incluyó guiños de grandes referentes internacionales. Versionó fragmentos de Fix You de Coldplay y Somebody To Love de Queen, alentando a la audiencia a cantar junto a él. Estos instantes colectivos, cargados de emoción, se transformaron en algunos de los más celebrados de la velada.

El repertorio alternó canciones recientes con piezas ya consagradas. Hideaway, WELLLL y Never Gonna Be Alone encendieron al público, mientras que In My Room, su debut discográfico de 2016, recibió un reconocimiento especial.

El clímax llegó con Don’t You Worry ’Bout a Thing, clásico de Stevie Wonder que se convirtió en el cierre de cada función. Con toda la sala de pie, el público despidió al músico con una ovación prolongada.

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La puesta escénica fue sobria, con un diseño de luces y proyecciones que acompañó sin distraer del eje central, la música. La combinación de momentos íntimos con estallidos colectivos reforzó el carácter expansivo del espectáculo.

Collier no se limitó a reproducir sus discos en vivo. Cada show incluyó improvisaciones, juegos rítmicos y arreglos armónicos creados en tiempo real, lo que le otorgó un carácter único e irrepetible a la experiencia.

 

La historia de Collier explica en parte su magnetismo. Nacido en Londres en 1994, creció en un hogar musical, hijo de una violinista y profesora. Desde adolescente mostró una facilidad extraordinaria para los instrumentos y las voces, talento que volcó en los videos caseros de YouTube que lo llevaron a la fama.

A los 19 años, esos experimentos llamaron la atención de Quincy Jones, quien se convirtió en su mentor. Desde entonces, Collier inició una carrera meteórica que lo llevó a trabajar con Coldplay, Alicia Keys, SZA, Stormzy y hasta a recibir elogios de Paul McCartney y Herbie Hancock.

Su propuesta artística combina lo clásico y lo contemporáneo, el rigor académico y la espontaneidad lúdica. En Buenos Aires, ese equilibrio quedó en evidencia cuando pasó de la delicadeza de una balada al piano a la potencia de un coro multitudinario con la misma naturalidad con la que respira.