Locos por los libros
Si bien la pasión puede entenderse como una devoción o adoración hacia alguien o algo –y de hecho la Real Academia Española establece como sinónimos los términos “vehemencia”, “preferencia”, incluso, “amor”–, también se define como un padecimiento, una “perturbación o afecto desordenado del ánimo”. Pasión presenta, entonces, una ambivalencia de sentidos que ya los antiguos griegos observaban: una fuerza poderosa y, a la vez, peligrosa que asociaban al eros y al deseo. Aristóteles habló de “purificación” o “purgación” de las pasiones –principalmente del miedo y la compasión–, a través de la catarsis en el espectador de una tragedia y, así, experimentar un alivio para llegar a un estado de equilibrio y depuración. Pero ¿qué tipo de actitudes y acciones aparecen hasta tanto no llegue la mesura? ¿Hay pasiones mejores o peores que otras? ¿Hasta dónde por obedecerla?
El ensayista italiano Antonio Castronuovo, en su Diccionario del bibliómano (Edhasa), realiza una exploración por algunas emociones, excesos y propensiones exageradas que, en este caso, tienen que ver con el fervor por los libros. Al parecer, los amantes librescos poseen una serie propia de afecciones a los que el autor da nombre y descripción. En ese sentido, y atendiendo los síntomas que puede sufrir el sujeto apasionado, el autor abre un capítulo nuevo en la bibliomanía que llama bibliopatología.
De la A a la Z y con más de 200 entradas, se presenta una tipología siempre en construcción. La necrobiblioforía, por ejemplo, repara en “la voluntad de llevarse los libros a la tumba”. Tal es el caso de la escritora francesa Raymonde Linossier, enterrada con un ejemplar del ballet Les Bitches, del compositor y ferviente bibliófilo, Francis Poulenc. Lo curioso es que el pedido no fue de la joven, sino del músico enamorado que, además, prefería abiertamente la compañía masculina. Otra afección se distingue como bibliotafia, encarnada en aquellos que “compran libros solo para esconderlos e impedir a los demás disfrutarlos”. Intentar una visita a sus bibliotecas es causa para romper cualquier relación. Además, están emparentados con quienes Castronuovo señala en su entrada “Obsesión protectiva”. Los guardianes de estos libros se comportan con un recelo extremo al punto de hacer inservibles sus propios ejemplares. Mejor guardados que perdidos o estropeados.
Así, con un tono irónico y a veces humorístico, siempre preciso a la hora de describir y fundamentar con citas y anécdotas rastreadas a lo largo de la historia del libro, el autor italiano no solo pasa revista por los morbos conocidos que trajeron la bibliofilia, bibliomanía, bibliolatría y bibliofagia, sino aquellos otros patológicos sobre los que se pregunta si uno debería avergonzarse o enorgullecerse de la propia “enfermedad”. Al final, no se trata de un diagnóstico médico para nadie, sino de una forma de celebrar –y hasta de reírse un poco de– los vicios y obsesiones más inconfesables como inevitables.
Diccionario del bibliómano
Autor: Antonio Castronuovo
Género: diccionario
Otras obras del autor: Bibliopatías, bibliomanías y otros males librescos
Editorial: Edhasa, $ 43.500
Traducción: Diego Bigongiari
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