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De inmigrante sirio en La Rioja a presidente: los orígenes de Carlos Saúl Menem

El nuevo libro de Eduardo Menem reconstruye, desde una mirada íntima y familiar, la formación personal y política de su hermano, el expresidente Carlos Saúl Menem. Desde su infancia en La Rioja y las raíces inmigrantes hasta las internas del peronismo y su llegada al poder, la obra combina historia, testimonio y política argentina reciente.

Menem. “Surgió como un outsider que lideró a los pobres”. Foto: cedoc

A más de tres décadas de la llegada de Carlos Saúl Menem a la presidencia, su figura sigue despertando interés, debate y curiosidad. ¿Quién era ese joven carismático que surgió desde La Rioja para conquistar el poder nacional? ¿Qué valores y circunstancias moldearon su personalidad? Estas son algunas de las preguntas que aborda Eduardo Menem en su nuevo libro, Menem (Sudamericana, 2025), un relato íntimo y documentado que propone redescubrir al expresidente a través de los ojos de su propio hermano.

Comienzan las Mesas de Cultura Abierta en Argentores moderadas por Carlos Ulanovsky, Any Ventura y Canela


Si bien el objeto principal de este libro es relatar la vida y obra del expresidente de la Nación Carlos Saúl Menem, he considerado conveniente comenzar con algunos aspectos de nuestra vida familiar, porque en ella se desarrolló como persona.

El origen sirio de nuestros padres y los valores que nos transmitieron, las costumbres familiares y sociales, el vínculo entre hermanos y otros parientes, las andanzas de Carlos en la niñez y la adolescencia, la vida en La Rioja y en Anillaco durante las vacaciones, los trabajos en la bodega de nuestro padre, etcétera, proporcionan material para un enfoque sociológico sobre cómo se fue formando su personalidad para llegar al más alto grado de su carrera política.

Con estas referencias respondo también las preguntas e inquietudes de muchas personas que quieren saber cómo era la vida de Carlos antes de la política, es decir dentro de la familia paterna, dónde estudió, cómo y en qué lugar hizo su carrera universitaria y otros interrogantes.

En definitiva, mucha gente quiere saber cómo llegó a la Presidencia de la Nación un hijo de inmigrantes sirios, desde una de las provincias menos desarrolladas del país. Si desde sus años de juventud ya tenía ese carisma seductor que lo caracterizó e insinuaba sus condiciones de líder y cuándo decidió ingresar a la política activa.

Al momento de escribir este trabajo, soy el único sobreviviente de la familia paterna, por eso quiero dejar este testimonio de hechos y circunstancias que solo un integrante de ese ámbito privado puede relatar con conocimiento y veracidad.

Tras las internas, unidad 

Los resultados de las internas realizadas el 9 de julio de 1988 sorprendieron a los muchos que habían vaticinado el triunfo de Cafiero, incluidos medios de comunicación, encuestadores y la mayoría de los sectores políticos. Carlos se impuso por el 53,94% de los votos contra el 46,06% de su oponente. Ganó además en dieciocho provincias, incluida la de Buenos Aires.

Mariano Caucino, en el primer tomo de su obra La Argentina pendular, reproduce algunos comentarios sobre la interna justicialista, no sin antes recordar que la revista Somos del 6 de julio de 1988 había publicado una encuesta de Julio Aurelio que le otorgaba a Cafiero una ventaja de 56 puntos sobre 44 de Menem.

Para entender este triunfo de Menem, hay que recordar una frase de Pascal: “El corazón tiene razones que la razón no comprende”. El peronismo votó con el corazón. Votó con mística, con folclore, con bombo, con sentimiento, con convicción. La renovación se encerró en su propio caparazón, con un discurso elitista que pretendió erigirse en juez supremo del peronismo. La renovación apuntó a la cabeza del afiliado, Menem apuntó a su corazón. Cafiero quiso establecer la opción renovadores vs. ortodoxos. Menem habló de peronistas y no peronistas. El bonaerense pensó en un peronismo “estético”, presentable ante la sociedad, con buenos modales e imagen impecable. El riojano recreó un peronismo aluvional, auténtico, sin pudores, sin complejos. Uno convocó a la gente a la plaza y a los actos. El otro fue a buscar a la gente (Gustavo Beliz, revista Somos, 13 de julio de 1988).

Por otra parte, tanto en el justicialismo como en los círculos políticos en general se elogiaba la actitud democrática de Antonio Cafiero, que, pudiendo haber sido designado candidato por el Congreso del partido, en el cual tenía amplia mayoría, aceptó participar en una elección interna, con el voto directo de los afiliados, tomando al país como distrito único, como lo había solicitado Carlos en diversas oportunidades. Debe destacarse que, como consecuencia de esa democrática elección interna, el candidato triunfador pudo enfrentar la disputa por la presidencia con mayor fuerza y legitimidad.

En un artículo publicado en Infobae el 9 de julio de 2003, expresé: “Nunca más se volvió a elegir los candidatos peronistas a presidente de la Nación por ese democrático sistema. Peor aún, en las elecciones de 2003, el presidente de la Nación y del justicialismo, Eduardo Duhalde, no permitió las internas porque sabía que las iba a ganar Carlos Menem, inventando un amañado sistema por el cual los candidatos debían presentarse con boletas separadas, sin poder usar en las mismas el nombre del partido, configurando de esa forma un absurdo caso de autoproscripción del peronismo”.

De parte de las cosas

Carlos repitió la actitud que había tenido al ganar la elección interna provincial del justicialismo para determinar el candidato a la gobernación, cuando convocó a los que integraban la lista rival para trabajar en las elecciones generales y logró así la unidad del peronismo. En esta oportunidad, mi hermano invitó a Cafiero y a los que lo habían apoyado a participar de la campaña para disputar la presidencia de la Nación.

En ese sentido, recuerdo que en la elaboración de la plataforma electoral que presentaría la fórmula Menem-Duhalde tuvieron participación activa los dirigentes de ambos sectores, incluso las reuniones se hicieron en dependencias de la casa de gobierno provincial, que Cafiero facilitó para eso. Participé en esas reuniones, por eso destaco el empeño y la dedicación que pusieron todos los convocados, sobreponiéndose al lógico cansancio provocado por largas horas de trabajo. El resultado de la tarea fue excelente y el Presidente pudo cumplir con éxito la mayoría de los objetivos propuestos en el programa electoral.

Accidente aéreo en La Rioja

Así como no lo afectaban los agravios que recibía, a punto tal que ni siquiera los contestaba, hacia finales de la campaña para la presidencia sufrió un duro golpe del que le costó recuperarse: la caída del avión Cessna 404 perteneciente a Germán Arballo –un allegado a mi hermano–, que se lo había prestado para trasladarse durante la campaña y en esa oportunidad transportaba a algunos colaboradores. El accidente se produjo el 15 de mar­zo de 1989 y causó heridas de distinta gravedad a los pasajeros y la muerte del piloto y el copiloto.

Carlos y sus colaboradores estaban en La Rioja y pensaban viajar en esa aeronave a Catamarca, donde se realizaría un importante acto de apoyo a su candidatura, pero el gobernador catamarqueño, Ramón Saadi, le propuso a mi hermano que viajara con él en otro avión, para llegar juntos al lugar del evento. Carlos aceptó el convite, y entonces sus colaboradores decidieron utilizar el Cessna para anticiparse. A pocos minutos de haber despegado del aeropuerto de La Rioja, el Cessna empezó a perder altura y, en una maniobra del piloto para retornar, se precipitó a tierra y quedó con el tren de aterrizaje hacia arriba; al mismo tiempo, empezó a incendiarse desde la cola hacia adelante. Pese a que los pasajeros abandonaron la nave precipitadamente, sufrieron quemaduras de distinta gravedad. El más afectado fue el doctor Rossano, que falleció varios días después. Los otros integrantes del vuelo eran los secretarios Ramón Hernández y Miguel Ángel Vicco y otro colaborador llamado Héctor Fernández.

Como ocurría siempre frente a situaciones difíciles, Carlos me llamó a Buenos Aires y, entre sollozos, me contó lo ocurrido. Nunca lo había escuchado llorar tanto desde el 7 de abril de 1977, cuando se comunicó conmigo para decirme que la dictadura militar no le concedía permiso para asistir al sepelio de nuestra madre.

La Tablada 

Las acciones que buscaban socavar la candidatura de Carlos parecían no tener límites, como quedó demostrado el 23 de enero de 1989 con el san­griento ataque a las instalaciones del Regimiento de Infantería Mecanizado 3 y del Escuadrón de Caballería Blindado 1, ubicados en La Tablada, por parte del Movimiento Todos por la Patria (MTP) y de exintegrantes del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), alegando que tomaban esas unidades militares para desbaratar un golpe contra el gobierno de Alfonsín.

La asonada estaba comandada por Enrique Gorriarán Merlo, exintegrante del ERP conocido por las violentas acciones subversivas de los años setenta, y por Jorge Baños, un abogado activista por los derechos humanos que lideraba el MTP y publicaba con asiduidad notas de opinión en algunos medios estatales. El enfrentamiento con los militares que estaban en los regimientos y con fuerzas policiales que acudieron al lugar duró más de veinticuatro horas y fue encarnizado y sangriento. Murieron 32 guerrilleros, 9 militares y 2 policías, y hubo decenas de heridos. Gran parte de las instalaciones militares quedaron destruidas o seriamente dañadas. En cuanto a los cabecillas del ataque, Gorriarán Merlo huyó por los fondos del Regimiento cuando advirtió que la lucha le era adversa, y Jorge Baños murió en el enfrentamiento.

Horas antes del alzamiento, Baños había transitado por distintos medios de comunicación, algunos oficiales, para denunciar que se estaba gestando un movimiento para derrocar al presidente Alfonsín en el que involucraba como responsables al candidato justicialista Carlos Saúl Menem, al coronel Mohamed Alí Seineldín y a militares carapintadas. La acusación era tan ridícula que nadie la creyó, pero era reveladora de las intenciones de grupos subversivos y de izquierda para afectar las posibilidades de Carlos para acceder a la primera magistratura.

Prestando atención a los detalles

El periodista Eduardo Anguita relata en un artículo publicado en el portal de Infobae el 19 de enero de 2019 que él había ingresado en el PRT-ERP en 1971 junto a su amigo Francisco “Pancho” Provenzano, hijo de un prestigioso médico radical que había sido integrante del gobierno de Arturo Illia y que era allegado a la Coordinadora del gobierno de Alfonsín. Cuenta que un mes antes del ataque habló con Provenzano porque se había enterado del proyecto del MTP y sabía que acusarían como responsables de la conspiración golpista al dirigente gremial Lorenzo Miguel, al coronel carapintada Mohamed Alí Seineldín y a mi hermano.

Según el periodista, trató de disuadir a Provenzano –y, por su intermedio, a los integrantes del grupo subversivo– argumentando que la idea no tenía asidero porque “parecía poco razonable que Menem, tras haber ganado la interna con Antonio Cafiero y con posibilidades de ganar las elecciones previstas para mayo de 1989, se embarrara en maniobras conspirativas”. Además, había hablado con varios periodistas bien informados y descreían de esa denuncia. No obstante esa advertencia, el ataque se produjo, con las consecuencias descriptas, y Provenzano pasó a integrar la lista de desaparecidos.

Como dato interesante, cabe destacar que uno de los integrantes del MTP que participaron en el golpe fue el monje capuchino Antonio Puigjané, quien en 1974 había sido designado párroco en Anillaco por el obispo Enrique Angelelli, hecho que provocó el repudio de los vecinos por su prédica izquierdista, que trataba de dividir a la sociedad lugareña.

Una situación cada vez más grave

Con la carta de presentación como candidato del justicialismo a la presidencia de la Nación, Carlos visitó a las autoridades y empresarios de Francia, España, Grecia y el Vaticano, con el propósito de hacerles conocer los objetivos de su plan de gobierno y de la política internacional que aplicaría en el caso de ser elegido presidente, incluido el de afianzar las relaciones entre la Argentina y los países que visitaba.

Los principales organizadores de la gira fueron los embajadores Mario Cámpora, Archibaldo Lanús, Juan Carlos Sánchez Arnau y otros diplomáticos de filiación peronista. El embajador Mario Cámpora me informaba casi todos los días de los resultados exitosos de la gira. En ese viaje Carlos también visitó Siria.

La campaña nacional se emprendió con un método similar al empleado en la elección interna: viajes a todo el país, contacto directo con la gente, infinidad de discursos y mensajes dando a conocer sus propuestas y sin agraviar ni ofender a ninguna persona, pero destacando la grave situación económica y social en que se encontraba el país.

Era sabido que el radicalismo había visto con mayor simpatía la candidatura de Carlos en su interna con Cafiero, porque lo consideraban más fácil de vencer que al gobernador bonaerense. Pero frente al crecimiento de la figura de mi hermano en el orden nacional, sus opositores comenzaron a motorizar una campaña de desprestigio y demonización que se extendería hasta después de terminado su mandato presidencial. En ese sentido, recuerda Caucino en su libro La Argentina pendular (tomo I, página 233) que, durante la gira europea, la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) operó para mostrar al candidato peronista como “imprevisible” y “presunto mesías” ante la prensa de las distintas capitales que recorría, que reprodujo algunos comentarios negativos sobre su persona.

Mientras el justicialismo definía, en forma democrática, quién lo representaría en las elecciones presidenciales, el gobierno radical entraba en una creciente crisis económica y social, como consecuencia del flagelo de la inflación, convertida luego en la hiperinflación más espantosa que había sufrido nuestro país en toda su historia previa.

El gobierno del doctor Alfonsín había puesto en marcha el denominado Plan Austral y creado una nueva moneda con ese nombre, a la que le asignó el valor de mil pesos por cada austral. El éxito inicial de ese plan permitió reducir considerablemente la inflación, que sin embargo reapareció con fuerza antes de los dos años y obligó al gobierno a tomar una serie de me­didas económicas, denominadas globalmente Plan Primavera, que tuvieron un final tan negativo como el austral.

El creciente deterioro de la situación económica había sido reconocido por el propio Alfonsín al manifestar el 26 de abril de 1985, en un discurso pronunciado desde los balcones de la Casa de Gobierno ante una multitud, que el país transitaba una “economía de guerra”. En ese mismo discurso afirmó que su gobierno era víctima de complots y amenazas. 

Para colmo de males, durante su gestión el presidente tuvo que afrontar varios levantamientos militares, entre ellos el producido el 16 de abril de 1987, comandado por el coronel Aldo Rico. Como se sabe, Alfonsín fue a Campo de Mayo para dialogar con los sublevados y al regresar a la Casa Rosada pronunció desde los balcones, acompañado por dirigentes de los principales partidos políticos, entre ellos Antonio Cafiero, su célebre afirmación: “Felices Pascuas.[…] La casa está en orden”. Con esa alocución quiso significar que había hecho un arreglo con los sublevados, destacando que entre ellos había héroes de Malvinas.

El 1º de mayo de 1989, en el discurso inaugural del período de sesiones ordinarias del Congreso, ante la grave situación, el presidente manifestó que “no supimos, no quisimos o no pudimos hacer todo lo que nos propusimos”. Y considerando el empeoramiento inexorable de la coyuntura social y económica, se adelantaron para el 14 de mayo de ese año las elecciones generales previstas para octubre.

La fórmula justicialista Menem-Duhalde –bajo la sigla Frejupo– ganó con el 47,49% de los votos, contra la UCR (Angeloz-Casella), que fue votada por el 32,45%, la Alianza de Centro (Alsogaray-Natale), que obtuvo el 6,87%, la Confederación Federalista Independiente (Angeloz-Guzmán), 4,59% y la alianza Izquierda Unida (Vicente-Zamora), el 2,45%.

El Frejupo se impuso en todas las provincias excepto en la Capital Federal; ganó incluso en Córdoba, que estaba gobernada por Angeloz.

En La Rioja 

A diferencia de lo que había ocurrido en las internas, cuando Carlos esperó los resultados en la Capital Federal, en esta oportunidad permaneció en la residencia oficial de La Rioja, donde lo acompañamos con mis hijos Adrián y Martín, un primo llamado Gacén Akil y otros familiares y colaboradores cercanos. Es imposible expresar con palabras el clima que se vivía allí a medida que llegaban los resultados de distintos lugares del país.

La cúspide del entusiasmo se produjo cuando el análisis de los cómputos reveló una diferencia de votos imposible de descontar. Hubo gritos de alegría y el momento en que Gacén alzó a Carlos quedó plasmado en una fotografía histórica que se reprodujo en las tapas de algunas revistas y diarios nacionales y provinciales.

La decisión de quedarse en La Rioja para esperar los resultados de la elección, como yo había sugerido en forma insistente, fue muy acertada, porque pudo celebrar con el pueblo riojano, que lo había apoyado con firmeza desde el comienzo de su carrera política, proyectándolo de ese modo hacia la presidencia de la Nación. Por eso, después de tener asegurada la victoria, Carlos se dirigió a la casa de gobierno provincial para pronunciar un mensaje desde sus balcones ante la multitud que se había autoconvocado para celebrar. Luego de saludar y agradecer al pueblo de La Rioja y de todo el país, expresó, entre otros conceptos: “Habrá que reformular y moralizar el Estado y terminar la corruptela de los organismos oficiales”, y agregó: “En la Argentina vamos a hacer grandes negocios para terminar con los grandes negociados”.

Al día siguiente, el aeropuerto de La Rioja apareció colmado de aviones privados que habían trasladado equipos de medios de comunicación, empresarios y dirigentes políticos y gremiales. Otra tanda viajó por tierra, ya que Aerolíneas Argentinas tenía un solo vuelo semanal a La Rioja.(Durante la presidencia de Carlos hubo hasta tres vuelos diarios ya que, además de Aerolíneas Argentinas, iban Lapa y Southern Lines. Del mismo modo se habían incrementado los vuelos a todas las provincias). La llegada de tantas personas para saludar, entrevistar o reunirse con Carlos me hizo acordar que durante la campaña la consigna había sido ir hacia la gente, recorriendo todo el país y visitando los lugares más recónditos, y habiendo sido elegido presidente, la gente iba hacia él, tanto los que lo habían apoyado como los que habían votado a otros candidatos. Claro que no faltaban los oportunistas de siempre, que se aproximaban con la perspectiva de obtener algún beneficio del nuevo gobierno.

Reunión con Alfonsín 

La derrota del radicalismo agravó aún más la crisis económica y social; el gobierno no podía contener la inédita hiperinflación que castigaba sobre todo a la población más vulnerable, cuyos ingresos eran carcomidos día a día por la acelerada pérdida del valor de la moneda. Se empezaron a producir desórdenes sociales y saqueos de comercios, con la consecuencia de muchos muertos, heridos y detenidos. Ante esa situación, el 29 de mayo el gobierno declaró el estado de sitio, no obstante lo cual siguieron los desórdenes.

El 31 de mayo, Carlos se reunió con Alfonsín en la residencia oficial de Olivos. La conversación fue larga, y de ella quedó perpetuado el testimonio gráfico de ambos caminando con gesto serio por los jardines de la residencia. 

Trascendió que en el diálogo abordaron en general distintos aspectos sobre la situación del país y de la transición hasta la fecha de asunción del nuevo gobierno, prevista para el 10 de diciembre. Asimismo, hablaron de la posibilidad de indultar a los militares procesados y encarcelados como consecuencia de las acciones realizadas para enfrentar a la subversión guerrillera que había azotado al país.

Lo cierto es que la realidad económica, política y social impuso un aceleramiento de esos plazos que llevó a empezar a preparar cuanto antes el traspaso del mando.

Datos del autor 

Eduardo Menem nació en La Rioja el 30 de abril de 1938. Es abogado por la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba y doctor en Derecho y Ciencias Sociales por la misma universidad. 

Fue senador por la provincia de La Rioja (1983-2005) y presidente provisional del Senado Nacional reelegido durante once períodos (1989-1999).

Entre sus obras publicadas están La Constitución reformada (1994, con Roberto Dromi), Los derechos de la mujer (2005), Derecho procesal parlamentario (2020), Los noventa. La Argentina de Menem (2021, compilado con Carlos Corach) y Crónicas de la Convención Nacional Constituyente de 1994 (2022).