Política económica

Más exportaciones y menos industrias: dos caras de la economía en la era Milei

Los envíos al exterior no dejan de marcar récords, mientras retrocede la inversión extranjera y cierran empresas.

Industria Aceitera Foto: Cámara de Industria Aceitera de la Republica Argentina

El país atraviesa un cambio estructural en su desempeño exportador, traccionado por el sector energético debido al auge de Vaca Muerta. Esto contrasta con un sector industrial que "cruje" bajo la presión importadora y una desinversión extranjera que no logra revertirse, de acuerdo con un informe de la consultora Sistémica.

El dato más contundente del documento revela que las exportaciones energéticas han promediado los US$900 millones mensuales en el último tramo del año, alcanzando picos que superaron los US$ 1.000 millones. Se trata de montos récord para la serie histórica que, combinados con una reducción drástica de las importaciones de combustibles (por debajo de los US$300 millones mensuales), han generado superávits consecutivos en la balanza comercial.

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"El saldo de la balanza energética rozó los US$7.000 millones en el transcurso del año", destaca Sistémica, subrayando que esta cifra representa un "cambio de paradigma" respecto al déficit de US$6.500 millones que el país tenía en 2013. Este aire macroeconómico se complementa con el agro: las exportaciones primarias subieron un 20% en dólares en el año, con cantidades que también tocan niveles históricos.

El informe advierte que, al contrastar este panorama con la dinámica de las compras al exterior, se percibe un desfasaje peligroso. Las importaciones crecieron con mayor intensidad que las ventas, lo que, según los analistas, "anticipa tensiones". Si bien el saldo comercial acumulado sigue siendo positivo, la aceleración de las cantidades importadas comienza a erosionar el margen externo que tanto le costó conseguir al Banco Central.

Para la industria local, el escenario es de "pinzas". Por un lado, la caída del consumo interno; por el otro, una presión competitiva creciente de productos extranjeros.

"Este proceso limita la capacidad de las Manufacturas de Origen Industrial (MOI) de consolidarse como vector de desarrollo", señala el informe. La conclusión de Sistémica es sombría: mientras los sectores extractivos aportan aire a la macro, "la estructura productiva exhibe señales de desgaste que relativizan la sostenibilidad de esta mejora".

Fuga de capitales y el fin de la "plasticidad"

Uno de los puntos más alarmantes del relevamiento es el comportamiento de la Inversión Extranjera Directa (IED). Lejos de la lluvia de inversiones esperada, el último año consolidó una caída significativa. En términos netos, el balance cambiario del BCRA muestra una salida de US$ 1.500 millones en los primeros diez meses del año, producto de la desinversión de empresas ya instaladas.

Este fenómeno no es solo una reacción al riesgo regulatorio, sino una reconfiguración estratégica: las corporaciones prefieren reducir su exposición en mercados percibidos como volátiles. Como consecuencia, el cierre de empresas y el achicamiento del entramado productivo se han vuelto una constante en los boletines oficiales y en las noticias gremiales.

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Según el CEPA, desde noviembre de 2023 a septiembre de 2025 se cerraron más 20.000 empresas y se perdieron unos 281.000 puestos de trabajo.

Sistémica lanza una advertencia teórica y práctica: "La destrucción de activos y capacidades productivas no habilita la reasignación de recursos en el modo en que lo sugieren los libros de texto".

El informe explica que este proceso solo genera "chatarra productiva" y desempleo, debido a que "el capital no es plastilina y las habilidades de los trabajadores no son universales, sino específicas". Es decir, un operario de una fábrica textil que cierra no se convierte automáticamente en un técnico petrolero para Vaca Muerta.

Las esperanzas en el RIGI y el RIMI

En este contexto, el Gobierno ha puesto todas sus fichas al Régimen de Incentivo para las Grandes Inversiones (RIGI). Si bien hubo anuncios de proyectos en sectores estratégicos y el Ejecutivo prevé extender un año más el plazo para las presentaciones, el grado de avance real es todavía "incipiente".

Sistémica pone un manto de duda sobre el derrame social de este esquema: "El éxito del régimen no asegura un impacto fuerte sobre la creación de empleo ni sobre el desarrollo de proveedores locales". Ante esta crítica, que es compartida por gran parte del arco pyme, el reciente anuncio oficial sobre el diseño de un RIMI (Régimen de Incentivo a Medianas Inversiones) ha generado una luz de expectativa.

 

LM/ML