Elecciones presidenciales

Voto "antisistema", migración e inseguridad: las claves del balotaje entre Jara y Kast en Chile

La primera vuelta reconfiguró el mapa político chileno: la reinstalación del voto obligatorio incorporó a millones de nuevos electores y potenció el ascenso de Franco Parisi, el outsider que capitalizó el enojo social. Definirá la segunda vuelta en medio de la crisis de seguridad, el voto bronca y la desconfianza hacia el establishment.

Jara y Kast se disputarán el mando de La Moneda en el balotaje de diciembre Foto: AFP

Chile ingresó en la recta final hacia un balotaje que promete ser uno de los más inciertos desde su retorno a la democracia. Tras la primera vuelta del 16 de noviembre, Jeannette Jara, candidata del oficialismo, obtuvo el 26,85% de los votos (3.449.151 sufragios), seguida por José Antonio Kast, que cosechó el 23,93% (3.074.810) Pero el dato que sacudió el tablero llegó por fuera de la política tradicional: Franco Parisi, el economista "excéntrico" que encarna el voto del que se vayan todos, quedó tercero con un inesperado 19,69% (2.529.335 votos) y se convirtió en el gran árbitro de una elección marcada por la inseguridad, el voto bronca y el desencanto con la clase política.

El país trasandino votó atravesado por un clima social tenso, con una ciudadanía desconfiada del establishment, una participación ampliada por el restablecimiento del voto obligatorio y un mapa político cada vez más fragmentado. Una variable que también se reflejó en el nuevo mapa parlamentario desplazado hacia la derecha del espectro político a partir de la renovación de 155 diputados y 25 senadores, en un escenario en el que ninguna fuerza logra capitalizar por sí sola el humor social.

El regreso del voto obligatorio y un electorado impredecible

Para Dolores Gandulfo, directora del Observatorio Electoral de la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina y el Caribe (COPPPAL) presente en Santiago como veedora internacional, la clave de esta elección fue la reincorporación de un universo masivo de votantes, que representó cerca de un tercio de los 15 millones de convocados a las urnas. 

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"El problema del voto que se incorporó es que es más heterogéneo. Está ocurriendo algo parecido a Argentina: aparece esta idea del voto antisistema, del desencanto con la política", sostuvo en diálogo con PERFIL. Cabe destacar que la politóloga aludió al meteórico ascenso de Javier Milei a la esfera pública, un "outsider" que desde los canales de televisión y la calle digital logró capitalizar el descontento hacia la clase política, indistintamente de su procedencia social, rompiendo la lógica de que los sectores populares votan exclusivamente al peronismo y los acomodados al antiperonismo.

Pero en el caso chileno ese votante adicional no necesariamente reforzó a la izqui erda oficialista, como muchos proyectaban. Sino que la inseguridad, uno de los asuntos que dominaron la campaña electoral, actuó como hilo conductor transversal. "A los sectores populares es a quienes más afecta, muchos de los que no solían ir a votar cuando no existía penalidad. Su incorporación no necesariamente se traduce en un voto a la izquierda", explicó Gandulfo, y agregó que los jóvenes optaron por elegir a figuras disruptivas como Parisi o Johannes Kaiser, el "Milei chileno" y fundador del Partido Nacional Libertario.

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Inseguridad y migración: el centro emocional de la campaña

La campaña para determinar al sucesor de Gabriel Boric estuvo dominada por el temor a la delincuencia, el avance del narcotráfico y una percepción de descontrol migratorio, sobre todo en el norte del país. Aunque las tasas delictivas siguen siendo de las más bajas de la región, la sensación de inseguridad creció de manera sostenida en los últimos seis años.

Ese clima favoreció a los candidatos de discurso más duro. Kast, líder del Partido Republicano, capitalizó el descontento con una narrativa de orden y autoridad, matizada respecto de la campaña de 2021, pero todavía anclada en un ideario conservador que reivindica el legado de la dictadura de Pinochet. Su competencia por la derecha del espectro también se vio alterada por la irrupción del libertario Kaiser, que el domingo terminó cuarto con el 13,93% y empujó el debate hacia posiciones más extremas.

En la vereda oficialista, Jara intentó combinar continuidad y renovación, a pesar de la baja aprobación del Gobierno de Gabriel Boric (cercana al 30%). Exministra de Trabajo y figura "moderada" del Partido Comunista, llegó a la primera vuelta con un discurso pragmático: salario mínimo vital de 750.000 pesos (unos 800 dólares aproximadamente), empresa estatal del litio y un enfoque de seguridad basado en la "inversión social".

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El "fenómeno Parisi": un outsider que capitalizó el descontento

Ningún actor político había anticipado que Franco Parisi —sin estructura territorial, sin presencia física en Chile y con un menú de propuestas tan emocional como ecléctico— se quedaría con casi uno de cada cinco votos. Su fuerza en el norte, impulsada por el rechazo a la inmigración irregular en la frontera con Bolivia, confirmó el valor del malestar como combustible electoral.

Para Gandulfo, Parisi encarna un "voto Uber", mezcla de desconfianza, rabia y demanda de soluciones rápidas. El economista e influencer supo captar el enojo la "gente común" que tiene que recurrir al pluriempleo para afrontar el costo de vida. Como los trabajadores de aplicaciones. Así, capitalizó un termómetro social a partir de la comunicación directa y propuestas inusuales y "sin ideologías", incluidos una selección nacional de gamers o una cárcel flotante.

"Parisi representa el ‘que se vayan todos’. Es más antisistema que ideologizado. Sabe que la gente necesita seguridad: dice que sacará los militares a la calle como respuesta a esa demanda, no como reivindicación de la dictadura, a diferencia de Kast y Kaiser", opinó Gandulfo, en relación al video viral del fundador del Partido de la Gente. "Es pragmático", agregó.

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Desde la academia, el investigador Aldo Mascareño lo definió como "excéntrico", un actor que se mueve por fuera del eje izquierda-derecha: "Su pathos no es representación ni mediación, sino dar voz a las inquietudes de la gente. Su política es ortogonal al clivaje tradicional. Parisi es la figura posdemocrática por excelencia: un atractor extraño en el campo electoral", puntualizó en una columna publicada en el diario chileno La Segunda.

En tanto, Parisi logró alimentarse del anticomunismo hacia Jara, de la desconfianza al conservadurismo de Kast y del desgaste de Evelyn Matthei, la candidata de la "derecha tradicional" que lideró las encuestas a principio de año y quedó relegada con el 12,48% de los votos, un resultado que no respondió las denuncias de una campaña de desprestigio en su contra.

Balotaje en Chile: entre la fatiga democrática y el miedo

Pese al clima de desconfianza, Gandulfo destacó un dato que diferencia a Chile de otros países de la región. "El Servel es uno de los órganos electorales con mejor calificación. Todos confían. No hay mucho despliegue de fiscales". Esa institucionalidad robusta convive, sin embargo, con un sistema político fracturado por los fracasos constituyentes de 2022 y 2023 y por un electorado cada vez más escéptico frente a las élites.

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Con el balotaje a la vista, la veedora advirtió un terreno todavía más volátil, considerando el destino del caudal de votos que recibió Parisi, el candidato que "le dio voz" a los desencantados con la política tradicional, tal como le reconoció la propia Jara en su discurso tras conocerse los primeros resultados.

"No firmo cheque en blanco a nadie, eso es una falta de respeto. Les tengo una mala noticia a los candidatos: gánense los votos", respondió Parisi este domingo 16 de noviembre, luego de que "sorprendiera" al quedarse no solo con el tercer puesto sino con buena parte de los "nuevos votantes" incorporados al padrón.

La corriente de fondo es el desencanto. Ese voto, masivo y determinante, será el que definirá el desenlace de la segunda vuelta electoral del 14 de diciembre. No solo se definirá quién asumirá el mando de La Moneda entre 2026 y 2030, sino qué tipo de contrato social emergerá después de una década de crisis políticas. En tanto, Jara y Kast tendrán el desafío de descifrar qué mensaje seducirá a una ciudadanía partida entre el desencanto con la clase política, la inseguridad y los nuevos e impredecibles electores.

"Será una nueva elección. Es un voto muy desesperanzado, de bronca y de miedo frente al tema de la seguridad. El voto antisistema a priori no iría para Jara o Kast, dependerá del discurso que tengan para captar ese electorado", concluyó la politóloga.

 

ML