Integración económica

Jorge Argüello: "El acuerdo con la UE es más importante que con EEUU"

El tratado busca impulsar el comercio bilateral eliminando más del 90% de los aranceles en un plazo que puede extenderse hasta 30 años para sectores sensibles. Actualmente, la Comisión Europea lo adoptó, pero su entrada en vigor depende de la ratificación unánime de los 27 Estados miembros.

Jorge Argüello: “En la competencia estratégica entre China y Estados Unidos resurgen las potencias medias” Foto: Cedoc

El acuerdo entre la Unión Europea y los países del Mercosur, firmado en diciembre de 2024 tras casi tres décadas de negociaciones, busca eliminar más del 90% de los aranceles, mejorar la cooperación regulatoria y profundizar la integración comercial en un mercado de más de 1.100 millones de personas con un PIB similar al de Estados Unidos. Según el diplomático Jorge Argüello en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190), este tratado es más relevante que el acuerdo anunciado entre Estados Unidos y Argentina.

El político y diplomático argentino, Jorge Argüello, tiene una extensa trayectoria en el servicio exterior. Fue embajador en Estados Unidos en dos períodos —2011-2013 y 2019-2023— y representante permanente ante la ONU entre 2007 y 2011, además de diputado nacional y presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores. Actualmente dirige la fundación Embajada Abierta, dedicada a relaciones internacionales y políticas públicas, con iniciativas estratégicas regionales.

Todavía se sigue sin conocer, ya no solo la letra chica, sino la letra grande del acuerdo con Estados Unidos, pero de cualquier forma ya han pasado una suficiente cantidad de días como para, más o menos, tener una idea de quiénes se sienten contentos con lo que podría suceder y quiénes no. Así que me gustaría escuchar tu balance.

Es cierto, estamos ante una operación política en desarrollo, un proceso que en inglés se describiría como "in the making". Se percibió un cierto apresuramiento en anunciar un marco de acuerdos que no solo involucra a Argentina; ese mismo día se anunciaron cuatro acuerdos marco en materia comercial: con Guatemala, El Salvador, Argentina y Ecuador.

Al mismo tiempo, ese mismo día en la Casa Blanca entraba Mauro Vieira, el exembajador de Brasil en Argentina y actual canciller del presidente de Brasil, para mantener una reunión que duró dos horas y media con Marco Rubio, secretario de Estado del presidente Donald Trump. El tema central fue el acuerdo bilateral comercial entre Estados Unidos y Brasil.

Con esto, daría una primera impresión: parece que la administración Trump está apresurada a remontar una situación complicada en su frente interno. Creo que esta serie de acciones responde más a necesidades de política interna que a una estrategia económica global coherente. Tengamos en cuenta que el anuncio, por ejemplo, del acuerdo marco con Argentina fue hecho por la Casa Blanca por la noche y en inglés. Si lo comparo con el acuerdo que recientemente anunció Estados Unidos con la Unión Europea, hay diferencias sustantivas: los anuncios fueron hechos en simultáneo.

Aquí hubo un cierto apresuramiento de la Casa Blanca, insisto yo, más orientado al frente interno de Trump.

Tengamos en cuenta que los aranceles que viene implementando desde el 2 de abril —el Día de la Liberación, Liberation Day, en Ontario— anunciados por el presidente Trump, elevaron los costos de los insumos importados en los Estados Unidos y afectaron la industria automotriz, la industria agrícola, el campo tecnológico. Además, hubo represalias de China, por ejemplo. Las represalias de China y de la Unión Europea en materia de exportación agrícola de soja golpearon a la administración, y este tuvo que tomar dos decisiones: por un lado, subsidios millonarios a los sectores productivos estadounidenses y, por otro, la promoción de estos acuerdos comerciales de los que estamos hablando.

Si vos recordás, hace poco los acuerdos con China y con Japón se mostraron como victorias rimbombantes. Y hay un cierto paralelismo con cómo se exhibió, o cómo repercutió en el gobierno argentino, el anuncio de la Casa Blanca del jueves… del miércoles por la noche. Se usaron palabras como “histórico” o “excepcional”.

Exacto, salimos en un paquete, en un pelotón de cuatro con Guatemala, El Salvador y Ecuador. Y estamos en presencia de una acción no solo orientada a la Argentina; está orientada a toda la región de América Latina y esto tiene que ver con otra pulseada que es de fondo, que es la pulseada por la hegemonía que sostienen Washington y Beijing.

Washington, que históricamente consideró a nuestra región como el patio trasero —el background, dicen ellos— de los Estados Unidos, de golpe, y después de algunas décadas de acción permanente e ininterrumpida de China, se encuentra con que China está muy presente en la región. Para ponerte un ejemplo: hoy, a partir de las mediciones del INDEC del mes de septiembre, fue en ese mes nuestro principal socio económico. Desplazó a Brasil, que está en segundo lugar. En tercer lugar está la Unión Europea y en cuarto lugar aparece recién Estados Unidos, seguido por India en quinta posición.

Con relación a los países de América Latina, hay un alivio interno de la presión sobre los precios.

Si, Estados Unidos ofrece reducciones arancelarias para el ingreso de algunos productos de la región porque necesita presionar los precios internos de Estados Unidos. En este primer pelotón de cuatro países que fueron objeto de los cuatro acuerdos anunciados la semana pasada, hay reducciones arancelarias sobre el café, sobre la banana, sobre el cacao, que son cosas que no produce Estados Unidos. Se anuncia la ampliación de la cuota de carne exportable desde Argentina.

Pero, por otro lado, hay otro punto, identificándolos grupalmente, que se refiere a la reciprocidad y al acceso al mercado exportador de Estados Unidos. Y acá, entonces, a nuestros países les son requeridas aperturas de mercado, tanto en el sector agrícola —en el caso de Argentina—, en el sector farmacéutico —en el caso de Argentina—, en el sector industrial. En esto se diferencia de Ecuador, Guatemala y El Salvador, porque esos países no tienen producción industrial que cuidar. Por lo tanto, las reducciones arancelarias se basan en el banano, el cacao, el café.

Y después hay un uso político de los acuerdos convalidados. Si uno lee cuidadosamente lo que hasta ahora se puede entender del acuerdo marco, que está en proceso de elaboración, todavía en los puntos centrales, uno ve acción orientada a ponerle límite a la presencia china en la región. Y lo hacen de distintas maneras: apelando, por ejemplo, a la noción del trabajo forzoso —todo el mundo entiende que está hablando de China—; al plantear la necesidad de ponerle límite a la acción “distorsionadora” —estoy diciendo esto de modo textual— de empresas estatales.

Todo el mundo sabe que en China las empresas son privadas, pero todas tienen un componente estatal. De manera tal que aparece clara esta preocupación por la presencia china en la región.

¿Te suena que un país que lleva 50 años de neodecadencia, como la Argentina, se ilusione una y otra vez, desesperado, con un hambre o una sed absoluta de romper su propio ciclo de decadencia? ¿Se ilusione pensando que este tratado, lo va a salvar, o que el litio lo va a salvar, o el cobre lo va a salvar, o Vaca Muerta lo va a salvar? ¿Acaso, en cada momento, no estamos siempre en la búsqueda de algo que rompa esta decadencia?

La Argentina debe insertarse comercialmente en el mundo. Para multiplicar su capacidad exportadora, habrá que ceder en algunos puntos para avanzar en otros, poniendo énfasis en ciertas políticas y moderándolo en otras. Es crucial que el gobierno mida con rigor el impacto de cada acuerdo que cierre sobre los distintos sectores productivos del país.

Aunque aún no se conocen las consecuencias completas del acuerdo marco con Estados Unidos, se escuchan opiniones que lo visualizan más como un convenio para facilitar importaciones estadounidenses hacia Argentina que como una restricción de importaciones de terceros países. Este punto merece un seguimiento a medida que se concreten los pasos.

Insisto, el comercio bilateral con Estados Unidos resulta importante pero no dominante: de unos 75-80 mil millones de dólares en exportaciones argentinas, solo 9 mil millones se dirigen a ese país, dejando un amplio margen con mercados.

Hace aproximadamente seis o siete años se anunció con gran expectativa lo que ahora estaría próximo a firmarse: el acuerdo Mercosur–Unión Europea. Al finalizar el gobierno del expresidentr Mauricio Macri, se presentaba como una gran oportunidad para el desarrollo económico argentino. Más allá de tu opinión sobre el tratado y de si es correcto esperar su firma en los próximos meses, surge nuevamente la misma pregunta: ¿no estamos siempre buscando una salida inmediata para algo que en realidad requerirá más tiempo?

En el plano específico, el acuerdo comercial entre Argentina y Estados Unidos, anunciado en noviembre de 2025 tras meses de negociaciones, incluye la eliminación de barreras arancelarias y no arancelarias, apertura de mercados y adecuación regulatoria en sectores claves como industrias, ganadería, agricultura y minería.

Considero que el tratado finalmente se encuentra en condiciones objetivas para ser votado. Te cuento una anécdota: en 2005, hace veinte años, yo presidía la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados de la Nación. Recibí un llamado urgente del embajador representante de la Unión Europea en Argentina, quien me informó: “Me avisan desde Bruselas que la firma del acuerdo es inminente”. Por eso, me solicitó convocar una reunión del pleno de la comisión para invitarlo a exponer y dar inicio a los pasos legislativos necesarios para la aprobación de ese acuerdo.

El acuerdo todavía no se ha firmado. Ha ido mutando constantemente conforme cambian las condiciones internacionales y las prioridades de los distintos actores involucrados: algunos años la responsabilidad por el estancamiento recaía en Brasil, otros en Francia, Polonia, en ocasiones en Argentina, y ahora parece que recae en Austria. Lo cierto es que hoy, frente a este largo proceso lleno de retrasos, revisiones y ajustes, estamos más cerca que nunca de concretar finalmente el acuerdo de libre comercio entre Argentina y Europa.

Insisto y reitero: estoy a favor de la inserción comercial internacional de Argentina. El presidente Lula ha convocado una cumbre de jefes de Estado del Mercosur para avanzar con este tema, y en los diarios surgen dudas sobre si el presidente Milei participará. Esto resulta preocupante, porque sería muy fácil pensar que ningún acuerdo que no sea con Estados Unidos importa para Argentina, y a mi juicio eso representaría un error estratégico.

Desde un enfoque comparativo, más allá de no conocer en detalle el acuerdo con Estados Unidos, ¿cómo evaluarías los beneficios del tratado Mercosur–Unión Europea para Argentina?

Creo que dinamizaría el flujo comercial entre los dos bloques y obligaría a nuestros países a dar un salto de calidad en la redefinición del bloque, ajustándose a las exigencias de una apertura de este tipo. Impulsaría mejoras en las condiciones generales de inserción comercial de la región. No podemos seguir aislados en un mundo cada vez más interconectado. El riesgo surge cuando, en lugar de multiplicar vínculos comerciales, los limitamos o nos sometemos a un seguidismo unidireccional, lo que, a corto o largo plazo, perjudicaría el interés nacional.

Hablábamos con un analista internacional sobre un supuesto corrimiento a la derecha en Latinoamérica, y él señalaba: “No hay un verdadero giro hacia la derecha, porque la mayoría de los habitantes de la región sigue gobernada por administraciones progresistas. México, Brasil y Colombia concentran la mayor población y juntos superan al resto de los países”. ¿Existe un Estados Unidos que se haya desplazado a la derecha, o se plantean dos tiempos, donde quizá al presidente que suceda a Milei en 2027 le toque un mandatario distinto a Trump?

El acuerdo con Estados Unidos es una rendición incondicional

En cuanto a la región, hasta ahora se observa cierto avance de gobiernos de derecha. Pienso en Ecuador, Paraguay y Argentina. Chile celebró elecciones recientemente y en diciembre se realizará el balotaje con un probable triunfo del candidato de derecha Kast. Perú, por su parte, tiene elecciones presidenciales programadas para abril.

MV