Economía en dos velocidades: sectores ganadores avanzan 11% y los rezagados caen 9%
Esta divergencia se manifiesta no sólo en el nivel de actividad, sino también en el empleo y en la evolución del salario real.
Desde el inicio del proceso de estabilización, la economía argentina exhibe una dinámica profundamente heterogénea, con sectores que consolidan ganancias y otros que continúan en retroceso. Esta divergencia se manifiesta no solo en el nivel de actividad, sino también en el empleo y en la evolución del salario real.
En materia de actividad económica, la tendencia general permanece estancada desde febrero, aunque con comportamientos muy dispares. Los sectores “ganadores” —agro, energía, minería e intermediación financiera— operan, en promedio, un 11% por encima del nivel de noviembre de 2023. En contraste, los sectores “perdedores” —construcción, industria y otros servicios— se ubican un 9% por debajo. Pese a esta dispersión, el nivel agregado de actividad logra mantenerse un 3,4% por encima del registrado un año atrás.
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En el mercado laboral, la situación es diferente: todos los sectores muestran deterioro. Los datos de agosto indican que el empleo total se encuentra 2,2% por debajo del nivel de noviembre de 2023. La caída es más profunda entre los sectores perdedores (–3%), mientras que los ganadores moderan parcialmente la baja (–1%). El contraste es claro: aun cuando algunos sectores expanden actividad, su capacidad de absorber empleo formal es limitada.
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El salario real, por su parte, presenta un comportamiento inverso al del empleo. Se observa una recuperación del poder adquisitivo respecto de noviembre de 2023, aunque persiste la heterogeneidad. El salario real general se ubica 2,5% por encima, pero los sectores ganadores lideran la mejora con un avance de 5,8%, frente a una recuperación más moderada (1,9%) en los sectores rezagados.
El mercado financiero también transita una etapa de transición. El Tesoro pasó de ser vendedor a comprador de divisas, las restricciones cambiarias comienzan a distenderse y se reabre parcialmente el acceso al financiamiento externo, con emisiones corporativas y sub-soberanas que marcan un cambio de régimen. En este contexto, la estructura de tasas, la liquidez y el riesgo país iniciaron un proceso de reacomodamiento.
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Un dato relevante de las últimas semanas es el giro en la dinámica del mercado cambiario. Luego de las elecciones, el Tesoro revirtió la necesidad de vender divisas: pasó de desprenderse de cerca de US$2.000 millones en octubre a recomprar aproximadamente US$950 millones en noviembre (hasta el 14/11). Casi todo ese monto se destinó al pago de compromisos con organismos internacionales —principalmente US$796 millones con el FMI—, sin cambios significativos en los depósitos en dólares, que se mantienen en US$111 millones.
La principal señal de alerta proviene de los depósitos del Tesoro en el BCRA, que rondan $4,7 billones, frente a vencimientos en pesos por $14 billones en lo que resta de noviembre y más de $40 billones en diciembre. Esto exige un rollover superior al 90%. A este desafío se suma el vencimiento, el 28 de noviembre, del aumento transitorio de encajes del 45% al 50%, implementado para contener la volatilidad. Paralelamente, noviembre marcó el regreso de las emisiones en dólares: primero del sector corporativo —que ya supera los US$3.000 millones— y luego también del segmento sub-soberano.
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En renta fija, los bonos hard-dollar mantuvieron un desempeño firme: los Bonares avanzaron 1% en la semana y los globales 0,1%, operando con paridades en torno a máximos históricos. En contraste, el mercado accionario exhibió mayor volatilidad, afectado por correcciones externas, aunque recuperó terreno a mitad de semana impulsado por los resultados de Nvidia.
El tipo de cambio, por su parte, volvió a mostrar estabilidad gracias al flujo de liquidación de Obligaciones Negociables en el MULC. El dólar oficial registró una variación semanal moderada de 0,6%, mientras que la brecha con los financieros se redujo. En las próximas semanas, es probable que esta dinámica se sostenga, favorecida por la estacionalidad de mayor demanda de pesos y la oferta adicional de divisas derivada de las nuevas emisiones.
En síntesis, es razonable esperar una continuidad en la irregularidad del nivel de actividad. El último dato oficial disponible (agosto) mostró un incremento de 0,3% luego de tres meses consecutivos de caídas. Con base en los indicadores sectoriales, se proyectaba para septiembre una contracción cercana a –1%, reflejo de la desaceleración del crédito y el menor dinamismo del comercio minorista y terminó en 0,5% positivo. No obstante, para octubre se prevé un leve repunte, impulsado por señales mixtas en distintos frentes.
lr
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