La juventud argentina, en la franja de 18 a 35 años, se muestra optimista en la era Javier Milei, y en medio del debate sobre la necesidad de una reforma laboral, respecto a sus oportunidades laborales. Pero mantiene una profunda desconfianza en la situación económica actual. Esta es una de las principales conclusiones del reciente estudio realizado por Enter Comunicación y Reyes-Filadoro al que pudo acceder PERFIL. Allí, se analizaron las expectativas, la realidad del mundo del trabajo y el impacto de la Inteligencia Artificial (IA) en esta franja etaria.
El informe, elaborado a partir de encuestas, focus groups y análisis digital entre septiembre y noviembre de 2025, traza un perfil de jóvenes que valoran la flexibilidad y la adaptación como herramientas de progreso, aunque perciben que las condiciones actuales no los favorecen.
El trabajo evidencia una polarización entre los jóvenes más chicos y los mayores del segmento (25 a 35 años) respecto a la formalidad laboral. Por caso, los sub-25 priorizan la flexibilidad sobre la registración: el 21% de los jóvenes entre 18 y 24 años prefiere un trabajo informal como su "trabajo ideal". En contraste, solo el 7% de este grupo elige un trabajo registrado (en blanco) como ideal.
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Los mayores buscan estabilidad: el grupo de 25 a 35 años, en cambio, valora más la estabilidad ya que el 50% prioriza tener un trabajo registrado y el 30% uno estable con horarios fijos. Hay más datos: el 37% de los jóvenes que trabaja lo hace de forma independiente, superando al trabajo en blanco del sector privado (16%) y el trabajo en negro (12%).
“Hay que formarse mucho más pero se gana menos”, sintetizó uno de los participantes de los grupos focales, reflejando la percepción de que el esfuerzo ya no garantiza el progreso.
La persistente grieta de género en el trabajo
La satisfacción con la situación laboral revela una marcada brecha de género. El 63% de los hombres está satisfecho con su trabajo actual mientras que el porcentaje de mujeres satisfechas cae al 48%.
La diferencia de 15 puntos se replica en las estrategias de progreso y riesgo. Las mujeres son las que más valoran la educación formal como factor de progreso (41% vs. 28% de los hombres). En cambio, los hombres priorizan la autonomía (tener un emprendimiento propio) como factor de progreso (25% vs. 8% de las mujeres).
La búsqueda de ingresos adicionales y el uso de herramientas tecnológicas también presenta un fuerte sesgo de género. En el ítem “Inversión y riesgo” sobresale que el 57% de los hombres utiliza plataformas de inversión financiera (como Binance o InvertirOnline), comparado con el 43% de las mujeres. Esta tendencia se acentúa en las apuestas online, donde el porcentaje de hombres que apostó para generar ingresos duplica al de las mujeres (12% vs 6%). Un testimonio de un grupo focal explica: “Es un tema masculino… las apuestas son deportivas. Los que más consumen deportes son los hombres”.
Aunque el uso de Inteligencia Artificial en la vida diaria es alto (59% en promedio), la preocupación por su impacto no es homogénea. El 33% de las mujeres está preocupada de que la IA reemplace su trabajo, mientras que solo el 18% de los hombres expresa la misma inquietud.
Este temor al reemplazo se traduce en la búsqueda de protección. El 45% de las mujeres cree que el Estado debería regular la IA para proteger a las personas, frente al 34% de los hombres que apoya esta postura.