Juan Carlos Torre: "Alfonsín anunció ideas socialdemócratas, pero no tuvo catequistas que evangelizaran la buena nueva"
El sociólogo recuerda que e Partido Radical era "socialdemócrata solo en un mundo político provinciano" y existen "distancias muy grandes" entre el discurso de Alfonsín y la socialdemocracia en Europa.
—Emilio de Ípola y Juan Carlos Portantiero fueron los pensadores que le dieron sustento esencial a las ideas de Raúl Alfonsín, al famoso discurso de Parque Norte. ¿A qué atribuye que ese proyecto socialdemócrata no prosperara y transformara a la cultura política argentina?
—Hay que preguntarse si tuvo esa ambición. Son dos amigos con los cuales conversamos muchas veces. No hubo otro con la curiosidad intelectual fenomenal, única en la Argentina, de Raúl Alfonsín. Eso lo llevo a tener un elenco inédito junto a él. Carlos Nino es uno; Juan Sourrouille es otro de esos intelectuales. También Portantiero y De Ípola, dentro de la mesa chica del gobierno de Alfonsín tuvieron una tarea. Ellos estudiaban encuestas de opinión y preparaban discursos. Alfonsín quiso tener un libreto para los nuevos tiempos de la Argentina. El Partido Radical era bastante magro en materia de producción ideológica. Nos revela un Alfonsín, además de curioso, ávido. Una avidez que no perdería nunca. El fruto de su trabajo fue el discurso de Parque Norte. Un discurso plomo desde el punto de vista de un producto de masas. Su discurso generó sorpresa. El público quedó atónito. Más de uno se levantó y se fue, porque veía cosas raras. Alguien preguntó si no era que venía el frondicismo desarrollista en un envase nuevo. Fue un discurso bastante externo a la experiencia radical. No tuvo evangelistas, sí tuvo un gran enunciador. Ese gran enunciador, Alfonsín, no fue secundado por evangelistas o catequistas que llevaran la buena nueva a un partido que siguió impertérrito.
—Sobre la idea de la socialdemocracia, usted decía que no tuvo luego catequizadores que continuaran. De hecho, el Partido Radical en gran medida se corrió hacia la derecha.
—No iría tan lejos, pero para los peronistas no había duda. El Partido Radical era socialdemócrata solo en un mundo político provinciano. Apenas uno contrasta el partido, la gestión, las ideas, y la socialdemocracia en Europa ve distancias muy grandes. Hay una inspiración que trata de filtrarse en la vida social y política argentina. Hoy hay muchos que miran al Vaticano buscando inspiración. Pero no puede decirse que vivamos en una sociedad en clave vaticana. Se buscó una inspiración, que se filtraran esas ideas. Convengamos que no eran las circunstancias propicias para experimentos políticos ideológicos de esa envergadura. El país estaba contra la pared, en una emergencia económica y política formidable. Ese pensamiento podía indicar las luces del sendero. Pero fue un sendero con demasiadas bocacalles. Algunos se perdían, retomar el sendero era muy complicado.
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