Enero crítico para la economía: el Gobierno de Milei afrontará pagos de deuda por US$4.225 millones
El ministro de Economía, Luis Caputo, descartó recurrir a los mercados internacionales y aseguró que el Gobierno busca ir “eliminando” la “dependencia” de Wall Street. Ante ese panorama, afirmó que es “muy difícil” crecer de manera sostenida sin un mercado de capitales interno más desarrollado.
El Gobierno de Javier Milei se prepara para atravesar en 2026 uno de los desafíos financieros más exigentes desde el inicio de su gestión: afrontar vencimientos de deuda externa por más de US$4.000 millones, que incluyen pagos a acreedores privados, al Fondo Monetario Internacional (FMI) y a otros organismos multilaterales. Aquellas obligaciones forman parte de un calendario anual más amplio que, de acuerdo con proyecciones económicas, podría ubicarse entre US$17.000 y US$20.000 millones, un esquema que mantiene bajo presión las reservas del Banco Central.
Será el 9 de enero cuando llegue el primer pago relevante, con vencimientos de deuda por US$4.225 millones. Para ese momento, el Tesoro cuenta con US$1.800 millones ya asignados, pero todavía debe reunir cerca de US$2.400 millones adicionales. Algunos de los recursos disponibles son la emisión del BONAR 2029N, la compra de reservas realizada en las últimas semanas y el posible uso, parcial o total, de los US$700 millones que ingresarán por las concesiones hidroeléctricas, fondos que hoy integran el esquema de financiamiento oficial.
A juicio del Ejecutivo se admite que el margen es estrecho, pero insisten en que el pago está garantizado. Tanto Milei como el ministro de Economía, Luis Caputo, reiteraron que la deuda será cumplida en tiempo y forma, mientras se terminan de definir las herramientas para cubrir el monto restante. Entre las alternativas en análisis figuran la negociación de un REPO con bancos privados y nuevas colocaciones en el mercado de deuda local.
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El objetivo de volver a los mercados internacionales fue descartada por Caputo, que planteó como objetivo estratégico reducir la “dependencia” de Wall Street. Según explicó, la apuesta del Gobierno es fortalecer el mercado de capitales interno y avanzar hacia un esquema de financiamiento más autónomo. En ese sentido, sostuvo que es “muy difícil” que un país logre crecer de manera sostenida sin un mercado financiero local más profundo y desarrollado.
Sostuvo que “el REPO ya nos asegura que podemos, pero estamos trabajando en otras alternativas”. También remarcó que la intención oficial es que Wall Street sea una fuente de financiamiento marginal para la Argentina, al menos en lo que respecta a bonos soberanos. Milei se mostró optimista de cara a enero y aseguró que encontrarán los fondos.
“Argentina va a pagar su deuda, no tengan dudas. Eso lo va a resolver el ministro”, afirmó en declaraciones radiales.
Qué ocurrirá si no se refinancian esos pagos a tiempo
El inicio de 2026 cada vez más cerca y el mercado financiero sigue con atención cada señal que emite el Ministerio de Economía. Ahora, en el centro de la escena aparecen los vencimientos de deuda de enero, que rondan los US$4.300 millones, y la necesidad de definir cómo se cubrirán. La posibilidad de cerrar un préstamo REPO con bancos privados o avanzar con una nueva colocación de deuda local se volvió clave para despejar dudas y evitar sobresaltos.
Si Argentina llega a esa fecha sin haber asegurado una refinanciación, el impacto podría ser inmediato y profundo:
⇒ El primer escenario que preocupa a los analistas es el del default técnico. Aun si el Gobierno mantiene la voluntad de pago, una falta puntual de liquidez podría activar las cláusulas de incumplimiento cruzado previstas en los contratos de deuda. Esto permitiría que otros acreedores reclamen el pago anticipado del total de los bonos, cerrando el acceso al crédito internacional y profundizando el castigo sobre los activos argentinos, tanto bonos como acciones.
⇒ Una segunda opción sería utilizar las reservas del Banco Central para cumplir con los compromisos. Sin embargo, esa decisión implicaría un costo elevado en términos de estabilidad macroeconómica. Un pago de esta magnitud reduciría de manera significativa el margen de maniobra del BCRA, debilitando su capacidad para intervenir en el mercado cambiario. Ante este escenario, la presión sobre el dólar financiero y los tipos de cambio paralelos podría intensificarse, ampliando la brecha cambiaria y generando nuevas tensiones.
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⇒ Las consecuencias tampoco se limitarían al frente financiero. La falta de certezas sobre el rumbo de la deuda suele trasladarse a la economía real. Con un riesgo país en alza y mayor volatilidad, las empresas tienden a postergar inversiones y a frenar proyectos de expansión. A su vez, la presión cambiaria suele anticipar ajustes de precios, lo que podría afectar el proceso de desaceleración inflacionaria que el Gobierno busca consolidar.
MV/ML
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