El 66% de los adolescentes realiza tareas de cuidado doméstico no remunerado
Un muy elevado porcentaje de adolescentes tiene a su cargo tareas de cuidado que debería cumplir un adulto. Es la conclusión a la que llegó un flamante estudio realizado por Unicef y por el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA).
Según estos expertos, casi siete de cada diez adolescentes de entre 15 y 17 años, realizan actualmente tareas de cuidado y de trabajo doméstico no pago. El “paper” afirma que esto compromete el rendimiento escolar de los jóvenes, afecta su calidad de vida e impacta sobre las posibilidades de desarrollo personales.
El informe en concreto se llama “Adolescentes que cuidan: un trabajo invisible que moldea el presente y condiciona el futuro” y allí detalla una realidad poco divulgada, que se ensaña principalmente con las adolescentes mujeres y con sectores especialmente vulnerables de la población.
Según datos extraídos de la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (de 2021), un 66% de los adolescentes de 15 a 17 años realiza trabajo no remunerado en sus hogares, siendo las mujeres las más afectadas. Así, el 78% de ellas asume esta carga, en comparación con el 54% de los varones. ¿Qué actividades hacen? Cocinar, limpiar, cuidar a hermanos menores y ayudarlos con tareas escolares, entre otras.
Y ¿por qué lo hacen? Las razones esgrimidas y mencionadas es que su trabajo “es un apoyo estratégico dentro de la familia para que las personas adultas puedan salir a trabajar, en ocasiones jornadas laborales muy largas, lejos del hogar”.
El tiempo que los adolescentes dedican a los cuidados no es menor. Por ejemplo, de acuerdo con el estudio, en promedio –en el grupo etario de 16 y 17 años– las mujeres que cuidan dedican 5:18 horas cada día a cuidados; mientras que los varones le dedican 3:29 horas. O sea como era previsible, el trabajo de Unicef confirmó que las chicas dedican mucho más tiempo a tareas de cuidados que sus pares varones: un 44% más de tiempo según el género.
El trabajo, aparte de cuantitativo, también tuvo una fase cualitativa, donde se entrevistaron a muchos jóvenes. Un testimonio típico es el siguiente: Mariana es una estudiante de Buenos Aires. Tiene 17 años y en la entrevista personal contó que:“A veces quiero salir con amigas, pero tengo que cuidar a mi hermanito. Mi mamá trabaja mucho, así que me toca a mí. Esto afecta mi tiempo para estudiar o divertirme”.
Para Carolina Aulicino, staff del equipo de Política Social en Unicef, “esta realización de tareas intensivas de cuidado por parte de las y los adolescentes vulnera sus derechos. Tienen que poder estudiar, tener tiempo de ocio, hacer una actividad deportiva, artística, etc. O sea, derecho a vivir su adolescencia”, señaló. Y terminó: “es importante visibilizar esta situación y convocarlos a la hora de pensar políticas para resolverla”.
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