Igor Rybakov cofundó una empresa de materiales para tejados en Rusia en la década de 1990, convirtiéndose en uno de los multimillonarios más jóvenes del país. Hace cuatro años se alejó del negocio, para concentrarse en gestionar su fortuna y en proyectos de filantropía.
Su iniciativa más reciente es la música. Rybakov, de 47 años, ha lanzado su primer álbum este mes, dedicado a su esposa Ekaterina. El trabajo de cinco temas tiene elementos de trip hop y pop, en canciones que hablan de amor, fe y felicidad, una mezcla típicamente rusa de romanticismo y nostalgia.
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“La música estimula la actividad intelectual, lo que me ayuda a buscar y descubrir nuevas oportunidades de negocios”, dijo Rybakov en una entrevista telefónica. El magnate gastó alrededor de US$45.500 en su producción y planea lanzar otro álbum este año.
Puede permitírselo.
Rybakov continúa beneficiándose de su compañía, Technonicol, que cofundó con Sergey Kolesnikov cuando ambos eran compañeros de vivienda en el Instituto de Física y Tecnología de Moscú. El negocio generó 94.000 millones de rublos (US$1.400 millones) en ingresos en 2018, un 18% más que el año anterior. Kolesnikov continúa dirigiendo el negocio.
En 2015, Rybakov creó una fundación para centrarse en el desarrollo de la educación en Rusia. También es dueño de SOK, una compañía inmobiliaria de espacios compartidos, y tiene inversiones en el fondo Prytek, que gestiona US$170 millones.
No es el único multimillonario ruso que se interesa por la música. Mikhail Gutseriev, de 61 años, escribe poemas y letras de canciones para estrellas del pop locales. Los ingresos del grupo de productos derivados del petróleo, Neftisa, casi se han duplicado desde 2014.
