La recuperación económica de Brasil no logra materializarse por tercer año consecutivo. El riesgo de que no ocurra en el futuro cercano, ya que el motor de crecimiento del país parece estar descompuesto.
No solo enfrenta vientos en contra más fuertes sin la ayuda del auge de las materias primas de la década pasada, sino que también años de errores de gestión o la simple falta de acción han provocado cambios estructurales que merman su potencial de crecimiento.
"Es como conducir un auto cuesta arriba y cambiar su motor de ocho cilindros por uno de cuatro", explicó Alberto Ramos, economista en jefe para América Latina de Goldman Sachs. “La economía perdió la capacidad de lograr una fuerte recuperación; es un producto dañado".
Esto no les gusta a los autoritariosEl ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.Hoy más que nunca Suscribite
El producto interno bruto de Brasil ha estado por debajo de los pronósticos iniciales de economistas durante siete de los últimos ocho años. Las expectativas para el PIB de 2019 han caído de 2,53 por ciento a principios de año a solo 1,7 por ciento.
Parte de la decepción de este año puede atribuirse al colapso mortal de una presa que perjudicó la producción minera, una recesión en la vecina Argentina y la incertidumbre relacionada con la capacidad del presidente Jair Bolsonaro de cumplir con sus promesas de reformas. Años anteriores también estuvieron marcados por el desastre económico: un proceso prolongado de destitución en 2016, la filtración de un audio que complicó al expresidente Michel Temer y a su agenda de reformas en 2017 y una huelga masiva de camioneros en 2018.
Sin embargo, todos estos problemas no explican completamente la incapacidad brasileña de lograr una recuperación más sólida, como suele ser el caso después de salir de una recesión. La economía brasileña se ha expandido apenas un 1,1 por ciento por año desde que emergió en 2017 de su recesión más profunda. Ese ritmo está apenas por encima de la tasa de crecimiento de la población brasileña, lo que significa que el PIB per cápita no se ha recuperado aún, según un informe de economistas liderados por Affonso Celso Pastore, expresidente del Banco Central.
"Las recuperaciones cíclicas están determinadas por la intensidad de la demanda agregada y no hay ninguna señal de aceleración"
"Las recuperaciones cíclicas están determinadas por la intensidad de la demanda agregada y no hay ninguna señal de aceleración", comentó Pastore, quien forma parte de un comité que monitorea los ciclos económicos de Brasil en la Fundación Getulio Vargas. Pronostica un estancamiento en la primera mitad del año y un crecimiento que puede ser de solo 1 por ciento en 2019.
¿Qué pasa entonces? Economistas, entre ellos Ramos de Goldman Sachs, apuntan a una serie de medidas implementadas durante los 13 años de gobierno del izquierdista Partido de los Trabajadores que dieron como resultado recursos mal asignados, una disminución del capital necesario para invertir y el agotamiento de la capacidad del gobierno de generar estímulos fiscales.
Esperar y observar
Sin las condiciones adecuadas para la inversión, el incremento de la confianza empresarial tras el ascenso al poder de Temer en 2016 y la elección de Bolsonaro en octubre pasado ha demostrado ser poco más que una ilusión.
Ni siquiera el mínimo histórico de la tasa de interés de referencia ha alentado al sector privado a invertir y una flexibilización monetaria adicional no cambiará mucho las cosas, según Carlos Thadeu de Freitas, hasta hace poco director del banco estatal de desarrollo del país. La institución, BNDES, desembolsó un monto mínimo en 11 años en 2018 y este año espera prestar aún menos: unos 60.000 millones de reales (US$15.000 millones), señaló.
“Las empresas no quieren invertir, están esperando y observando ", afirmó Freitas, quien también es exdirector del Banco Central, en una entrevista. Agregó que una mayor reducción de la tasa de referencia respecto al 6,5 por ciento actual ayudaría al gobierno a pagar menos intereses por su deuda. "Pero no servirá de mucho más, porque en Brasil no hay mucha demanda de inversión".