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Una festival con música y autos veloces cierran un año oscuro en Arabia Saudita

Bajo juegos de luces, se bailó al compás de la música house de David Guetta después que autos de carrera eléctricos pasaran zumbando por una pista.

Inside The Saudi Aramco Driving School For Thousands Of Women
Inside The Saudi Aramco Driving School For Thousands Of Women | Bloomberg

Era el momento de mostrar a la nueva Arabia Saudita. Bajo juegos de luces, los hombres y las mujeres bailaban al compás de la secuencia de graves de la música house de la superestrella David Guetta después que autos de carrera eléctricos pasaran zumbando por una pista.

El príncipe heredero Mohammed bin Salman, el líder de facto de 33 años, recorrió el evento patrocinado por el gobierno durante el fin de semana tomando fotos con sus leales seguidores. Entonces, el martes, llegó el anuncio de otro año de ayudas financieras de miles de millones de dólares para los ciudadanos en el presupuesto.

Sin embargo, las sonrisas y la generosidad ocultan un lado más oscuro del reino que se hizo patente durante el último año, lado que quedó en primer plano con el horripilante asesinato del columnista de The Washington Post Jamal Khashoggi. Y algunos sauditas en silencio se preguntan si la diversión es sólo una distracción para modificar la opinión internacional.

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El cambio social que está teniendo lugar en Arabia Saudita indudablemente ha traído alegría y nuevas oportunidades a muchos ciudadanos, pero estas llegan con una amenaza implícita: disfruten de la diversión, pero no cuestionen a la dirigencia.

Las mujeres pueden manejar autos después de que se levantara una prohibición de décadas, la segregación por género se está disolviendo y los cafés están llenos de música, antes considerada inmoral en el conservador reino islámico. Al mismo tiempo, cualquier espacio de libertad de expresión ha desaparecido.

En su lugar ha surgido una forma agresiva de nacionalismo por la que se venera al príncipe Mohammed como representante del progreso y no como el descarado líder a quien la CIA acusa del asesinato de Khashoggi en octubre.

El gobierno saudita niega con vehemencia que el príncipe participara en el crimen en el consulado saudita en Estambul, y el caso desde entonces ha llevado a un ajuste de cuentas interno y la destitución de altos funcionarios. Pero eso no hizo más que acentuar la sensación de que “estás con nosotros o contra nosotros”.

Nos toman como blanco, tenemos un enemigo imaginario y todos nos odian”, dijo el domingo Waleed, de 30 años, mientras sorbía un té en un atestado restaurante de Riad. Al igual que la mayoría de los sauditas entrevistados, pidió que no se lo identificara por su nombre completo. “Soy optimista, pero las señales actuales son malas. La gente vive un engaño”.

Relato oficial

El príncipe Mohammed consolidó su poder con la protección de su padre, el rey Salman, en su país y de aliados como el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, en el extranjero. El relato oficial es que él es el hombre que puede transformar a Arabia Saudita.

Sofocar el disenso es el costo de erradicar el extremismo y fomentar el cambio sin desatar una guerra civil, ha dicho el príncipe. Los clérigos conservadores y los activistas políticos han sido encarcelados y acusados de traición. En una supuesta mano dura contra la corrupción, cientos de miembros de la realeza y sauditas ricos fueron encerrados en el hotel Ritz-Carlton de Riad antes de que reabriera en febrero.

En contraposición, la serie de conciertos celebrada junto a una carrera de Fórmula E en el suburbio de Diriyah, en Riad, combinó la diversión con el patriotismo, y la mayoría de las personas entrevistadas tenían una visión positiva sobre esto. Las mujeres llegaron a la carrera solas y con la cabeza descubierta en sus autos deportivos. A la antes temida policía religiosa no se la vio por ningún lado.

En realidad, habiendo pocas encuestas de opinión en Arabia Saudita, es difícil decir si la mayoría de la gente apoya esto o si el disenso ha sido acallado.