Hoteles de lujo en palacios de mármol, boutiques exclusivas y bulliciosas cafeterías muestran a los visitantes del centro de Lisboa el gran cambio que ha experimentado Portugal desde hace solo ocho años, cuando se encontraba al borde del incumplimiento.
Los votantes acuden a las urnas para las elecciones generales del domingo tras cinco años consecutivos de crecimiento que han reducido a la mitad el desempleo y han eliminado el gasto deficitario. Frente al populismo y las divisiones que afectan a vecinos como España e Italia, Portugal parece un remanso de estabilidad.
Pero también hay fragilidad en el éxito del país y una sensación persistente de que el primer ministro socialista, António Costa, no ha hecho todo lo que pudo durante los cuatro años de generosidad del banco central para preparar al país para la próxima recesión.
El crecimiento se está desacelerando y la recaudación fiscal ha alcanzado un máximo desde hace largo tiempo del 35% del PIB. Costa quiere continuar eliminando los aumentos de impuestos sobre la renta aplicados durante el rescate. Ello deja poco margen de maniobra para la deuda pública, que casi se ha duplicado en los diez últimos años en términos nominales, y alcanzó el 122% del PIB el año pasado.
Lisboa, vieja ciudad llena de encanto y belleza
"En una crisis, siempre son los países pequeños y vulnerables los que sufren", dijo Arne Rasmussen, jefe de análisis de renta fija de Danske Bank en Copenhague. "No lo parece ahora, pero si por alguna razón hay un panorama político incierto o el crecimiento se desacelera más de lo esperado, podría haber nerviosismo".
Costa inicialmente estremeció a inversores y cargos europeos cuando llegó al poder a finales de 2015, al deshacer algunas de las condiciones del rescate de Portugal en 2011. Desde entonces, se ha ganado la aprobación, con una fuerte reducción del déficit presupuestario, desde unos niveles cerca del incumplimiento de casi del 11% en 2010 a un 0,2% previsto para este año.
S&P elevó el mes pasado la perspectiva de la calificación BBB de Portugal de estable a positiva, mientras que los inversores han reducido la rentabilidad del bono a 10 años a 0,2% frente a un vertiginoso 18% en 2012.
Las encuestas de opinión sugieren que los votantes también ofrecerán su respaldo y otorgarán otro mandato al dirigente de 58 años de edad. Los socialistas de Costa llevan una ventaja de 8,9 puntos porcentuales y obtendrían un 35% de apoyo en el Parlamento, según una encuesta publicada por Jornal de Negocios el jueves.
Para muchos brasileños, Portugal es el nuevo Miami
Sin embargo, hay opiniones opuestas en las calles de Lisboa.
"La mitad del país dice que las cosas están mejor, la otra mitad dice que peor", afirma João Marcos Marchante, socio y productor de 34 años de Nebula, un estudio de animación. "La sensación que tengo es que un flujo muy grande de dinero y de personas llegó a Portugal, y lo ha encarecido todo".
Muchos residentes de la capital tuvieron que marcharse de sus barrios ya que sus salarios no eran suficientes para cubrir el aumento de los costes del alquiler, dijo Antonio Machado, director de la Asociación de Inquilinos de Lisboa, que ofrece asesoría legal a los miembros.
Los precios de las propiedades portuguesas aumentaron un 9,2% solo en el primer trimestre del año. Por el contrario, la media de salarios es la cuarta más baja en la OCDE, y muchos de los nuevos empleos pagan salarios mínimos mensuales de 600 euros.
"A los sectores turístico e inmobiliario les va muy bien y muchas personas se están beneficiando de ello", dijo Ricardo Silva, camarero de 43 años que sirve perritos calientes en un quiosco fuera del edificio Cartier en la vía principal de la ciudad, la Avenida da Liberdade. "Ahora necesitamos que la mayor parte de los otros sectores de la economía mejoren para que el país sea más sostenible".
El éxito efímero del modelo portugués
Los detractores dicen que Costa ha hecho muy poco por aumentar la eficiencia del país, reducir la burocracia y el tamaño de un sector estatal inflado. Ello frena a las promotoras que podrían ayudar a contener el vigoroso boom inmobiliario aumentando la oferta.
"Las licencias en Lisboa tardan mucho tiempo", dijo Claude Kandiyoti, responsable ejecutivo de Krest Real Estate Investments, una empresa belga que ha invertido casi 100 millones de euros en el sector inmobiliario en Portugal. "Es una gran preocupación que puede alejar a un inversor extranjero".
Las empresas portuguesas siguen sofocadas bajo el peso de una alta deuda corporativa, sin incluir la banca, de aproximadamente un 126% del PIB. La rentabilidad de los bancos es baja y los préstamos morosos son del 8,9%. Algunos cargos siguen disfrutando de beneficios de los que carece el sector privado, lo que aumenta la carga de los contribuyentes.
"Aumentan los salarios de las personas que no deberían recibir esos aumentos, las personas en la oficina", dijo Antonio Proenca en Barreiro, una ciudad a 25 minutos en ferry de Lisboa, donde muchos están trasladando su hogar en los últimos años. Su salario de navegante ha aumentado "un poco", dijo, en los últimos cinco años.
F.D.S./