Los pacientes llegan de noche o a plena luz del día, vivos y, a veces, muertos. Un aumento récord de suicidios en la atribulada Venezuela tiene agotados a los médicos que trabajan en el hospital universitario del estado andino de Mérida.
Las personas que han intentado suicidarse llegan a un ritmo incierto que genera temor en los profesionales que las reciben. "Vivimos entre el terror y la impotencia", dijo Ignacio Sandia, quien encabeza el departamento de psiquiatría. "Constantemente pensamos que no podemos hacer lo que deberíamos en el momento en que podemos, y estamos aterrorizados de que los pacientes se suiciden y no hay nada que podamos hacer por ellos".
Los suicidios están aumentando rápidamente en esta nación que una vez fue rica, particularmente en las montañas de Mérida, donde están alcanzando niveles nunca vistos.
El Observatorio Venezolano de Violencia, una organización no gubernamental, estima que la tasa de suicidios del estado fue de más de 19 por 100.000 en 2017. Solo 12 naciones tienen una tasa tan alta. Tales muertes se están volviendo comunes en una población plagada de hiperinflación, hambre y emigración masiva.
Xiomara Betancourt, neuróloga que dirige los servicios de salud mental en Corposalud Mérida, el sistema de salud pública, atribuyó las cifras a la escasez de medicamentos antidepresivos y ansiolíticos y a la soledad cuando los seres queridos se van. "Es un cóctel, una multitud de factores que han convergido", señaló.
A falta de cifras oficiales confiables, el Observatorio de la Violencia analizó recortes de prensa y registros policiales y hospitalarios para documentar más de 190 suicidios en Mérida el año pasado.
La muerte de Ángel Isol Méndez, de 75 años, puso fin a un decaimiento que reflejó el estado. Su bodega en un pueblo rural se quedó sin bienes. El hambre marchitó su cuerpo y la falta de insulina llenó sus pies de úlceras diabéticas. El 23 de agosto, su hijo lo encontró muerto en la antesala de su tienda vacía, tras dispararse con su propio revólver.
Muchas decisiones finales, dicen los médicos y las autoridades, se toman por impulso. Eudis Miguel Valero Sánchez, de 20 años, se rompió la pierna el año pasado al caer de la parte trasera de un camión. Cayó en una profunda depresión y, después de una pelea de Nochebuena, salió corriendo de la casa familiar de una sola habitación y se ahorcó.
El gobierno no ha sido transparente en relación con las muertes. Al igual que con la inflación, los homicidios y las estadísticas de VIH, el autocrático gobierno del presidente Nicolás Maduro suele guardar silencio durante años. Sin embargo, fragmentos de datos confirman la oleada.
En Caracas, hubo 131 suicidios en junio y julio, según un documento a nivel nacional de la policía de investigación obtenido por Bloomberg News. Eso implica un total este año de 786 solo en la capital. En comparación, toda la nación tuvo 788 suicidios en todo 2012, la última contabilidad confiable del Instituto Nacional de Estadísticas de Venezuela.
Convite, un grupo de defensa para los ancianos, dijo que los suicidios entre los venezolanos de mayor edad aumentaron un 67 por ciento en 2017 respecto al año anterior.
Este mes, el grupo de derechos de los niños Cecodap publicó un estudio que mostró un aumento del 18 por ciento en suicidios entre menores en 2017. Las tasas de Mérida han superado el promedio nacional. Oficialmente, Corposalud dice que la cifra aumentó más del doble a nueve por cada 100.000 en 2016, en comparación con el año anterior.
Los números del año pasado aún están siendo compilados, pero los analistas dicen que la policía de investigación nacional, que registra las muertes, subestima sistemáticamente la realidad.
"Ningún gobierno se beneficia al revelar estadísticas que prueben que su país es uno de los más violentos del mundo", dijo Gustavo Páez, quien dirige el capítulo de Mérida del Observatorio de la Violencia.
Ni la división de policía de investigación de Mérida ni el Ministerio del Interior de Venezuela, que supervisa esta rama, respondieron a las solicitudes de entrevistas y datos oficiales.
El gobierno de Maduro está empeorando las cosas al negar que la nación está en colapso, dijo Sandia, jefa del departamento de psiquiatría. "La pregunta para el que sufre pasa a ser: ’¿Soy el único al que le está pasando esto? Si el problema no es el gobierno, si no es la situación en el país, el problema soy yo, y si muero se soluciona todo", dijo Sandia.