CIENCIA
CIENTFICO POLMICO

Hawking abrió el debate sobre la legalización del suicidio asistido

En la presentación de un documental sobre su vida, dijo que debería estar permitido para enfermos terminales. Críticas del papa Francisco.

Genio. Stephen Hawking fue diagnosticado a los 21 años con una enfermedad neuro motora.
| Cedoc

“Las personas que padecen una enfermedad terminal y sufren mucho dolor deberían tener el derecho de acabar con sus vidas, y aquéllos que les ayuden no deberían ser perseguidos por la Justicia”. Con esta contundencia, Stephen Hawking dejó en claro su postura a favor del suicidio asistido, en una entrevista emitida por la BBC con motivo del estreno en los cines británicos de Hawking, un documental sobre su vida.

Las declaraciones del famoso científico, de 71 años, reabrieron del debate sobre un tema sensible y polémico: si se debería o no legalizar la eutanasia. De hecho, en Argentina el tópico volvió al centro de la escena tras la muerte de la astróloga Lily Süllös y su hermano, Luis

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Hawking, cuyo cuerpo se encuentra totalmente paralizado por la esclerosis lateral amiotrófica, dijo que si un enfermo terminal quiere poner fin a su vida se debería respetar su decisión. “Si no dejamos que los animales sufran. Entonces, ¿por qué hacerlo con los seres humanos?”, se preguntó. Pero enfatizó que debe haber límites para prevenir el abuso de este tipo de acciones.

Las repercusiones a las declaraciones del científico llegaron desde el Vaticano. El viernes, durante un encuentro con la Federación Internacional de las Asociaciones de Médicos Católicos, el papa Francisco se refirió implícitamente a la eutanasia. “La cultura del descarte, que hoy esclaviza los corazones y las mentes de muchos, tiene un costo muy alto: requiere que se eliminen seres humanos, sobre todo si son físicamente y socialmente más débiles. Nuestra respuesta a esta mentalidad es un ‘sí’ decidido y sin vacilaciones a la vida”, sostuvo el Pontífice. 

Debate. El año pasado, el Senado argentino aprobó la iniciativa de muerte digna, que reconoce el derecho de los pacientes con un estado de salud irreversible a rechazar determinadas terapias o procedimientos médicos para mantenerlos con vida. La Ley 26.529 también establece la posibilidad de redactar directivas anticipadas (conocido como testamento vital), esto es; que cada persona pueda consentir o rechazar determinados tratamientos médicos, preventivos o paliativos, y decisiones relativas a su salud.

Sin embargo, la norma no habilita a la eutanasia ni el suicidio asistido. “Es respetable que haya personas que estén a favor de la eutanasia, pero hoy por hoy está legalmente prohibido, es un homicidio medicalizado. Hay otros países, como Bélgica, Holanda y Luxemburgo, donde sí está autorizado” explicó a PERFIL Gustavo De Simone, presidente de la Asociación Argentina de Cuidados Paliativos.

¿Se debería legalizar la eutanasia? Para Gisela Farías, doctora en Filosofía del Derecho-Bioética y autora del libro Muerte voluntaria (Editorial Astrea), “en el marco del derecho a la autodeterminación, a ejercer la autonomía a lo largo de la vida, se debería aceptar el derecho del ciudadano a decidir cómo finalizar su vida”. Según Farías, “el derecho a la eutanasia o el suicidio asistido deberían ser debatidos para dar un marco legal a opciones diferentes y convicciones singulares acerca de la vida y la muerte”.  En el caso de que existiera un derecho a la eutanasia, surge también otra cuestión: ¿si estaría obligado de alguna forma el Estado a proveer ese servicio?

“Cómo decidimos que podemos morir es un tema que nos compete como sociedad. Pienso que es un debate que debe darse, pero con profundidad. Si se legaliza la eutanasia de la noche a la mañana surgirían dudas, podría ocurrir que exista algún hospital donde falten camas y un médico lleve adelante la práctica sin el consentimiento del paciente”, advirtió De Simone. Para el especialista en cuidados paliativos, las personas que solicitan el suicidio asistido muchas veces lo hacen porque quieren mantener una situación de control frente a la angustia de confrontarse con la finitud de la vida. “En realidad, más que hablar de la eutanasia, tenemos que hablar de la necesidad de aceptar que el sufrimiento forma parte de la vida y de cómo podemos mitigarlo”, opinó.