A todo el mundo le pasó: estar conversando con otra persona, escuchar el sonido de notificación del WhatsApp y no poder resistir bajar la mirada y chequear el celular y ponerse a contestar el mensaje dejando de prestarle atención al interlocutor que está enfrente. El fenómeno fue bautizado en EE.UU. como phubbing –unión de las palabras inglesas phone (teléfono) y snubbing (despreciar)– para definir el acto de un individuo de ignorar su entorno por concentrarse en un dispositivo móvil y, según los especialistas consultados por PERFIL, está generando situaciones de ansiedad, depresión y hasta dificultades de pareja.
Es que el smartphone interfiere en la comunicación cara a cara entre dos personas, según comprobó un estudio realizado por un equipo multidisciplinario de científicos argentinos, liderados por Matías Lopez-Rosenfeld, del Laboratorio de Inteligencia Artificial Aplicada en la UBA, y Mariano Sigman, del Laboratorio de Neurociencias de la Universidad Torcuato Di Tella. Los expertos realizaron un experimento de comunicación con 700 parejas de voluntarios en las charlas TEDx. A uno de los miembros se le pedía que cuente una historia y al otro se le indicaba que se distraiga con su teléfono en diferentes momentos. Luego, se daba un formulario para que los receptores valoren diferentes aspectos del proceso comunicativo.
“Lo que queríamos ver es algo poco investigado por la ciencia: ¿qué pasa con la comunicación entre dos personas y como evalúan el mensaje que se transmiten? Hay información corporal llamada claves ostensivas, que nos dan información extra del mensaje y se expresa través de gestos y posturas del cuerpo, y que ayudan a comunicar información. Con la interferencia del celular –o de otra pantalla o distracción– una parte de esas claves se pierden”, le explicó a PERFIL Lopez-Rosenfeld.
“Como parte del experimento los participantes evaluaron la calidad del relato y nuestro análisis mostró que la desatención generada por el uso del celular modificaba la percepción sobre la calidad de la historia contada. Eso no sólo le pasaba a quien escuchaba la anécdota, sino también a quien la relataba”, sostuvo Diego Fernández Slezak, investigador de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA y otro de los responsables del estudio publicado por la revista científica PLOs ONE.
Otra investigación realizada por James Roberts, experto de la Universidad de Baylor, EE.UU., y publicada en la revista Computers in Human Behavior, encontró que el 46% de los encuestados dijo haberse sentido “ignorado” o “despreciado” por su pareja o compañero. Y el 22% afirmó que el uso del celular “había causado algún conflicto en sus relaciones”. “Vimos que utilizar en forma intensa el smartphone comparte signos de la adicción a diversas sustancias: manipulación, conflicto e –incluso– síndrome de abstinencia”, le dijo Roberts a PERFIL por e-mail.
Este tipo de situaciones ya es tema de consulta médica. “Yo lo estoy observando cada vez más en pacientes que lo traen a sus sesiones referido a parejas, pero también a hijos y amigos”, detalló Mónica Cruppi, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina. Las consecuencias varían según el uso que la persona le da al celular: “Un uso medio produce molestia, irritación y ansiedad en el interlocutor. Pero su abuso genera un espectro emocional más amplio, donde encontramos enojo, humillación, desamor e ira”, resumió.
El phubbing afecta a todos: “Si bien la franja de personas que van de 18 a 35 años el uso es más intenso, este fenómeno interfiere en todas las relaciones y tiene que ver con la distracción: si estamos mirando la pantalla de nuestro celular, no estamos presentes para el otro”, concluyó Robert.