La idea del trasplante de cabeza me despierta varios dilemas. Técnicamente, hay pasos que son factibles, pero hay otros que me generan dudas. No creo que se esté tan cerca de lograrlo. Sin ser experto en neurocirugía funcional, integro un grupo de cirujanos con el que estamos desarrollando en el país un proyecto de trasplante facial –lo más parecido a esta iniciativa– y puedo decir que la simple anastomosis (unión) de un solo nervio es dificultosa, ni hablar de la de toda la cabeza.
¿Es factible retirar una cabeza y mantenerla viva? Sí; en el mono se logró. ¿Es posible y funcionalmente aceptable reparar la médula espinal, las arterias vertebrales, los nervios vago, recurrentes y frénicos, las yugulares, carótidas, tráquea? Si consideramos ‘unir’ como ‘aproximar’, probablemente sí. Si consideramos ‘unir’ como ‘aproximar y restablecer su función’, hoy no. La tolerancia (que el cuerpo reconozca el tejido ajeno como propio) está cada día más cerca, pero aún no es una realidad. ¿Qué pasa si hay rechazo? ¿De quién serán los hijos, del dueño de la cabeza o del dueño de los espermatozoides? ¿Y si usáramos los pulmones, corazón y demás órganos para muchos otros receptores? Difícil contestar. Las creencias sociales y religiosas, la vida y la muerte son diferentes para cada uno.
No hay una fuerte razón para trasplantarle cabeza (o cuerpo) a nadie y no acuerdo con que se experimente en un ser humano. No resiste ningún tipo de evaluación ética. Canavero se volvió muy famoso, pero me invaden las dudas. Esto no quiere decir que en el futuro no existan una técnica segura y una causa justa. Ojalá algún día esto sea real, pero no por el proceso en sí, sino porque habríamos solucionado muchas cosas.
*Servicio de Cirugía del HIBA.
