CIENCIA
solución quimica

Seis de cada diez argentinos tienen exceso de peso y crece la oferta de drogas antiobesidad

Tras 20 años sin novedades, en los últimos meses la Anmat autorizó dos medicamentos para adelgazar y hay otros seis en camino. Médicos advierten que no son una ‘píldora mágica’ y no funcionan sin dieta ni ejercicio.

Crece la oferta de medicamentos para la obesidad.
Crece la oferta de medicamentos para la obesidad. | Shutterstock

Seis de cada diez argentinos tiene exceso de peso. La prevalencia de la obesidad aumentó el 74% en los últimos 13 años (pasó del 14,6% en 2005 al 25,4% en 2018), según la Secretaría de Salud de la Nación. La obesidad tiene graves consecuencias para la salud: aumenta el riesgo de tener más de 200 enfermedades, como diabetes tipo 2, hipertensión arterial, males cardiovasculares e incluso algunos tipos de cáncer.

De la mano de esta creciente epidemia de obesidad también aumenta la oferta de tratamientos farmacológicos para adelgazar. Pero lejos de ser “una solución mágica” contra el sobrepeso, en realidad no son más que una ayuda química –no exenta de efectos adversos como todo medicamento– para hacer los cambios de estilo de vida necesarios para bajar de peso y mejorar la salud. Esto es, no funcionan sin dieta ni ejercicio.

Tras 20 años sin novedades en el mercado –después de que se retiraran el rimonabant  y la sibutramina tras demostrarse que sus riesgos eran superiores al beneficio–  la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) aprobó en el último año dos medicamentos antiobesidad y hay otros seis en agenda.

En septiembre de 2018 dio luz verde a la Liraglutina inyectable, un análogo del GLP-1, una hormona que el organismo libera después de comer.  Y esta semana se presentó un comprimido que combina dos moléculas: Naltrexona y Bupropion.

“Es una combinación de dos medicamentos que ya existían. El Bupropion es un antidepresivo, pero se  vio como efecto secundario el adelgazamiento y la Naltrexona se venía usando porque interviene en los circuitos de recompensa del cerebro.  Cuando se juntan dos medicamentos para una enfermedad, se ha visto  que se puede dar menos dosis y el efecto se multiplica. Esta es la ventaja de este medicamento”, sostuvo el médico nutricionista Alberto Cormillot durante la presentación del nuevo fármaco.

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Patologías asociadas con la obesidad.

“Actúa generando saciedad pero específicamente en esta dificultad de parar, de detener la ingesta en momentos especiales del día”, explicó la nutricionista Mónica Katz, presidenta de la Sociedad Argentina de Nutrición, quien también participó del lanzamiento. Según el laboratorio Raffo, productor del medicamento, los estudios que se realizaron con pacientes en Estados Unidos “demostraron que aquellos que se trataron con la combinación de Naltrexona - Bupropion durante un año perdieron entre dos y cuatro veces más peso que haciendo solo dieta y ejercicio”.

El medicamento está contraindicado para embarazadas, menores de 18 años, pacientes con hipertensión no controlada, epilepsia y trastornos alimentarios. Sin embargo, el punto más controvertido son sus efectos adversos que van desde los más comunes, como náuseas y vómitos hasta los más graves y menos recurrentes, como convulsiones, aumento de la presión arterial y daño hepático. Como todos los antidepresivos, el Bupropion contiene en su prospecto una advertencia sobre el riesgo de suicidio.

Viene en dos presentaciones: un envase de 60 comprimidos que cuesta $ 3.500 y otro envase de 120 comprimidos que cuesta $ 6.500

Para los especialistas, el medicamento tiene un buen perfil de seguridad. “Tiene cuatro años de uso en EE.UU., lo cual es un antecedente que lo recomienda como un medicamento seguro. Como los psicofármacos, se comienza con la dosis mínima para que no tenga  efectos secundarios y para que el paciente les pierda el temor a los efectos secundarios”, indicó Cormillot. La droga se vende con receta archivada. Viene en dos presentaciones: un envase de 60 comprimidos que cuesta $ 3.500 y otro envase de 120 comprimidos que cuesta $ 6.500 y se está trabajando para lograr cobertura de obras sociales y prepagas.

Para Katz, este fármaco y los que se vengan en el futuro no solucionan la epidemia de obesidad pero van a ser una estrategia para que los pacientes adhieran a los cambios en el estilo de vida y los continúen. “Hay un enorme grupo de gente que no pueda sostener una alimentación saludable. Hasta ahora no teníamos qué ofrecerles. Pero esto no quita que los gobiernos no tengan que rediseñar los entornos, no tengan que ayudar a los ciudadanos a tomar mejores decisiones y a reformular los mercados de alimento, para que la opción más saludable sea la fruta más a mano”.

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Sobrepeso y obesidad en Argentina. 

“El problema no se soluciona con un fármaco”

Para Marcelo Rubinstein, investigador del Conicet que estudia los mecanismos de hambre y saciedad, el problema de la obesidad en Argentina no se soluciona con un fármaco. “En principio la Naltrexona es un bloqueante de los receptores opiodes, que son sustancias que producimos naturalmente en el cerebro y que son fundamentales para el funcionamiento de nuestro cerebro. El Bupropion es un inhibidor de la recaptación de neurotransmisores diversos como  la dopamina y la noradrenalina. Lo que se busca con la combinación es mejorar el estado de ánimo de la persona. Una persona más alegre, menos angustiada, tiende a automedicarse menos con el alimento,  ya que mucha gente come de más por los fenómenos de ansiedad”, explicó.

“Pero el efecto que se puede lograr es muy mínimo, va a ocurrir en muy pocas personas y no va atacar el verdadero problema. La obesidad no se soluciona de esta manera”, opinó. “En la Argentina la obesidad es   el problema epidemiológico número uno. Hay cosas muy simples para hacer para provocar un cambio epidemiológico”.

El Gobierno lanzó este año  el Plan Nacional de Alimentación Saludable en la Infancia y la Adolescencia, para prevenir el sobrepeso y la obesidad. Sin embargo, no ha podido avanzar en la regulación de publicidades infantiles de alimentos ultraprocesados, ni en el etiquetado frontal de alimentos o la suba de impuestos a las bebidas azucaradas, intervenciones que han demostrado éxito en reducir la epidemia de obesidad.