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Acción política conservadora

Milei Temes
Javier Milei participó de una cumbre ultraconservadora organizada por el partido Vox de España. | Pablo Temes

En medio del traumático impacto generado por la sangrienta Guerra de Vietnam –la primera guerra televisada en vivo y en directo– y el peligroso aumento de un cada vez más latente enfrentamiento nuclear entre Washington y Moscú, la década del sesenta representó en todo el mundo, y especialmente en los Estados Unidos, un terreno fértil para el estallido de grupos antiestablishment, gestados en torno del movimiento hippie, el pacifismo, la libertad sexual y la cultura del rock. La Guerra Fría, que en Occidente había inhabilitado la seducción de ideas asociadas al comunismo bolchevique, se vio entonces revolucionada por el resurgir de una ola progresista, que era motorizada por la férrea condena a un paradigma de derecha. La irrupción de una izquierda empoderada amenazaba entonces con volverse monolítica en la opinión pública de amplios sectores estadounidenses.

Para contrarrestar la consolidación de ese status quo anticonservador, a inicio de los sesenta surgió una alianza entre estudiantes universitarios libertarios y conservadores: la organización Jóvenes Estadounidenses por la Libertad o Young American for Freedoms (YAF). Estos militantes de la libertad significaban entonces un grupo marginal pero sentaron el germen de un proceso que varias décadas después se tornaría en una alternativa real para acceder al poder, tal y como se evidencia en estos días. Ya desde esos años, la YAF se oponía al movimiento de los derechos civiles (que luchaba contra el racismo), a la irrupción del feminismo (que impulsaba derechos reproductivos) y a la “ruta del comercio rojo” (que proponía intercambio con países del eje soviético). Son valores que en ese espacio se siguen manteniendo hasta la actualidad: tradición, familia y propiedad. Y viva la libertad, carajo.

Una década más tarde, y en medio de la falta de respuesta que presentaba el keynesianismo, por la asfixia del Estado Benefactor y el aumento inflacionario, los setenta posibilitaron en Occidente un cambio de era y permitieron consolidar las bases para la reinstalación de aquel ecosistema liberal, que había nacido de un grupo de estudiantes universitarios una década antes. Y en 1973 surgió una de las creaciones más célebres de la YAF: la Conferencia Política de Acción Conservadora o Conservative Political Action Conference (CPAC). Se trata, precisamente, del mitin ultraliberal que esta semana tuvo a Javier Milei como uno de sus más destacados invitados.

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En el plano nacional, la CPAC tiene a Donald Trump como principal protagonista, de hecho fue el orador central del evento que se realizó entre el miércoles y el sábado en Washington. Trump es también la apuesta más firme de estos conservadores radicales para regresar a la Casa Blanca, luego de las elecciones que se realizan este año. Mientras que en el escenario internacional, además de Milei, la CPAC contó con la presencia del español Santiago Abascal, líder de la extrema derecha de VOX; el salvadoreño Nayib Bukele, encarnación de la radicalización de la mano dura; el brasileño Eduardo Bolsonaro, hijo del ex presidente de derecha; el inglés Nigel Farage, o Mr Brexit por empujar la salida de Inglaterra de la Unión Europea; el israelí Simcha Rothman, del ultraderechista Partido Sionista Religioso, aliado al gobierno de Benjamín Netanyahu; y el mexicano Eduardo Verástegui, artista muy famoso en México que se ha reconvertido a figura de la ultraderecha. Mientras que Patricia Bullrich, la halcona ministra de Seguridad y líder del PRO, fue la otra argentina invitada al evento.

Milei participó de un mitin ultraliberal como uno de sus principales invitados.

La CPAC es una conferencia política anual con activistas conservadores y representantes electos de los Estados Unidos, tiene más de un centenar de organizaciones que contribuyen a su entramado y reúne en cada evento a decenas de miles de fanáticos. La Eventos Humanos –organización conservadora que culpó a los pacifistas estadounidenses por la derrota en Vietnam–, la Fundación de Jóvenes Estadounidenses –que financia becas para alumnos que quieren ingresar a la academia liberal–, y la Asociación Nacional del Rifle –que promueve el uso de armas entre civiles–, son algunos de los patrocinadores más destacados de la convención que la CPAC realiza cada año.

Frank Straus Meyer es el ideólogo de este espacio intelectual que ha sobregirado a la derecha. Filósofo estadounidense, más conocido por su teoría del “fusionismo”, una visión política que une elementos del libertarismo y del tradicionalismo, en una síntesis que se postula como la definición de conservadurismo americano moderno, Meyer es autor de En defensa de la libertad: un credo conservador y La corriente principal conservadora, dos verdaderas biblias para estos feligreses de la religión del mercado. Curiosamente, el padre fundador del más puro conservadurismo estadounidense se había iniciado políticamente militando en el comunismo, doctrina que más tarde terminaría odiando furiosamente gracias a la potencia de los conversos.

Cada año, la CPCA suele entregar varias nominaciones a destacadas figuras del firmamento ultraliberal. El galardón más importante es el “Ronald Reagan”, en honor al ex presidente republicano que se convirtió en un prócer para este conglomerado hiperconservador, por su lucha antisoviética que terminó acelerando la Caída del Muro de Berlín. También se entrega el premio Libertad de Expresión “Jeane Kirkpatrick”, para homenajear a la funcionaria reaganiana que en los ochenta dio marcha atrás a la condena que Washington supo promover durante el gobierno del demócrata James Carter contra las dictaduras sudamericanas. Kirkpatrick advertía que la Casa Blanca no podía criticar la violación de derechos humanos cometidas por Rafael Videla en la Argentina o Augusto Pinochet en Chile porque esos dictadores, en verdad, estaban luchando contra el comunismo y en vez de perseguirlos, Estados Unidos debería haberlos ayudado más. Otra de las condecoraciones que destaca la CPCA es el galardón “Charlton Heston”, en nombre del actor que representó el arquetipo hollywoodense del cowboy y que supo ser presidente de Asociación Nacional del Rifle.

La CPCA se sustenta en la filosofía inspirada en la alt-righ, la nueva derecha alternativa, que desde los Estados Unidos se ramificó a todo el mundo. En La ultraderecha hoy, el politólogo holandés Cas Mudd analizó este fenómeno planetario: de hecho, un grupo ultraconservador acaba de triunfar también en las elecciones holandesas. El máximo experto mundial en extremismo político, explica en ese ensayo que la cuarta ola de política ultraderechista desde la posguerra presenta una historia, una ideología y una organización reaggionarda de la derecha clásica, pero que se potencia con el uso de una narrativa digital en redes sociales. Y define a la alt-right o como una forma de ideología xenófoba que sostiene que la “identidad blanca” está siendo atacada por el multiculturalismo, la corrección política, el feminismo, los colectivos LGTB y los Justice Social Warriors (Guerreros de la Justicia Social).

Pocas horas antes de emprender su viaje hacia el norte para reunirse con sus colegas ultraliberales, Milei ordenó que se cierre el Inadi porque “no sirve para nada”. El mensaje puede ser leído como un gesto de las Fuerzas del Cielo para contribuir con la batalla cultural que esta nueva cruzada está librando en todo el mundo.