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gloria nacional en desgracia

Acusan en China a Mo Yan, premio Nobel de Literatura, de antipatriota

Es acusado de insultar a los héroes de China. La demanda exige al escritor que se disculpe ante todo el pueblo chino, ante los mártires y Mao, y que pague una indemnización de 1.500 millones de yuanes, un yuan por cada ciudadano chino. Además, piden la retirada de sus libros de circulación. Mo Yan ganó el Nobel en 2012, y es conocido por retratar la vida rural en China y por profundizar los aspectos negativos del rápido desarrollo económico de la nación.

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Nobel. Mo Yan enseñando cómo se escriben los caracteres chicos a estudiantes occidentales. | cedoc

Mo Yan ganó el Premio Nobel de Literatura en 2012 y fue el segundo escritor de origen chino en obtener el galardón. En el año 2000 lo recibió Gao Xingjian, quien había emigrado a Francia en 1987, perseguido por las autoridades del Partido Comunista de China bajo la denominada Campaña contra la Contaminación Intelectual, adoptando la nacionalidad francesa. Al apoyar las manifestaciones de la Plaza de Tiananmén y ser premiado en su condición de disidente, produjo la indignación de las autoridades chinas, que prohibieron cualquier difusión interna del suceso cultural. 

Para Mo Yan –su verdadero nombre es Guan Moye–, resultó todo lo contrario; el gobierno comunista festejó el Nobel como un triunfo de la proyección del pueblo chino hacia el mundo junto a su modelo de país. Es que se trata de un militar criado durante la Revolución Cultural, formado como escritor en  la Escuela de Arte y Literatura del Ejército Popular de Liberación y en la Universidad Normal de Beijing. Un producto de la educación pública de la República Popular China, embajador de su cultura, que luego del Nobel fue miembro del Comité Nacional de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino entre 2013 y 2018.

A principios de esta semana, en distintos medios internacionales que se ocupan de la política china, trascendió que Mo Yan ha caído en desgracia: se solicitó un juicio en su contra en los tribunales de Beijing. Primer paso a la degradación pública que, de prosperar, lo conducirá al ostracismo interno o a la obligación de emigrar antes del fallo. De manera extraña, la acusación no es producto de un análisis de la calidad literaria de su prosa –cuestión que le hubiese valido una condena segura y muy anterior–, sino consecuencia de un análisis temático político y revisionista.

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Vale recordar que este escritor se declaró admirador de Gabriel García Márquez, a la vez que inspirarse en William Faulkner, influencias que en las traducciones de su obra a nuestra lengua no aparecen. El marketing editorial llegó a bautizarlo como el Kafka chino, exageración que generó un gran malentendido en el que el único que se perjudicó es el lector. De todas formas, su medianía literaria ha cundido en Occidente con relativo éxito, más mediático que de ventas, cuestión ligada a la geopolítica del régimen chino y que sugiere una nefasta influencia en la adjudicación del Nobel. Pero antes vayamos a la acusación en su contra que, sin dudas, resulta kafkiana, o mejor: orwelliana. 

El uso de internet está limitado en China, su población accede a sitios únicamente controlados por el Estado. De tal forma que las redes sociales que existen en el mundo fueron reemplazadas por sistemas internos, también controlados por el PCCh, como Weibo y WeChat. Como consecuencia, la conversación pública de las nuevas generaciones es algo así como un vox populi del partido gobernante. En ese ámbito virtual se destaca el “bloguero patriótico” Wu Wanzheng, que usa el alias Mao Xinghuo, que quiere decir “chispa” o “el que dice la verdad”.

El tal Wu es quien presentó dos demandas contra Mo Yan. La primera fue desestimada por errores técnicos, pero la segunda parece prosperar. Toda esta información surge de lo publicado en esas redes sociales por Wu, mientras las cuentas oficiales de los distintos órganos administrativos guardan silencio, acaso cómplice. Existe una ley del año 2018, cuyo texto no ha trascendido, conocida por sus efectos: condena a un máximo de tres años de prisión a quienes insulten a héroes y mártires de la China comunista. Esta norma legal forma parte de la campaña del presidente Xi Jinping contra el “nihilismo histórico”.

En su denuncia, Wu argumenta que lo expresado en los libros publicados de Mo Yan se ha manchado la reputación del Partido Comunista Chino, “embellecido” a los soldados japoneses enemigos e insultado al exlíder revolucionario Mao Zedong. Además, pide que el escritor se disculpe ante todo el pueblo chino, los mártires y Mao mismo, pagando una indemnización de 1.500 millones de yuanes (209 millones de dólares), algo así como un yuan por cada chino. Y para no ser menos que la Inquisición, también solicitó que se retiraran de circulación todos los libros del autor. Hasta ahora, el resultado es una “discusión” multitudinaria en las redes sociales chinas, con posiciones a favor y en contra, cuyo resultado es la reivindicación del líder político (en este caso Xi), en un regreso al culto fanático a la personalidad.

Ahora recordemos el escándalo en torno a la Academia Sueca y la Fundación Nobel que tuvo como resultado la suspensión del galardón literario en 2019. No solo se trató de las acusaciones de abuso sexual contra el esposo de la académica Katarina Frostenson, el fotógrafo francés Jean-Claude Arnault, sino de que este mismo había traficado el nombre del ganador en varias oportunidades (apuestas de por medio), así como influido para que lo obtuvieran sus dos compatriotas: Jean-Marie Gustave Le Clézio (2008) y Patrick Modiano (2014). Esta metodología planteó una contundente sospecha sobre el Premio Nobel ganado por Mo Yan: los servicios secretos chinos habrían gestionado el galardón a través de un suculento pago al influyente Arnault. Simple y sencilla corrupción.

Pero todo esto ya no forma parte de la realidad china que, como es evidente, modifica el pasado en función al presente. El destino de Mo Yan tal vez sea el exilio, como es el caso de Jack Ma en Japón, donde hoy es profesor. El hombre más rico del mundo, modelo del emprendedor y nuevo rico chino, fundador de Alibaba, cayó en desgracia tras criticar las nuevas medidas económicas del régimen.