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desaliento

Adormecidos y resignados

La gente espera que en las elecciones algo pueda cambiar. Pero la crueldad de la dirigencia lo hace improbable.

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Juntos por el escarnio. | Pablo Temes

"No necesitamos ningún quilombo más”, dijo con sobreactuado énfasis y lenguaje chabacano Sergio Massa en su discurso del jueves pasado. El ministro cree que con ese vocabulario se ganará la simpatía de la gente. La realidad se encargó de mostrarle que, en tanto y en cuanto su gestión siga fracasando, el “quicaos” seguirá en aumento. El 8,4% de inflación del mes de abril es una muestra de ello. Mayo será peor aún.

Toda la gestualidad y la prosa vacua y abundante en lugares comunes de Massa son los propios de un postulante a la Presidencia que se ha encargado de fijar las condiciones bajo las cuales pretende arribar a esa postulación: la de ser candidato único. Esa circunstancia presupone la eliminación de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO). En esto ha logrado cerrar filas con la vice. Hablan regularmente y no sólo de economía. El Presidente se encargó el viernes por la mañana de descartar esa posibilidad y también de tratar de “energúmenos” a quienes lo propugnan. La eliminación de las PASO sería, además, una nueva y flagrante contradicción de Cristina Fernández de Kirchner que fue su creadora. Es que no hay dentro de ese espacio desagregado ningún otro nombre de peso para las presidenciales. Axel Kicillof sería un fracaso estrepitoso fuera de la provincia de Buenos Aires, lo de Scioli es puro voluntarismo y Wado de Pedro no tiene el peso político suficiente, ni la capacidad para ilusionar a propios y ajenos. El plan Massa se reactiva y la militancia sueña con el acto del 25 de mayo para ensayar el último operativo clamor para convencer a la jefa.

El destino cíclico del país

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El índice de inflación de abril es un dato demoledor para la gente. Lo que no deja de impactar es la actitud indolente del oficialismo. Todo lo que hablan sobre este azote que castiga a la sociedad, lo hacen con tono de comentaristas. Se percibe una ajenidad propia de un comentarista. Lo peor es que el mes de mayo viene con proyecciones de aumentos aún mayores. Una de las causas del altísimo índice de inflación, que pone a la Argentina en el segundo puesto a la cabeza de los países con mayores índices de aumentos de precios –el primer lugar lo ocupa Líbano y el tercero, Zimbavwe–, fue la corrida cambiaria que hizo disparar el precio del dólar. Por eso es que el Gobierno está mendigando dólares a todo el mundo. Dicho con todas las letras, esta es la razón por la que el ministro de Economía no tiene más remedio que andar por el mundo en actitud mendicante a la espera de que algún país le preste a la Argentina los dólares que su economía no produce. Esto deja descolocado el aporreo con el que el kirchnerismo trata al Fondo Monetario Internacional.

Hablando del Fondo, las discusiones que se están dando en su sede en Washington son para aprobar el desembolso de los 10 mil millones de dólares que el país necesita sí o sí para lograr una cierta paz cambiaria de aquí a las elecciones. El núcleo duro del buró del FMI está enfrascado en una discusión sobre si hay que exigirle al Gobierno que devalúe. En verdad, este es otro eufemismo porque devaluación hay todos los días. Esta es otra de las mentiras del kirchnerismo. Al propio Massa le escucharon decir con gestualidad impostada que si tenía que devaluar renunciaría. Más mentiras. Hará lo que tenga que hacer.

En el camino la lánguida gestión –o nula– de los distintos sectores del Gobierno no deja de sorprender. En materia monetaria el Banco Central es un hervidero. La entidad ha quedado fracturada. Massa trabaja codo a codo con Lisandro Cleri –su hombre dentro de la entidad– pasando por encima del presidente Miguel Pesce, uno de los pocos funcionarios que quedan entre los que responden a Alberto Fernández. No hay coordinación de políticas monetarias y cada uno cuida su quintita. Un funcionario de Economía lo describió así: “Todo está reconfigurado. Massa actúa hoy como Presidente de la Nación y Lisandro Cleri como presidente del Central; Pesce y AF ... bien gracias”. A Miguel Pesce lo sostienen los bancos, sus intereses lo mantienen allí. Todavía conserva la lapicera y tiene capacidad para tomar medidas sectoriales. Sin embargo, no participa de posibles ideas o soluciones para enderezar la macro. Un rol triste y casi testimonial.

Jugar con la paciencia

El otro espectáculo lamentable lo sigue dando la oposición. Desde que No tan Juntos por el Cambio comenzó con sus peleas internas, ha entrado en caída libre como lo muestra la intención de voto de todas las encuestas. No reparan en la realidad de la gente o, al menos, parecen no estar dispuestos a renunciar a sus ansias de poder. Todos allí esperan un gesto de dignidad en sus oponentes, pero nadie evalúa dar el primer paso. En el Frente de Todos contra Todos se ilusionan con el crecimiento de Javier Milei. Anida allí un deseo oscuro, pero probable. En el oficialismo están convencidos de que el líder libertario no podrá gobernar. Son varios los dirigentes políticos que amenazaron en público con hacer todo lo posible para concretar ese sueño antidemocrático. La otra alternativa que maneja parte de la izquierda y todo el kirchnerismo duro es “dejarlo hacer”. Sostienen que Milei por su propia inestabilidad emocional y su temperamento es una bomba de tiempo con la mecha corta que les garantizaría su regreso mucho antes de lo esperado. La posible dolarización, las privatizaciones de las empresas públicas, la reforma laboral con aires de flexibilización, y la reducción de la planta del Estado, son inaceptables para la vieja política.  

La gente está adormecida, ha perdido la esperanza y espera con resignación el calendario electoral, con la utopía de que algo pueda cambiar en el corto plazo. La crueldad y la irresponsabilidad de la dirigencia toda hacen esto sumamente improbable.