Y un día, Cristina Fernández de Kirchner volvió. Fue el miércoles pasado. Su retorno a la escena política demostró dos cosas: la primera, que nada en ella cambió; y la segunda, que nada aprendió de lo que pasó en el país en los ocho años que duró su paso por el poder. En su discurso ante el núcleo duro de la militancia que se extendió por más de una hora aparecieron todos sus tics y todas sus obsesiones a la cabeza de las cuales estuvieron –para sorpresa de nadie– los medios. El relato K se desplegó en toda su dimensión: las virtudes les pertenecen; los males, en cambio, son de los otros. En ese universo –el de los otros– está Mauricio Macri.
Es verdad que el marco socioeconómico fue propicio para la reaparición de CFK: aumentos de tarifas, inflación, devaluación, caída de la actividad económica, despidos son parte del duro presente que atraviesa nuestro país. Son los mismos problemas que se originaron especialmente durante el último gobierno de la ex presidenta. La diferencia fue que durante ese período, el gobierno K dedicó tiempo, esfuerzo y plata del Estado para “dibujar” una ficción –a la que se quiso presentar como la “realidad”– en la que ninguno de estos males se reconocían. En la construcción escénica de su relato de fantasía, CFK se consideró una perseguida política y se comparó con Yrigoyen y Perón, otra notable tergiversación de la historia: a ambos ex presidentes se los derrocó por medio de golpes de Estado, cosa que a CFK, afortunadamente para la República y para ella, no le sucedió.
Lo que la ex presidenta debe enfrentar son las consecuencias de las investigaciones judiciales que giran en torno de un hecho: la corrupción que imperó durante el kirchnerato. Si con el acto del miércoles CFK creyó haber condicionado al juez federal Claudio Bonadio, se equivocó de medio a medio. Los que hablaron con él ese día lo encontraron tranquilo y de buen humor. El magistrado, que alguna vez supo portarse bien con los Kirchner, se siente seguro y convencido de su investigación sobre la ilicitud de la venta de dólares a futuro instrumentada en las postrimerías del último gobierno, operatoria que le costó al país unos 58 mil millones de pesos.
Un experimentado fiscal que conoce los movimientos de Comodoro Py afirma que “en ese ámbito hay una voluntad de cambio real. En verdad, la Justicia Federal siempre debió tener la celeridad que hoy muestra en algunas de las causas más resonantes, pero algunos jueces se han venido manteniendo ocupados en alcanzar sus propias ventajas miserables que van desde una nueva impresora para el despacho hasta los más descabellados favores políticos”. La misma fuente ahonda y sostiene que “el gobierno de Macri no está ayudando a este cambio en materia de calidad judicial. Hay voluntarismo en el discurso pero una falta total de profesionalismo. Si bien la Justicia es y debe ser independiente del poder político, debe haber algún interlocutor válido dedicado no a apretar a jueces sino a saber qué es lo que está pasando en el complejo mundo de la Justicia Federal. No lo hay. Angelici no tiene la altura, es impresentable. Nadie figura, nadie ha aparecido. No saben cómo hacerlo, es algo preocupante”.
Desde una de las organizaciones ocupadas en la transparencia judicial aseguran que lo de Angelici está frío así como también lo de Carrió. “Ni uno es el diablo ni la otra la salvadora”. Para ser justos habría que decir que son sectores en pugna que se desconfían mutuamente; ambos quieren colocar a sus amigos y hombres de confianza como interlocutores judiciales. El que a causa de todo esto no la está pasando bien es el ministro de Justicia, Germán Garavano, quien viene haciendo equilibrio para no quedar en medio de la línea de fuego. “No puede darse el lujo de ofender a los amigos del Presidente ni tampoco arriesgarse a quedar bajo la línea del fuego amigo de Carrió”, señalan los conocedores de ese microcosmos.
En el off the record miembros de los Ministerios de Seguridad de la Ciudad y la Nación buscan despegarse del papelón en materia de control de la calle en los hechos vinculados al despliegue de la ex presidenta Kirchner. Desde la Ciudad aseguran que la Metropolitana sólo prestaba colaboración a la Federal no transferida. La seguridad estaba a cargo de la Nación. “Quienes conocen la interna afirman que Patricia Bullrich no la pasó bien, pero que la falta de decisión recorrió todas las esferas del Gobierno. Se preocuparon por la seguridad puertas adentro de Comodoro Py para garantizar la acción judicial, pero afuera no supieron qué hacer ante la muchedumbre. Afortunadamente todo salió bien”. Una fuente que conoce el accionar del Presidente desmiente que Macri haya retado en la reunión de gabinete a Bullrich. “No es su estilo. No hubo gritos ni reproches en público, pero se notaba en el aire que nos habíamos tragado un sapo”.
Un oficial perteneciente a la Brigada Rápida de Intervención de la Metropolitana (BRI) denunció por agresión física en la comisaría 46ª al ex secretario de Comercio Guillermo Moreno. El texto de la denuncia, que recayó en el Juzgado de Primera Instancia N° 1, ilustra acerca del sesgo patoteril no sólo del personaje sino también del kirchnerismo duro. “Procedimos a detener a un hombre de vestimenta gauchesca que estaba subido a las tarimas montadas para los equipos de televisión. El masculino amenazaba con un cuchillo a todo el que le pedía que se bajara. Al avanzar sobre él para su detención un grupo de unas cincuenta personas nos rodeó y comenzó a insultarnos. Para mi sorpresa entre ellos reconocí al ex funcionario Guillermo Moreno –de tez blanca, nariz ganchuda y ojos saltones– según consta en la descripción. Estaba exaltado y amenazante. Hasta que me propinó un golpe de puño a la altura del plexo”.
Por el accionar de esta patota el sospechoso logró escapar y luego fue recapturado. Más tarde, Moreno fue llevado en andas por dos patovicas que lo acompañaban hasta un lugar cercano al escenario donde hablaba la ex presidenta.
El Gobierno viene atravesando su hora más difícil. El fallo de la Corte de Apelaciones del Segundo Circuito de Nueva York fue una buena noticia que abrió el camino para liquidar el conflicto con los holdouts que tanto daño le produjo a la Argentina. Comienza ahora el verdadero desafío para Mauricio Macri: revertir una situación económica dominada por la inflación, la caída de la actividad y el desempleo que está castigando duramente a los pobres, que ahora son más.
Producción periodística: Guido Baistrocchi, con la contribución de Santiago Serra.