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Día mundial

Apostar al matrimonio

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CABA. En nuestros días 7 de cada 10 matrimonios acaban en divorcio. | shutterstock

Hemos escuchado muchas veces, como chanza, que la principal causa del divorcio es el matrimonio, pero ¿si lo planteamos al revés? ¿Tendría el mismo sentido de chanza o chascarrillo? Es decir, ¿podría decirse que la principal causa del matrimonio son los divorcios? Creo que sí, aunque no tendría el mismo impacto ni sentido. Aclaremos esta ilógica propuesta.

Ante los fracasos matrimoniales y el aumento del divorcio en nuestros días (en la Ciudad de Buenos Aires 7 de cada 10 matrimonios acaban en divorcio), ¿no habría que repensar el valor del matrimonio?

El pensar en los fracasos, y su impacto social, nos debe llevar a revalorizar la esencia del matrimonio. Según Forbes Advisor, la mayoría de los divorcios los inicia una sola de las partes, siendo consensuada la decisión en un 27% de los casos. La mayoría ocurre entre el tercer y séptimo año de matrimonio, siendo solo el 4% los que se divorcian luego de diez años.

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Por otro lado, el 63% de los divorciados cree que, si hubiesen tenido una mejor comprensión de los compromisos que conlleva y exige el matrimonio, podrían haber evitado el divorcio. Y un dato no menos importante: menos del 5% de los divorciados dicen que su matrimonio no se pudo salvar. Es decir, el 95% cree que de haber tenido las herramientas necesarias podría haber salvado su matrimonio.

Entre las causas más frecuentes de rupturas conyugales encontramos: falta de compatibilidad (59%), falta de apoyo familiar (43%), infidelidad (34%), desacuerdos en la educación de los hijos (20%) y 3% por violencia doméstica, entre otras.

Existen numerosos estudios, como por ejemplo el realizado por el Social Trends Institute (Princeton), que nos ayudan a comprender que el matrimonio es una institución social que sostiene el bienestar integral de los hijos, que fundamenta la sociedad civil y promueve el bien común, que aumenta el capital humano y social, y que cuando se rompe o se debilita, aumentan las desigualdades sociales.

De aquí que el matrimonio cobra sentido principalmente al observar el franco deterioro social y su relación causal con la desintegración de la familia (siendo la primera relación familiar y fundante del mismo). Destacando que cuando fracasa el matrimonio aumenta la criminalidad, existe una mayor propensión a las adicciones y a la violencia, fracasos escolares, aumento del bullying y la burla sádica, la falta de compromiso y madurez de los adolescentes y jóvenes adultos (como el SIMON syndrome), el aumento en la tasa de jóvenes “NiNi”, y un largo etc.

De tal modo que el divorcio reinante estaría reclamando una institución que contribuya al bien común social, ayudando a sus miembros a conseguir un desarrollo pleno, para que alcancen la madurez biológica, psicológica y personal con mayor naturalidad.

Si bien no atañe a una lógica la frase de que el divorcio es causa de más matrimonios, creo que de suyo se adhiere a esta idea de que la precariedad social en la que vivimos nos obliga a replantearnos el sentido real e institucional del matrimonio como fuente de felicidad, plenitud y esplendor social.

Quizás no supimos preguntarnos para qué era el matrimonio y decidimos socavarlo sin más, debilitando inevitablemente a las generaciones futuras y, quizás, a una nación entera.

Y aquellos que aún siguen confiando en el matrimonio como una gran expresión del amor, ¡adelante!

*Director de la Licenciatura en Ciencias para la Familia de la Universidad Austral.