La idea de que el poder tiene un diagrama en red es de Michel Foucault. Este entramado reticular se adjunta a la concepción teórica de una microfísica del poder. De acuerdo a este modelo sociopolítico el poder no desciende desde una cúpula sino que asciende por medio de un proceso de extensiones territoriales. El poder tiene que ver con los espacios.
Por otra parte el poder no es algo que se tiene, no es una propiedad o una posesión sino un ejercicio, una actividad continua por conquistar lugares y apropiarse de funciones que tienen la finalidad de controlar conductas. Es lo que permite que el universo de decisiones sea efectivo. Territorio, ejercicio, funciones, control o gobierno, y decisiones, determinan la eficacia del poder.
Imaginemos una situación por la cual se construye un poder a partir del llano y se lo hace por una serie de conexiones que configuran un mapa, una cartografía política, como diría Gilles Deleuze.
La escena que proponemos se acota al mundo del fútbol en cuanto espacio de poder que permite la creación de una base política que funciona de un modo interactivo con otros lugares generadores de poder.
Poder que se extiende, es poder que se multiplica y consolida.
He aquí un personaje que apodaremos Arlequín por su histrionismo y bigotes. Se trata de un militante político que comienza por abajo. Se mueve por su barrio. Se pone a disposición de un jefe vecinal. Actúa con inteligencia y ya lo conocen por ser del riñón de un tal. Se muestra leal y sabe ser discreto. Conoce secretos. Se compromete. Le asignan tareas. Conduce gente. Recibe y distribuye algún dinero. Hasta llega a reproducirlo.
Sube en la jerarquía en la medida en que suben sus jefes. Es nombrado funcionario. Tiene la intuición y el tacto para ubicar al personaje que pincha la aceituna. Para seguir con la imagen, digamos que no está ausente de copetín alguno que valga la pena.
Lo han colocado en un puesto político de responsabilidad. Sabe que para perdurar en escena debe hacerse fuerte. Para fortalecerse es necesario que tenga tropa propia, territorio dominado y caja. De no hacerlo se vuelve prescindible. Una vez que su poder se extiende en red, será tomado en cuenta por una sencilla razón: por el espacio que ocupa. Es muy importante que sea caudillo al mando de un contingente y pueda movilizar activistas para que sus errores sean perdonados. El mundo de la política como el de las apuestas, implica riesgos permanentes, y se gana y se pierde con aceleración. Además es un mundo poblado de enemigos que ante una alta exposición no pierden oportunidad para disparar todo tipo de municiones.
Por eso ser capataz, capanga o poronga, es indispensable para soportar las embestidas del día a día del poder.
Pertenecer a la comisión directiva es un paso fundamental antes de llegar a la presidencia de un club de fútbol. La mitad de los titulares de los diarios hablan de fútbol. La pasión de los argentinos. La única salida para las energías colectivas y las emociones violentas.
La palabra “Argentina” nunca resuena tan fuerte como cuando ganamos un Mundial. Pero no hay que apresurarse. Quien se precipita termina en el precipicio. Con 200 tipos se maneja la zona. Hay que dejar que se organicen y que armen su cadena de mandos. Sólo se puede hablar con uno, a lo sumo dos o tres del malón. Les dejamos la playa de estacionamiento, los choripanes, los trapitos, la frula y la sobreventa. Con que junten a unos cuantos más se puede ganar las elecciones. Los hacemos socios.
Se sabe que acompañarán todos los actos políticos que pidan los de más arriba. La yuta cuida que nadie se meta a armar quilombo. Están con nosotros, mejor dicho con Arlequín.
Para estar en política no hay que ser empresario, basta con ser emprendedor. La letra se compra barato. Siempre hay escribidores que hablarán de temas sublimes, de utopías, de heterotopías, de distopías, que son el Parnaso de los arlequines. Pero por algo se dice que hay que poner los pies en el barro, jugar los partidos llueva o truene y contra cualquiera. El fútbol y la política no es para tibios ni delicados o escépticos.
Los medios están que braman. Hay muertos cada domingo. Ni se perdonan los llamados amistosos. Cada programa periodístico le echa la culpa al Gobierno. Se acercan las elecciones. La oposición no pierde oportunidades para desprestigiar a los candidatos oficialistas. Se habla de interna de todo tipo. Es imposible abstenerse del tema.
Arlequín participa del debate. No dejará que lo manchen. Se hará eco de la voz ciudadana. Dice que hay que parar la violencia en el fútbol. Que las familias tienen que volver a las canchas. Que es necesario aislar a esos tres o cuatro delincuentes que arruinan la fiesta de los argentinos. Que no puede ser que entren por una puerta y salgan por la otra. Que los dirigentes tienen que asumir sus responsabilidades. Que Grondona se tiene que dejar de joder. Que hay que crear una comisión fiscalizadora. Que el noventa y nueve por ciento son hinchas de fútbol y que tienen derecho a gozar del deporte nacional. Que la Presidenta bendice los para-avalanchas. Que tiene una idea genial.
Dice que nada sirve de lo que se hizo. Que no sirven las cámaras ocultas. Que no sirve palpar a la gente. Que no se trata de bengalas. Que es tonto creer que con las listas de quiénes no pueden asistir se soluciona el problema. Que es ridículo inventar algo como el Sistema de Acceso Biométrico a Espectáculos Deportivos o Sabed. Que la tarjetita del Afaplus sólo empadrona maricones. Que prohibir la asistencia de la hinchada visitante es una broma pesada o un engañabobos. Que el ejemplo de la solución inglesa que domesticó a los hooligans es de cipayo. Lo único que falta es el ejemplo de esos carapálidas tocando la trompeta y coreando en la tribuna.
Arlequín propone una nueva solución. Que se prohíba el ingreso a la hinchada local. Sólo se permitirá la asistencia de la hinchada visitante. Que vayan a Jujuy, a Rosario, que crucen toda la provincia, que vayan de sur a norte, del llano a la meseta, de La Plata al Bajo Flores. Todo el mundo de visita. Cruzando el país. Conociendo otras costumbres. Empanadas tucumanas, vino de Mendoza, pacú rosarino, caracol marplatense, sopa paraguaya, tallarines de Morón, cabrito cordobés, la pizza con fainá en La Boca. Un país unido por el turismo futbolero.
Arlequín que es legislador quiere llevar su propuesta al Congreso, que se discuta en ambas cámaras. Con su iniciativa se terminó la violencia en el fútbol. Las facciones de visita no se romperán el alma a lanzazos en territorio ajeno. Es necesario que se aprovechen todas las oportunidades que ofrece la globalización. Todos los mensajes que nos llegan por todas partes, cielo incluido. Quiere que cunda el ejemplo del papa Francisco, él que es santo y cuervo a la vez, y que inicia su periplo ecuménico no a la Argentina, ¡qué va!, se va de visita a los brasucas, les da prioridad a esos que nos quieren hacer moco en el Mundial, que sueñan con humillarnos, él, marca el camino, es el Visitante Supremo más allá de todas las localías, el mensajero de la paz futbolera.
Arlequín está iluminado. Escucha el bramido de los barras que cantan: birimbín, birimbín… es el equipo… de Arlequín.
Siente que ha contribuido al clamor que se hace oír en todo el territorio argentino, se ha hecho sensible a la palabra que resuena en todas las gargantas de un pueblo ansioso de armonía y disfrute deportivo, con el lema que se repite en cada una de las agrupaciones políticas sin excepción que compiten en agosto y en octubre: todos juntos podemos, y más si estamos de visita.
*Filósofo. www.tomasabraham.com.ar