COLUMNISTAS
descomposición

Bombas que explotan

El kirchnerismo está recogiendo el resultado de su mala gestión y sus mentiras.

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Subordinacion y bardo I, Sergio Berni. | Pablo Temes

La descomposición interna del Gobierno no para. Elizabeth Gómez Alcorta quería renunciar a su cargo hace tiempo. Entre su mala gestión –en nada diferente de la mala gestión del Gobierno– y sus posturas contrarias al respeto del orden lógico del Estado de derecho, su presencia en el gabinete nacional era un sinsentido.

Gómez Alcorta llegó al cargo de la mano de Alberto Fernández, por lo cual no era muy querida por el kirchnerismo, que le había picado el boleto hace tiempo. El episodio del desalojo de los delincuentes pseudomapuches que habían intrusado propiedades públicas y privadas, le sirvió a la hoy exministra para dejar su puesto. Lo significativo del caso va más allá de la ministra, de notoria intrascendencia.

Hay otros que están pensando en hacer lo mismo. Uno de ellos es Juan Zabaleta, el ministro de Desarrollo Social. No solo porque está harto de tener que lidiar con la indomable ola de protestas sociales –para las que no tiene soluciones de fondo–, sino también por que ve peligrar su supervivencia al frente de la intendencia de Hurlingham, ante el avance descarado que allí está haciendo La Cámpora en su avidez por quedarse con el gobierno de ese municipio. Atornillado a su poltrona, el que resiste es el ministro de Trabajo, Claudio Moroni, otro leal al Presidente que está bajo fuego amigo. Andrés Larroque, ante tal actitud, ya comenzó el trabajo de derrubio de Moroni. Y ya se sabe que, cuando Larroque habla, lo que hace es expresar el pensamiento de Cristina Fernández de Kirchner.

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A pesar de que ya no le quedan rincones en el poder, Alberto Fernández sostiene sus ilusiones como candidato. Repite sin parar que, por mucho menos del ajuste que está haciendo Sergio Massa en Economía, a él le voltearon a Martín Guzmán. En el fondo cree que él mismo es el ideólogo de parte del leve repunte de reservas y del intento de moderar el gasto público. Ante este devenir, el actual ministro de Economía debería estar más que atento y, tal vez, preocupado. Su gestión ha sido, hasta aquí, absolutamente ineficaz para combatir con algún éxito la inflación. “Esta invasión terrible e inoportuna de contrarios sucesos nos aguarda desde el primer sollozo de la cuna”, reza uno de los párrafos de la inmortal Epístola moral a Fabio de ese sevillano ilustre que fue Andrés Fernández de Andrada, que bien podría aplicarse a varios de los integrantes del gobierno del Frente de Todos contra Todos. Un condimento adicional: las medidas del líder del Frente Renovador les ponen los pelos de punta a CFK, a su hijo Máximo y a todo defensor del relato kirchnerista. “Acusan a Sergio de ceder ante el campo y lo tildan de mano blanda con los empresarios. Para algunos es más importante hacer fulbito para la tribuna que mantener a salvo la gestión”, dicen allegados al Frente Renovador.

A este compendio de artillería conocida como fuego amigo debe agregarse un capítulo central. Un reconocido economista que prefirió mantenerse al margen del Gobierno dijo en la primera rueda de paritarias: “Para determinar el grado de conflictividad social hay que prestar atención al número que reclaman los gremios. La desmesura es un indicador peligroso”. Pablo Moyano, líder de Camioneros, Sergio Palazzo, diputado nacional al mando de La Bancaria, y el ya conocido conflicto de los trabajadores neumáticos echaron nafta al fuego con paritarias que van de entre el 94% y el 130% –que intentan llevarse los Moyano para no dejar al peronismo detrás de la izquierda–.

Con ese nivel de recomposición salarial en un contexto inflacionario como el actual, no hay país que aguante. La solución más fácil para el Gobierno es darle a la maquinita y continuar alimentando un círculo vicioso que no conduce a nada.

A este “infortunio” hay que agregarle la desastrosa y fatal actuación de la Policía Bonaerense asignada a la seguridad del partido entre Gimnasia y Esgrima La Plata y Boca. El reguero de muerte, heridos y devastación que dejó la actuación de la fuerza fue producto de un accionar descontrolado y brutal. Si esto hubiese ocurrido en el gobierno de María Eugenia Vidal, desde CFK hasta el hoy Presidente, pasando por organismos de derechos humanos e incluyendo a Axel Kicillof, estarían exigiendo, cuando menos, la renuncia del ministro de Seguridad. En cambio, ninguno de los mencionados protagonistas lo ha hecho con Sergio Berni. El actual ministro es tan ineficaz como igualmente intocable. ¿Será, como lo hacen circular a modo de murmullo las voces de muchos de los habitantes del poder, porque conoce muchos de los secretos de la vicepresidenta?

Los dos ministros de Seguridad más “notorios” del Frente de Todos contra Todos –Aníbal Fernández y el susodicho Berni– exhiben un nivel de fracaso monumental.

Lo que le está ocurriendo al kirchnerismo es que le están explotando las bombas que, entre 2015 y 2019, le explotaron al gobierno de Mauricio Macri. Esos acontecimientos, de dolorosas consecuencias para la ciudadanía toda, van dejando al descubierto no solo la mala gestión del oficialismo, sino también sus mentiras. Como dijo Abraham Lincoln: “Se puede engañar a todos por algún tiempo, se puede engañar a algunos todo el tiempo, pero lo que no se puede hacer es engañar a todos todo el tiempo”.