Un cartel indica que el material que sigue fue removido por su incitación al suicidio. El canal de YouTube en el que aparece esta advertencia que, para algunos, puede sonar a sana prevención, se especializa en dibujos animados. Dedicado a difundir el trabajo de diferentes artistas, animadores y estudios como Disney o Hanna Barbera, es deleite tanto para fanáticos de la historia de la animación como para nostálgicos de varias generaciones. El material eliminado por YouTube se componía de fragmentos de cortos de Bugs Bunny, El Pato Lucas, El Correcaminos, Donald o El Pájaro Loco. Cortos que vimos en la infancia personas de 60, 40 o 20 años porque, devenidos en clásicos populares, nunca dejaron de emitirse. Los que eliminaron bajo el supuesto de incitar al suicidio tienen escenas con personajes que se matan de maneras extravagantes, para renacer al corto tiempo o incluso al plano siguiente, como siempre ocurrió en un rubro en el que la vida y la muerte no son precisamente un reflejo de la realidad. Con una excusa similar que, para alguien, podría abonar a la noble causa de la preservación de la especie (aunque tenga más que ver con concebir internet como un dispositivo ultracondicionante de la conducta humana), otra plataforma justificó el borrado de un tema del último disco de Morrisey cuya letra dice “Si querés matarte, matate”. El suicidio, o, mejor dicho, la supuesta incitación a llevarlo a cabo, en la mira de los guardianes de la misma red, no se priva de diseminar fakes news mediante alianzas con el mejor postor (y con todos los postores en simultáneo) sin reparar en los daños que puedan causar, ni a quiénes.
Los personajes se matan de maneras extravagantes, para renacer al corto tiempo
Mientras la eutanasia se convierte en tema de debate en muchos países y empieza a militarse incluso dentro de algunos sectores progresistas de la Argentina, la relación con lo que para algunos es la muerte elegida y para otros una suerte de pecado se reconfigura en un tiempo falto de certezas, pero adicto a los extremos. Al margen del padecimiento que puede llevar a alguien a fantasear con la muerte por mano propia, un ahínco religioso pero alejado de los templos crece en la forma de un control tan moralizante como trivial y ajeno a cualquier idea de trascendencia.
Aunque nadie lo esperaba, el suicidio de Bugs Bunny ha transmutado en amenaza.