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Camus y la peste

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Cuando leí Ampliación del campo de batalla de Michel Houellebecq, me sonó a cierto déjà vu. Esa novela me recordaba a El extranjero de Camus, que había leído en mi adolescencia. Ahora La peste, otra de las grandes novelas del argelino, está causando furor en Francia por el Covid-19. 

Recuerdo el final de la primera parte de El extranjero de memoria, era una lírica muy potente: “Y comprendí que había roto el equilibrio del día, el silencio excepcional de una playa en la que había sido feliz. Entonces tiré aún cuatro veces sobre un cuerpo inerte en el que las balas se hundían sin que se notara. Y era como cuatro breves golpes que daba en la puerta de la desgracia”. 

Camus había iniciado esta novela un tiempo antes y bajo otro nombre, pero no le encontraba la vuelta. La primera versión había sido escrita en tercera persona. La segunda –y acá está la operación mental clave– la escribió en primera, pero una primera impasible, que casi parece una tercera. 

Camus convivió con la tuberculosis desde muy chico. A diferencia de Houellebecq, no practicó el pesimismo, ese privilegio de los burgueses. Camus odiaba los totalitarismos, y La peste es un extenso ensayo novelado sobre esto. Está vigente porque sabemos que el capitalismo es un virus que acaba con el cuerpo que coloniza. Y la pregunta es si vamos a salir de esto bajo una sociedad de control, injusta y aislada, o vamos a derrotar a esta enfermedad siendo solidarios y de manera colectiva. La tierra para quien la trabaja. Educación y salud para todos. Como prioridad esencial de cualquier gobierno.