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Con los ojos en la nuca

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CGT y UOM con Isabel Perón. Líderes sindicales y la presidenta en 1975, antes del colapso inflacionario. | cedoc

Recuerdo en 2007 cuando Moyano padre dijo que un poco de inflación venía bien. El y –fundamentalmente– Néstor Kirchner, ya sin Roberto Lavagna, creyeron inventar la cuadratura del círculo al reintroducir las paritarias, olvidadas durante los diez años de la Convertibilidad uno por uno al dólar, aumentando cada año los salarios por arriba de la inflación. Comenzaron con 6% de inflación anual en 2006, fueron al 12, a 18, a 25 y allí se estacionó algunos años para luego saltar al 50% durante el fin de Macri y al 100% ahora con el comienzo del fin de Alberto Fernández. Seguramente con buena intención, Moyano abrió la Caja de Pandora creyendo que había descubierto la Piedra Roseta ya que “solo” con determinación y fuerza en la negociación anual salarial se podrían mejorar las condiciones de vida de los trabajadores. Como sostenían los filósofos clásicos griegos, no existe el mal, sino la ignorancia.

Moyano, como Cristina Kirchner, cree que aumentado paritarias el salario real crecerá

Cuando la inflación pasó del 25 al 50% las paritarias ya no pudieron superar y ni siquiera empatar a la inflación. Se tuvo con Macri la primera caída del poder de compra de los salarios desde la reinstalación de las paritarias después del colapso de la Convertibilidad, acumulando entre 2018 y 2019 una reducción de alrededor del 20%. Ahora que la inflación pasó del 50 al 100%, en lugar de tardar dos años en perder 20% de poder de compra, los salarios lo pierden solo en un año.

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Nuevamente, Moyano cree hacer “Eureka” y como el sindicato del neumático consiguió el 95% de aumento paritario anual,  para seguir siendo el más poderoso salió a pedir ahora el 135% para sus camioneros. Es tan ridículo pensar que se puede obtener un aumento real de salarios del 35% en un año (135 de paritaria sobre una inflación del 100%) como lo fue creer que los bancarios, cuando habían conseguido 60% de aumento en el segundo trimestre de este año, por lo que los felicitó Cristina Kirchner, le estaban ganando a la inflación cuando se la presuponía para 2022 menor. Con igual ignorancia económica a comienzos de este año la vicepresidenta pensó que como la inflación prevista para 2022 iba a ser del 45% una paritaria del 60% de los bancarios permitiría que el salario real aumentara un 15% y pasó a que 60% fuera la estándar de todas las paritarias del Estado. Resultado: la inflación, en lugar del 60%, fue del 95%.

No habrá forma de ganarle a la inflación con paritarias con este nivel de retroalimentación y aceleramiento inflacionario. Si Moyano obtuviera el 135% de aumento, la inflación será del 150% o más. Luego vendrá otra paritaria del 200% y la inflación pasará al 300%, y así sucesivamente. Esa carrera entre precios y salarios fue uno de los componentes que generaron en 1975 lo que se llamó el Rodrigazo por el ministro de Economía Celestino Rodrigo.

La única forma de que realmente los salarios no sigan perdiendo contra la inflación será por la aplicación de un plan antiinflacionario que detenga la inflación y no por una paritaria. Y que cuando dejen de perder poder de compra pueda pensarse en recuperarlo, lo que llevará años y será sector por sector en función de la rentabilidad de cada industria o servicio.

Esta carrera donde los salarios, creyendo subir rápido por la escalera no tomaban consciencia de que los precios subirán siempre más rápido por el ascensor, se repitió varias veces en nuestra historia reciente. Al igual que los sindicalistas de 1975, en 1988/89 Saúl Ubaldini creyó que haciéndole trece paros generales a Raúl Alfonsín conseguiría mejorar los salarios de los trabajadores y lo que terminó consiguiendo fue una hiperinflación que destruyó mucho más el poder de compra de los salarios.

Los fines de semana anteriores publicamos reportajes a los principales economistas de Brasil: Affonso Celso Pastore y Henrique Meirelles, en esta edición publicamos el reportaje a Pérsio Arida (ver página 34) el padre del Real, el plan antiinflacionario de Brasil, el hombre que logró parar la inflación en nuestro vecino a comienzos de los años 90, cuando era del 30% mensual.

Normalmente se sostiene que es más fácil reducir drásticamente la inflación cuando es de 300/400% anual como era en Brasil al comienzo del Plan Real pero en el reportaje su autor explica que la pieza fundamental fue que la URV: Unidad de Valor Real, había sido pensada años antes, cuando la inflación en Brasil era mucho menor y similar a la actual de la Argentina. También Pérsio Arida sostiene que los planes antiinflacionarios no necesariamente deberían tener que ser de ajuste fiscal tendiente al equilibrio, sino que, por el contrario, estos planes se hacen cuando hay déficit fiscal con el objetivo de llegar al equilibrio fiscal en un futuro –dos años por ejemplo– gracias al éxito del programa.

No hay forma de que los salarios le ganen a la inflación cuando se pasa del 25 al 50 y al 100%

El presupuesto del año próximo prevé reducir la inflación de alrededor de 100% anual en 2022 a 60% en 2023. Esto se podría lograr si en lugar de tener 7% mensual de inflación como ahora se bajase a entre 4 y 5% mensual o, con un plan antiinflacionario que tuviese los primeros meses de 2023 la inercia actual, luego un mes de pico inflacionario como consecuencia de la aplicación de un plan antiinflacionario que primero aumente el precio de las tarifas y del dólar para luego bajarla al 2% mensual.

Desde cualquier punto de vista, político, electoral, económico, esta segunda alternativa es mejor que la primera. Dependerá solo del poder político que Cristina Kirchner y Alberto Fernández estén dispuestos a concederle a Sergio Massa. Ojalá los tres lean a Pérsio Arida y se animen a correr el riesgo de estabilizar la macroeconomía. Seguramente las consecuencias de congelar paritarias (y precios) terminarán siendo mejores para todos los asalariados del país que las paritarias, aun para los camioneros, los del neumático y algunas otras pocas actividades privilegiadas de la Argentina.