COLUMNISTAS
El rol de los empresarios

Cuentas pendientes de una clase social

default
default | Cedoc

Nacieron de la idea de padres e hijos, encuentro impulsado desde el 2003 por Carlos Slim Helú (p) y Carlos Slim Domit (h) junto a familias poderosísimas: Cisneros, Corripio, Fanjul y Viani. Convocar a la élite empresaria latinoamericana para discutir los graves problemas del continente. Cuando en el 2012 le tocó a Buenos Aires, éste  fue el puntapié para empezar. A los hijos de los afortunados no les alcanza ser herederos, quieren ser pioneros de otra Argentina. Los primeros interesados fueron católicos de la Universidad Austral, luego el grupo se abrió a otras religiones. Objetivo: ¿refundar o sobrevivir? O simplemente, ¿resguardar sus fortunas de un futuro incierto?
La clase empresaria argentina nunca fue justamente ajusticiada. Ni contó con el compromiso y la unidad de sector que históricamente demostró la brasileña (hoy algunos con graves denuncias de corrupción).
Nuestra dirigencia empresarial, subordinada y aliada al poder de turno buscó mejorar su rentabilidad sin interés más que el propio. La mayoría creció y sembró grandes fortunas siempre y cuando las contuviera la red de corrupción estatal. Los famosos “contratistas del Estado”, modalidad que generó un escenario empresario a expensas de un Estado politizado devorador de cualquier empresa legítima.
Pero nadie atendió con justeza su responsabilidad frente al desbarranco económico y político de la historia reciente. Sostenían políticos adictos, funcionarios serviles  y un periodismo esclavo y necesitado.
Hoy los empresarios  también deben transparentar. Y cambiar. En Brasil la purga ya empezó. El gobierno de Macri ni menciona el tema. Promete transparencia para adelante, olvido para atrás.
Pero están ellos, los hijos de los dueños de las fortunas más importantes del país. Las nuevas generaciones. GAM se hacen llamar. Grupo o Red. Generación para una Argentina Mejor. Son jóvenes, algunos no tanto, cargan apellido e historia, y hay quienes ya administran. Con más o menos experiencia, con mayor o menor currículum, casi todos universidad privada, poca calle, casi nada de contacto  con el dolor de no tener. Intentan reivindicar una causa que hasta ahora parecía perdida, un empresariado comprometido con la sociedad y su futuro. Algunas comisiones de estudio ya funcionan. El grupo tiene más de dos años y reconoce que sin una visión a largo plazo y acuerdos sectoriales, este país no despegará de la injusticia social. Y el narcotráfico manejará aún más los hilos de esta democracia debilitada. Los hijos tienen y tuvieron todo, y sin embargo, no están seguros en ninguna parte. Ni en su conciencia ni en su barrio cercado por expertos. Algún camino deben abrir, ellos pretenden ser los emprendedores de una Argentina Mejor. Promulgan apertura y escucha. Se reúnen una vez al mes, rotan el lugar. Bajísimo perfil. Periodismo cero. Nadie quiso decir palabra.  
Este año varios integrantes del GAM fueron los impulsores para Argentina Debate, entre otros Fernando Straface, ex director del Cippec y Karina Román. En julio de este año fueron al Harvard Club a hablar de crecimiento. Siguen los nombres de la red, perdón, los apellidos. Rocca Ludovico, hijo del fallecido Agostino y sobrino de Paolo, probable sucesor del grupo, D’Alessandro Javier, Bulgheroni Marcos y Patricio, Otero Monsegur Agustín, Pescarmona Lucila, Rattazzi Urbano, Pagani Andrea, Elsztain Alejandro y Daniel, Escasany Eduardo (h), De Santibáñez Francisco, Costantini Martín, Braun Federico (h), Bagó Juan Pablo (h), Acevedo Arturo (h), Eurnekian Matías, Hugo, Martín y Jorge (sobrinos)… Pocas mujeres, sólo un 15%. Urquía, Perez Companc, Roemmers, Miguens, Sigman, Eskenazi, Blaquier… siguen las familias.

*Socióloga y periodista.