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Deserción escolar, la pandemia que no cesa

De acuerdo con la más trágica estimación, casi 700 mil estudiantes dejaron la escuela en 2021. Sea por la falta de recursos o abrumados por el trabajo infantil, solo el 10% de los alumnos termina la secundaria en tiempo y forma. De la mano de los ídolos del fútbol, una campaña hace frente a la deserción escolar que se agravó tras la pandemia.

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Deserción escolar. | cedoc

En 2021 Unicef calculó que, al menos, 357 mil niños abandonaron la escuela durante ese año. El cálculo máximo, es decir, en el peor de los casos de deserción escolar, 694 mil chicos dejaron sus estudios. 

En plena pandemia, en 2020, la Evaluación Nacional del Proceso de Continuidad Pedagógica por el Ministerio de Educación de la Nación determinó que el 13% de los estudiantes matriculados en nivel primario, secundario y terciario tuvo nulo o escaso contacto con el sistema educativo. 880 mil niñas, niños y adolescentes se encontraban en situaciones particularmente vulnerables, en general con cuestiones vinculadas a la pobreza, como la falta de conexión a internet o la carencia de computadoras o celulares, que los hacía más propensos a perder el ritmo de las aulas. 

Además de la privación de dispositivos, la ausencia de un seguimiento educativo personalizado es una de las razones de mayor peso a la hora de evaluar la deserción escolar. La organización Cimientos realizó una encuesta en la que preguntaron ¿Qué tan de acuerdo está usted con la siguiente afirmación: una tutoría personalizada es crucial para que los estudiantes sigan vinculados a la escuela y no la abandonen?. Casi seis de cada diez creen que es “muy o bastante crucial” para evitar el abandono escolar. Por lo tanto, es evidente que la suspensión de las clases presenciales durante la pandemia generó un nuevo gran problema para los estudiantes. Entre las causas principales de la pérdida de vinculación a la escuela, la entidad señala la falta de motivación, de acceso a conectividad y dispositivo; de contacto sostenido de la institución educativa; y de acompañamiento familiar. 

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Para intentar saldar todas estas deudas, e incentivar tanto a menores como a adultos a retomar sus estudios, es que surge la campaña Volver a Estudiar. Creada por la OEI (Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura), la Asociación del Fútbol Argentino y los Futbolistas Argentinos Agremiados, la iniciativa propone incentivar la finalización de los estudios con los ídolos del fútbol como invitación. 

El fútbol llega a todas las clases sociales, todo el mundo mira y siente el fútbol. Acá, probablemente, con una intensidad muy particular comparativamente con el resto de los países del mundo. Entonces por qué no utilizar esta herramienta para transmitir un mensaje, como es: Terminá tus estudios, finalizá la escuela, es importante que lo hagas. Que te lo digan jugadores que han tenido, en algunos casos, trayectorias escolares que han sido interrumpidas y que ahora saben que el estudio es importante para su desempeño, es muy positivo, explica Luis Sca-sso, director de OEI Argentina. 

El Papu Gómez, Lisandro Martínez, Nicolás Tagliafico (Selección Nacional), Rodrigo Aliendro (River), Florencia Chiribelo (Independiente), Javier García y Andrea Ojeda (Boca) son algunos de los jugadores y jugadoras que apoyan el proyecto. La mayoría de los jugadores terminaron sus estudios con mucho esfuerzo, en medio de sus entrenamientos o compromisos deportivos. Finalizaron su colegio secundario y varios de ellos hacen estudios superiores, diplomados, licenciaturas. Entonces por qué no cooperar juntos, fútbol y educación, para promover algo que es esencialmente bueno, dice el profesional. 

No debemos olvidar que tuvimos las escuelas cerradas dos años, que se perdieron aprendizajes y muchos chicos se desconectaron. Nuestra experiencia evidencia que cuando se les dan oportunidades a jóvenes y adultos de terminar sus estudios secundarios y de obtener capacitación laboral, que le permiten reconstruir un proyecto de vida, el éxito es notable. Las aulas se desbordan, asegura Scasso.

De hecho, recientemente, en Mar del Plata, el Sindicato de Trabajadores de la Industria Automotriz abrió cursos de mecánica con treinta vacantes disponibles. Se postularon seiscientas personas. 

Estudiantes adultos. ¿A quiénes les cuesta más la reinserción? ¿Jóvenes o adultos? Podríamos decir muy genéricamente que a las personas adultas se les hace más complicado porque tienen, además de las responsabilidades educativas, otras obligaciones de orden familiar y laboral. El desafío hoy es ampliar el acceso a la finalización de estudios para personas adultas y eso significa reconocerles los saberes previos”, afirma el ejecutivo. 

Un adulto que no tiene estudios secundarios en ocasiones sabe mucho de lo que va a aprender en la escuela. Reconocer saberes y realizar exámenes para averiguar el nivel de cada estudiante parece ser la clave para incentivar a los adultos. La gente trabaja, tiene experiencia, lee, se informa. Se podría facilitar la trayectoria educativa si se pusieran a disposición herramientas que ayudaran al reconocimiento de los saberes previos, dice el representante de la OEI. 

Lo primero: la escuela. La educación es importante; todos estamos de acuerdo. Por ejemplo, si hay inseguridad, es debido a que falta educación en valores. Si es un lugar común señalar que la educación es importante para resolver muchos de los problemas que atraviesa nuestra sociedad, entonces no deberíamos escatimar en ningún tipo de recurso, indica Scasso. 

La educación es la única herramienta inclusiva que tenemos para resolver gran parte de los problemas de la sociedad. La educación es en sí misma una herramienta de inclusión social. La campaña es un proyecto que genera igualdad por medio del fútbol y que logra dar ese mensaje no solo a los deportistas, sino a toda la sociedad. Es sumamente importante y muy valioso para seguir sumando gente a una gesta que debería ser una política de Estado que dure veinte, treinta años, coincide el secretario general de Futbolistas Argentinos Agremiados, Sergio Marchi. 

Es lo que permite transmitir los conocimientos de una generación a otra, las experiencias y los saberes. Brinda las herramientas a las nuevas generaciones para que puedan desarrollarse de la mejor manera, agrega Scasso. Y es cierto, porque tener los estudios completos es, para aplicar a muchos trabajos, un requisito excluyente. De modo que las dificultades que en un primer momento llevaron a ese niño a dejar sus estudios por la mitad, se intensifican con los años, imposibilitando que el adulto pueda acceder a un trabajo bien pago. 

Un problema estructural. Si bien la problemática se intensificó con la pandemia, la estructura del sistema educativo argentino tiene graves falencias. 53 de cada cien estudiantes llegan al último año de la secundaria en el tiempo esperado. Y solo 16 de cada cien, poco más del 10% del total de los alumnos, terminan a tiempo y logran niveles de aprendizaje satisfactorios en lengua y matemática, de acuerdo a datos del Observatorio de Argentinos por la Educación. 

Y como arriba se dejó entrever: no se trata de falta de voluntad. De hecho, el pico de matrículas alcanza su máximo en el primer y segundo año de la secundaria, con más de 800 mil alumnos inscriptos cada año. Luego, a medida que los adolescentes crecen, el número comienza a caer; curiosamente, justo cuando los niños comienzan a acercarse a la edad legal para comenzar a trabajar. 

Si bien la Ley 26.390 prohíbe el trabajo infantil para menores de 16 años, a los 14 años ya podés trabajar en la empresa de tu padre, madre o tutor. En estos casos podés trabajar tres horas diarias o quince semanales. Los 14 años es la edad justa que coincide tanto con los primeros años de la secundaria, como con el momento en el que la cantidad de matrículas comienza a bajar.

Vale notar: se estima que más de un millón de niños trabajan en Argentina. El 23% de los menores entre 13 y 17 años trabaja, según datos de la OIT. Y la mitad de ellos comenzó a hacerlo durante la pandemia. 

Volver a estudiar va por su segunda edición. La campaña del año pasado fue un éxito rotundo. Por varios motivos, en primer lugar, fue una respuesta a una situación previa de pandemia. Luego por el compromiso de los jugadores que, además, estaban comprometidos con las eliminatorias del Mundial. Los deportistas de distintas selecciones nacionales, países y equipos de fútbol se ofrecieron muy generosamente a donar su imagen y sus palabras para esta campaña sin recibir absolutamente nada a cambio, señala el director de la OEI. 

Proyectos nacionales. Desde el Estado hay propuestas para la reincorporación escolar, como lo es el Programa Nacional Volvé a la Escuela que cuenta con más de 402 mil revinculados, de acuerdo a datos oficiales. Incluso, completar los estudios puede emplearse como contraprestación del programa social Potenciar Trabajo, en lugar del ejercicio profesional. 

Además, la Ley 24.660, de Ejecución de la Pena Privativa de la Libertad, otorga beneficios a las personas detenidas por tiempo de estudio, como una forma de reinserción social. Se puede leer en la legislación: Los plazos requeridos para el avance a través de las distintas fases y períodos de la progresividad del sistema penitenciario se reducirán de acuerdo con las pautas que se fijan en este artículo, respecto de los internos que completen y aprueben satisfactoriamente total o parcialmente sus estudios primarios, secundarios, terciarios, universitarios, de posgrado o trayectos de formación profesional o equivalentes. Entre algunos de los plazos están: un mes por ciclo lectivo anual, dos por estudios primarios, tres por secundarios, cuatro por universitarios. Los plazos son acumulativos hasta un máximo de veinte meses.

Una mirada global. Se estima que 244 millones de niños no están escolarizados. Un informe de Unicef señala que uno de cada cinco adolescentes no va a la secundaria. Y, en la misma proporción, dos de cada diez, o el 20% de jóvenes de 15 a 17 años que viven en países afectados por conflictos o desastres nunca han ido a la escuela.

Más datos: dos de cada cinco no han terminado la escuela primaria. La pobreza y la necesidad de trabajar figuran entre los principales factores del abandono escolar de los niños. “En Filipinas, por ejemplo, el 75% de los niños inscritos en el primer ciclo de educación secundaria terminan un año completo de estudios, un porcentaje que disminuye al 40% en los hogares más pobres”, indica la ONG.