“¿Para qué quieren ser dueños del diario si no les gusta?”, dijo el director de un tradicional diario sobre sus parientes. La complejidad de las motivaciones humanas es inescrutable. ¿Para qué habrá querido ser presidente Mauricio Macri? ¿Para qué habrá querido Cristina Kirchner que no lo fuera Scioli en 2015? Cinco años después, el devenir puso actos en palabras explicando mejor la naturaleza de cada quien, las elecciones erradas de ambos y su deseo de corregirlas.
Si hace más de diez años la tapa de la revista Noticias calificando a Macri como el “candidato haragán” cuando tras lanzar su primera candidatura a jefe de Gobierno de la Ciudad en 2007 se fue de vacaciones, pintaba la psicología de quien años después terminó siendo presidente, las vacaciones actuales de quien dejó de serlo hace ocho meses y sin mantener el luto de su derrota, propia y de quienes representaba, parecen más un mensaje de renuncia.
El viaje de Macri a la Costa Azul confirmó a Rodríguez Larreta como jefe de la oposición
En sus cuatro años de gobierno, Macri se tomó medio año de vacaciones(157 días) y se ganó el mote de amaestrador de reposeras. Pero estas vacaciones de Macri suman a la falta de ubicación con la vivencia de desdicha que padecen sus votantes el hacerlo en medio de la cuarentena cuando prácticamente nadie puede viajar y encima siendo su destino la Costa Azul, el lugar más caro y ostentoso del mundo.
No podría haber una actitud más falta de empatía para un político que hacer lo que todos tienen prohibido y nadie puede hacer. Jaime Duran Barba dijo que Macri debería decir si quiere continuar en la política o dedicarse a otras actividades, y con solo plantear la alternativa de su eventual abandono de la política hizo explícito lo que emerge tácitamente: su decisión –consciente o inconsciente– de alejarse de su rol de jefe de la oposición. Cuando el país atraviesa su mayor crisis económica y sanitaria, combinación de calamidades nunca vista, que el candidato que obtuvo el 41% de los votos se vaya un mes de vacaciones, dejando huérfanos a quienes lo eligieron como su conductor, demuestra el tremendo enredo en que se encuentra la sociedad argentina.
Así como Macri es responsable del regreso de Cristina Kirchner al Poder Ejecutivo, Cristina Kirchner es responsable de que una persona con los atributos de Macri haya podido llegar a ser presidente. Si la vicepresidenta creyó que esa era la forma de regresar victoriosa después de cuatro años de descanso haciéndole hacer el ajuste a Macri, la historia le hizo pagar con sus vicisitudes jurídicas los cuatro años precedentes y con las vicisitudes económicas los cuatro años actuales, donde tendrá que enfrentar ajustes y penurias económicas aun más que Macri. La bomba del “plan bomba” les explotó a los dos merecidamente por ser responsables.
Probablemente ser conscientes de que ahora, cuando ya la pandemia asusta menos que la economía, viene lo peor y aunque se haya resuelto satisfactoriamente la renegociación de la deuda privada externa, todos los sectores del país padecerán reducciones de sus ingresos, o sea ajuste, y que esa situación dificulta el triunfo electoral en 2021, comenzó a percibirse que Horacio Rodríguez Larreta dejó de ser el amigo de Alberto Fernández para pasar a ser atacado de forma más directa y progresivamente por más integrantes de la coalición: primero solo por Cristina Kirchner, luego por Kicillof, ahora también por el Presidente con el equívoco sobre los pacientes porteños que tienen que ser atendidos en provincia de Buenos Aires.
En las últimas semanas varias encuestas colocaron a Horacio Rodríguez Larreta con una aprobación superior a la de Alberto Fernández, además de una negativa menor, siendo el Presidente el mejor posicionado de la coalición gobernante porque Axel Kicillof y Cristina Kirchner están mucho peor tanto en imagen positivo como en una imagen negativa más alta.
La consultora Analogías, cercana al Frente de Todos bonaerense, midió la caída de la popularidad de Alberto Fernández y una mejor posición de Horacio Rodríguez Larreta. Para la consultora Acierta, la imagen de Alberto Fernández es 56,7% positiva y 42,1% negativa, mientras que la imagen positiva de Horacio Rodríguez Larreta es 67%, contra el 25,1% de negativa. Métrica Consultores arroja para Rodríguez Larreta 43,9% positiva y 19,3% negativa mientras que Alberto Fernández 47,8% positiva pero 38,2% negativa terminando peor en el balance. Para la consultora Opinaia: la imagen positiva de Rodríguez Larreta es 68% y la de Alberto Fernández, 66%. La consultora Atlas informa para Rodríguez Larreta una imagen positiva del 53% y una negativa del 24, mientras que Alberto Fernández se ubica con 52 de positiva y 42 de negativa.
Al haber tantas consultoras de opinión pública y una diferencia pequeña, también hay ejemplos de encuestas que colocan a Alberto Fernández por delante de Rodríguez Larreta pero claramente la relación mejoró a favor del jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires de la misma manera que la imagen de Mauricio Macri empeora mientras se desdibuja como líder de Juntos por el Cambio.
En Cristina Kirchner puede haber antipatía a quienes la rechazan. En Macri es algo de la falta más que de la pasión
Al igual que Macri, Cristina Kirchner tiene una imagen negativa altísima y también, aunque en formas diferentes, falta de empatía, pero hay una diferencia que puso en palabras el presidente del radicalismo Alfredo Cornejo: “El kirchnerismo tiene una tremenda voluntad política” que contrasta con la apatía de Macri. Ambos son ex presidentes pero la vocación de permanencia y la necesidad de reconocimiento de Cristina Kirchner es incomparable.
La empatía es ponerse en lugar del otro tratando de comprender las emociones y razonamientos de los demás. La antipatía sería lo opuesto, el rechazo a esos otros que más le cabe a lo que pareciera sentir Cristina Kirchner y querer devolver. En el caso de Macri la palabra podría ser desimpatía, algo anodino, del orden de la falta más que de la pasión.