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risas

Despegues y aterrizajes

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El ingeniero chino se agazapa en el matorral, y filma. No se puede transmitir el lanzamiento hasta que la base militar lo autorice, si algo sale mal el gobierno prefiere suprimirlo, que no exista; en secreto, capta el vuelo de un cohete sobre el cielo helado de Shanxi, China. Tres minutos interminables, y se devela el misterio: el lanzamiento es exitoso, la inyección perfecta. Sophie y Marie, dos satélites argentinos bautizados en homenaje las pioneras Marie Curie y Sophie Germain, se posan en sus órbitas con elegancia. En Satellogic estallan los festejos; con remeras piratas, brindan al son de “¡Ad Astra!”

 Mientras, otro lanzamiento sacude al Río de la Plata. Un cordero muerto cae desde un helicóptero a una piscina; una mujer lo filma agazapada, y se ríe. El asunto fascina: hasta Susana Giménez se horroriza.

Son malos perfectos: él, un hombre rico; ella, una mujer rubia. El cliché del privilegio en caída libre. Es El matadero (Echeverría) al revés. El rico no penetra en el Matadero; la pieza de matadero penetra la abertura mojada de los ricos, cae de sorpresa en la fiesta de otros, la previa de la ordalía del cerdo unitario. Creo que ríen de alivio, hubiera sido más espantoso si el animal rebotaba contra el piso.

Aunque era un cordero, el asunto se viralizó en torno a un chancho. Cae desnudo al vacío, su reputación se desploma. Según los gustos personales, el hombre/cerdo es un burgués macrista o un prebendario del proteccionismo peronista. La horda que aúlla y condena es esa mujer que filma y se ríe, entretenida.