COLUMNISTAS
Bares

Destiempo y accidente

Accidente 20240720
Imagen ilustrativa | Taza volcada | Unsplash | Chiara Guercio

Las coordenadas de los accidentes son estremecedoras. El lugar incorrecto en un tiempo preciso. El miércoles ocurrió una tragedia en París. Un automóvil embistió la terraza de un bar. El conductor se montó sobre las mesas, mató a una persona y dejó a varias heridas de gravedad. La primera reacción de una ciudad en vísperas de los Juegos Olímpicos fue considerarlo un posible atentado. Pero una vez capturado el conductor, tras un intento de fuga, la conjetura no prosperó. El dueño del Toyota negro atravesaba un brote esquizofrénico. Todavía continúan las pericias y París sigue convulsionado. Muchas personas suelen encontrarse en ese bistrot, referencia ineludible a la hora de visitar uno los cementerios más célebres de Europa: el Pere-Lachaise. Es habitual pedirse unas frites (logradísimas) en Le Ramus (así se llama el bar) antes de recorrer senderos y lápidas que parecen interminables en el hogar de tantos muertos ilustres: desde Moliere, Balzac, Oscar Wilde, Proust, hasta María Callas, Chopin, Delacroix, Yves Montad, Jim Morrison o Edith Piaf. Vivos y muertos conviven en paz inusual; es un paseo que se ofrece sereno, con recovecos abandonados, donde la naturaleza –hongos, ramas, yuyos– le devuelve vida a lo enterrado, dándole su toque de frescura desacomodada.

Nuestra charla se mezclaba con el canto esporádico de los pájaros, y quién sabe qué otras voces

Allí nos encontramos el 29 de junio con Annick Louis, autora del celebrado ensayo Sin objeto, por una epistemología de la disciplina literaria, publicado por Colihue; y andábamos del mismo modo que el título de su libro, sin objeto, paseanderas. Nuestra charla se mezclaba con el canto esporádico de los pájaros, y quién sabe qué otras voces. Annick vive cerca del cementerio y es uno de sus lugares predilectos, prefiere dejarse llevar por senderos inusuales, quizá para encontrarse con algún nombre relegado en rincones menos frecuentados. Aproveché su espíritu aventurero entre nombres desconocidos para seguirla por terrenos escarpados y pasadizos estrechos cubiertos de raíces. Finalmente, salimos por la avenida Pere-Lachaise y con hambre de sábado prolongado, nos sentamos a menos de doscientos metros de la entrada lateral del cementerio, en el bar Le Ramus. Todavía siento el crujido de las papas fritas, al que se suma el estremecimiento de haber estado en la misma mesa del accidente de esta semana, temporalmente favorecidas.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite