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Discusiones intelectuales

Quien no reconoce que la antinomia central es contra Magnetto no pertenece al “nosotros”, es decir, al pueblo.

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Hacía muchos años que no leía a Zizek. Creo que lo último fue El espinoso sujeto, del que me habían parecido muy interesantes las páginas finales en torno a cómo pensar a la izquierda en la actualidad. Luego me fui alejando, a medida que Zizek se fue volviendo demasiado mediático, demasiado liviano y demasiado compulsivo a contar chistes. Con esas prevenciones abrí Contra la tentación populista, recientemente publicado por las Ediciones Godot, en una magnífica traducción de Cristian De Napoli. Sobre el populismo, en términos intelectuales –porque de eso hablamos: de una discusión intelectual– se ha escrito mucho. Desde las trivialidades reaccionarias de Loris Zanatta hasta las lecturas dogmáticas de cierto marxismo, llegando a Laclau, quien obviamente está en el origen de estas discusiones (hablando de discusiones, recuerdo los viejos artículos de Emilio de Ipola, frontales con Laclau, que debería volver a leer pronto). Pues bien: Contra la tentación populista es una de las lecturas más sutiles y críticas de las limitaciones teórico-políticas de Laclau y el populismo.

Escribe Zizek: “El populismo surge cuando una serie de demandas (…) se encadenan en una serie de equivalencias, y ese encadenamiento genera al ‘pueblo’ como sujeto político universal. Lo que caracteriza al populismo (…) es que las luchas y antagonismos particulares toman la forma de un enfrentamiento antagónico global entre ‘nosotros’ (el pueblo) y ‘ellos’”. Y allí Zizek avanza hasta mostrar las limitaciones, las carencias y el oportunismo del populismo de izquierda: “Para Laclau, el hecho de que una lucha particular se vea elevada a la categoría de ‘equivalente universal’ de todas la luchas no es un factor determinado de antemano, sino el resultado de una lucha política contingente por la hegemonía. En determinado contexto, esa lucha puede ser la de los trabajadores, en otro contexto será la lucha anticolonialista patriótica, en otro la lucha antirracista (…) No hay nada en las cualidades positivas inherentes de cada lucha particular que la predestine a cumplir ese rol hegemónico de ‘equivalente general’ de todas la luchas”.

Dicho de otro modo, avanzando sobre lo que señala Zikek: el “ellos” cambia permanentemente. En los años del kirchnerismo pasó de Magnetto a Randazzo (cuando rechazó la oferta de Cristina y por ende se volvió enemigo), de los fondos buitres a Bergoglio (aunque luego, ya como Francisco, pasó a ser parte del “nosotros”) y etc., etc., etc., todo con absoluta coherencia discursiva. La coherencia del “equivalente general”, especie de significante vacío que se va llenando de contenido en cada coyuntura en la que toma carácter universal. Quien no reconoce que la antinomia central es contra Magnetto no pertenece al “nosotros”, es decir, al pueblo. Hasta aquí podría estar de acuerdo: yo también pienso al Grupo Clarín como un inmenso peligro para la democracia. ¿Pero a Randazzo también? Parte de la degradación intelectual del kirchnerismo se evidenció en la decadencia de la elección de sus enemigos. Del mismo modo ocurrió con los retornaron del “ellos” al “nosotros”. ¿Cómo lo logró Scioli? ¿Tan solo con dejarse entornar en la fórmula por Zannini alcanzaba? (evidentemente no). Y sobre todo, ¿en qué momento se volvió progresista aliarse con un papa? Contra la tentación populista da a pensar en todo eso y en mucho más.