El Gran Combo es el grupo de salsa más popular de Puerto Rico y su canción Y no hago más na’ es un clásico musical del género. Contratados por el Banco Popular de aquel país, los músicos versionaron su propio tema para convertirlo en Levántese a trabajar. El video presentado por la agencia de publicidad JWT explica que Puerto Rico no es una excepción en la lucha mundial contra el desempleo, pero que, además, frente a la crisis, el país no solo se debe comprometer a buscar trabajo sino también trabajadores. El video expresa literalmente: Puerto Rico struggles to find people who want to work (Puerto Rico debe esforzarse en encontrar gente que quiera trabajar). El banco más grande de Puerto Rico convocó a la banda más popular del país para que customice su canción más famosa y el héroe, que en el tema original se levantaba por la mañana para no hacer más na’ pasó, entonces, a darse una ducha y echar pa’lante y nunca pa’tras. La canción volvió a ocupar durante mucho tiempo el top 20 de Puerto Rico, acompañada por una serie de acciones institucionales del banco.
El Banco Sabadell de Cataluña, por su parte, sorprendió a los habitantes de su ciudad con un concierto callejero. A la hora de mayor tránsito de personas en la Plaza de San Roque de la ciudad de Sabadell, desde el portal de la sede central del banco, de pronto comenzó a salir de uno en uno el centenar de miembros de la orquesta sinfónica y el coro local para interpretar el Himno a la alegría de Beethoven ante el asombro de la pequeña multitud que se fue aglomerando alrededor de ellos. Al final del video se lee: Som Sabadell, Somos Sabadell. Sí, es el pueblo de Sabadell en un acto colectivo, pero es el Banco Sabadell que despliega su estrategia de comunicación asumiendo un compromiso cívico con la ciudadanía pero en beneficio de la marca.
Casi ningún portorriqueño tiende un vínculo directo entre la crisis, el desempleo y el mayor banco de su país, pero a partir de la intervención simbólica de esta entidad sobre un capital de contenido también simbólico, como una canción popular conocida por todos, la marca se pone en evidencia: si se menciona el trabajo es porque algo nos oculta. Al igual que en Sabadell, cuando el banco se confunde con el pueblo (Som Sabadell) a través del Himno a la alegría, esta, la alegría, se carga de negatividad al toparse con un desahucio –solo en Barcelona, en 2019, hubo 4.770 lanzamientos y 2.560 suspensiones de ejecución–, la negación de un crédito o simplemente con un dato de la crisis que hace diana en la conciencia: el trasvase de dinero público que salvó a la banca ante el crack de 2008 (el Banco de España dio por perdidos, de momento, 42.017 millones de dinero público destinado al rescate a los bancos).
Si la banca ocupa un lugar central en el relato cotidiano es porque se erige en gestor y constructor del sistema. Levanta un muro financiero invisible que nos vemos obligados a fijar para situarnos y encarar el destino de productores de nosotros mismos, de emprendedores, de marcas individuales y así poder posicionarnos en el cuerpo social devenido en un neomercado. Y es aquí, en este punto, en el que se dispara la angustia, ya que no es sencillo superar esta contradicción y resolver la prueba a la que se nos somete. Aparece, entonces, una suerte de hipocondría sui géneris que lleva a pensar en el padecimiento de cierta enfermedad social: los recursos pierden su fuerza proteica, caen los niveles de conocimiento (porque también es una crisis epistémica) y las endorfinas son incapaces de afrontar los reveses. El sistema responde negando la dolencia y, como el banco de Puerto Rico, propone que la enfermedad corra por cuenta de los damnificados. Tal vez como el protagonista de El enfermo imaginario de Moliere, debamos llegar al extremo de pasar por muertos para conocer la verdad.
*Escritor y periodista.