COLUMNISTAS
Ficciones

El censo insensato

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Lectura. | Melk Hagelslag / Pixabay

¿Y a nosotros quién nos censa? Nadie vino a golpear a las puertas de la ficción, donde habitamos –muchos desde hace siglos– como reflejos de cada uno y todos los humanos. Ya es tiempo de que nos consideren parte de la demografía de este país. Nuestra inmortalidad no justifica la ignorancia que nos imparten los Estados que solo atienden al recuento de los argentinos y argentinas, sin reparar en la honda raigambre de sus personajes. ¿Acaso piensan que la realidad se las arregla sola, que se abastece a sí misma? 

La realidad es una pieza en bruto; sin ficción que la modele, carece de forma. Los personajes de la literatura se la damos, a veces cumpliendo las tareas más trágicas. Muy pocos de nosotros comemos perdices. Los escritores (involuntarios guionistas de la realidad) suelen dejárselas a los personajes infantiles. Por lo general nos tocan los peores destinos, y cuánto más cruentos y difíciles, mejores suelen resultar las novelas que nos tienen de protagonistas. Miren al pobre Remo Erdosain, todavía esquivando “la zona de la angustia” por el barrio de la Recoleta, condenado a matar; o Emma Zunz, y el ultraje padecido al vengar el suicidio de su padre; la muerte travestida y valiente de María Muratore, o la vida despiadada de Eisejuaz.

Miren a Remo Erdosain, todavía esquivando la “zona de la angustia” por Recoleta

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Debería existir un registro de nuestras casas, coordenadas narrativas o apelativos. ¡Cuán sensato sería tenernos en cuenta! Ya somos una población numerosa; de nuestra existencia depende que las personas comprendan la suya, a veces por identificación, otras diferenciándose. No hay persona que no sea en cierto modo un personaje y viceversa. Ciertos autores hasta nos pusieron nombre, apellido, dirección, genealogía. En los cuentos de Borges, por ejemplo, nos encuentran casi biografiados. Eso facilita en gran medida el trabajo de los censores, ya tienen toda la data. 

Mientras esperamos que nos incorporen, seguiremos dándole sentido a este mundo, junto a los lectores y lectoras que nos tengan en cuenta.