COLUMNISTAS
RECLAMOS A CREATIVOS

El emoticón

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Me estaría faltando un “emoticón” con movimiento. Uno que muestre el índice de la mano izquierda entrando y saliendo del círculo formado por el índice y el pulgar de la mano derecha. Noté la ausencia hace unos días, cuando ya había intercambiado corazoncitos de colores y recibido decenas de labios y besos de una señorita amiga. Era el momento de definir y no encontraba ese gesto clásico para hacerle saber que “te voy a coger”, o “garchar”, y que no haya dudas sobre la propuesta si acaso respondía con el pulgar alzado.
La plantilla actual de emoticones no me ofrece una opción satisfactoria. Hay parejas abrazadas, amigos, familias, pero nada explícito. Decir: “hacer el amor”, no me da. Si no puedo evitar reírme cuando escucho esa expresión en una película o en una novela, me daría mucha vergüenza leerla de mi puño y letra.

Espero que este reclamo llegue a los creativos de emoticones. Mi caso tal vez no sea el único. Quizá, ya le pasó a muchos otros, hombres y mujeres. ¿Y si fueran miles los polvos no concretados porque, sencillamente, faltó el símbolo que cerrara el trato amoroso? Son las fallas del sistema que los usuarios ayudamos a descubrir y a reparar. Mi nueva forma de comunicarme está incompleta, pero reconozco que es muy eficaz.  
 Es más, creo que los monigotes podrían mejorar el nivel de los debates en programas como A dos voces o  Intratables, donde todos están más atentos a ver si la cámara los enfoca que a escuchar al otro. Con los emoticones impresos en paletas, cada uno de los panelistas daría su opinión como si votara en Bailando por un sueño. Brancatelli pondría todas caritas sonrientes para apoyar a los funcionarios del Gobierno y los otros, caritas rojas de indignación cuando se recuerda que Boudou todavía es el vicepresidente de este país y cobra una fortuna de salario como tal.

Los emoticones sirven para compartir el amor y la alegría, pero también alivian la angustia. Si de camino a casa uno se cruza pibes desnutridos durmiendo a la intemperie, les hace saber a cientos de amigos en red que está triste con una carita a la que se le cae una lágrima. Ellos, a su vez, entienden el mensaje y responden con otra que se toma las mejillas entre las manos en un mudo grito de horror, seguida de unas manos en oración. ¿Para qué más? Al rato, si se acepta mi pedido, se puede celebrar el triunfo de Los Pumas usando el símbolo de “coger” junto a la bandera inglesa. Y manitos aplaudiendo.  

Hasta hace poco, ante tanta miseria, violencia y muertos, perdíamos tiempo y energía en organizar marchas y en reclamar justicia. Ahora sabemos que es inútil. Que se puede mentir sobre el pasado, hacer una fortuna en el poder, como los Kirchner, sin que nadie pida explicaciones. Que se puede haber sido informante de la dictadura, entregador de compañeros a los milicos, como Gerardo Martínez y seguir ahí, de secretario general de la Unión Obrera de la Construcción y favorito de la Presidenta. Ahora sabemos que te pueden denunciar por encubrir narcos y ser jefe de gabinete como Aníbal Fernández sin que ningún fiscal o juez tome en cuenta las acusaciones. Ahora sabemos que podés ser De Vido o Felisa Miceli o Ricardo Jaime o Báez y haber hecho lo que está comprobado, y no vas en cana. Roban, muere gente por viajar en tren, porque se inunda, dejan doce millones de pobres, hay Fútbol para Todos y no hay alimentos para todos. ¿Para qué hablar y escribir entonces? Una carita de indignación y a otra cosa. Con los monigotes no cambiamos nada, pero al menos hacemos saber de nuestro enojo.

 Aunque ahora que lo pienso mejor, me temo que si finalmente añaden a la plantilla el emoticón que falta –el que sugiere “te voy a coger”– lo usen en forma socarrona y no para fines amorosos. Sería el colmo, ¿no? Que en la última cadena nacional, además de la traductora para sordos aparezca el índice entrando y saliendo del círculo y al lado una carita sonriente que se parece a Scioli.

 

*Periodista.