El resultado era impensado, las encuestas volvieron a funcionar como gitanas sin dotes de adivinación. Como el en final de Macri, salvo que ahora nos quedan dos años, mucho tiempo para tamaña debilidad. Cometí el error de aceptar ser candidato, nunca imaginé llegar al mínimo, ese intento sería válido si le damos continuidad. Derrocar al kirchnerismo era imprescindible, el peronismo quedó en terapia intensiva, la mezcla de izquierdismos varios y reivindicación de los setenta nos dejó fuera de la realidad. No se pensó en los humildes, prohibieron el transporte público mientras el privado era libre, prefirieron a los gremios docentes sobre la necesidad de los alumnos, conceptos de un izquierdismo que nada tiene que ver con el peronismo. Cristina había logrado sobrevivir optando por Alberto, no le sirvió ni a ella. El gobierno actual es la expresión de la nada misma en su versión mediocre, soberbia y agresiva. No nos gusta vernos en semejante espejo. Vencieron los que fracasaron en la anterior, sin demasiada autocrítica, crece la pobreza, el desempleo y la deuda, la solución a semejante crisis no existe en ningún lado de la grieta. Se discute sobre quien administra la miseria, o sea apoderarse de lo único rentable que termina siendo gobernar. Fuertes votos para la anti política, el cuestionamiento sin salida es propio de la desesperanza. Todos saben que la opción no anida en esos rumbos, pero es como el insulto al referí que no cambia el resultado pero alivia la bronca. Macri formaba parte del triunfo con su fracaso al hombro, fiel testimonio de que nada nuevo asoma. En mi opinión Menem y Macri fueron lo mismo, los Kirchner nunca forjaron nada nuevo, y la política en nuestra sociedad transita por fuera de la reflexión. Los negociados de pocos solo parasitan las necesidades colectivas. Intentamos configurar un capitalismo sin burguesía industrial, un liberalismo de mercado que no existe en ninguna sociedad. Macri buscaba acuerdos de libre comercio, Francia aclaró que no permitirá el tratado con el Mercosur, nadie destruye un sector de su sociedad al servicio de unasupuesta ideología. El triunfo opositor es halagador, nos saca la bronca contra esa mala mezcla de sinsentidos con soberbia que nos gobierna. ¿Hay algo nuevo bajo el sol? Suponiendo el triunfo presidencial del Pro, con esta concepción ideológica muy lejos no vamos a llegar. En provincias como Entre Ríos el acuerdo incluyó peronistas y radicales siendo el Pro el minoritario. Para mi opinión no será fácil que los radicales acepten nuevamente ser conducidos y en ese conflicto abrigo una esperanza. Si el radicalismo vuelve a Gualeguaychú y se alía con el peronismo no kirchnerista volvemos al abrazo de Perón con Balbín, a una pasificación que impone la política sobre los negociados y los fanatismos. En aquel gobierno del acuerdo había una concepción patriótica, cuestionada por izquierda por la guerrilla y por derecha por el poder militar. La dictadura impuso la visión económica de Martínez de Hoz y Cavallo, la guerrilla invento unos supuestos “derechos humanos” que deformaron la realidad.
Inventaron una pretensiosa teoría a partir de la cual, como no podían existir dos demonios quedaban ellos instalados del lado del bien. Si logramos superar la economía de la dictadura y la deformación de los derechos humanos de la guerrilla, podríamos retornar a aquel acuerdo que fue el último intento de un destino común. El radicalismo podría convocar al peronismo no kirchnerista y forjar una nueva alianza que nos permita salir de los dos fracasos. El mal ha sido nuevamente derrotado, el bien, el proyecto por ahora no logra asomar. Hay una alegría por el presente y una duda por el futuro.
El modelo instalado es inviable, cada tanto alguno nos recuerda que si no debiéramos nada tampoco tendríamos futuro. La ausencia de moneda es un síntoma claro de enfermedad.
Ninguno de los gobernantes vigentes o anteriores esta capacitado para sacarnos de esa carencia de rumbo. La política como expresión trascendente de un mejor futuro está ausente en nuestra realidad. La grieta tan solo divide a quienes se enfrentan para disfrutar de los beneficios que aporta administrar la quiebra. Hasta ahora nade propone salir de ella. La política no puede ser conducida por los economistas. Primero definamos como nos insertamos en el mundo, que producimos, como damos trabajo, como generamos divisas. Ese rumbo debe surgir de una síntesis superadora de esta conjura de los necios. Los mercados y la libertad de comercio son importante, pero el ser humano es algo más. Cavallo nos hablaba del liberalismo como si olvidara que su gestión es gestora de la pobreza y miseria en la que habitamos. Ni la izquierda marxista ni los liberales sin patria, las grandes potencias se defienden con dureza cuando los mercados las lastiman. La patria es un templo del que necesitamos expulsar a los mercaderes. Y recuperar la política, que surjan estadistas, hombres que sueñen un futuro digno y colectivo. La política es responsable de devolvernos la esperanza. Nos sacamos la bronca contra la mediocridad con soberbia que nos gobierna. Pero no podemos seguir optando entre dos fracasos, el anterior y el actual. Y por ahora no se ve la luz de la salida del túnel. Salgamos de los odios, recuperemos la esperanza y gestemos la propuesta. Las condiciones están dadas, solo falta encarar el camino.
*Analista político. Dirigente peronista.