Hay un documental sobre Frank Zappa que tiene una escena –entre muchas otras memorables– en la que entrevistan a Terry Bozzio, un baterista excelente que tuvo Zappa. Bozzio dice que, para ver si lo reclutaba o no en su banda, Zappa le escribió un solo de batería dificilísimo y le pidió que lo tocara. Bozzio lo hizo a la perfección. Zappa exclamó: “Terry Bozzio, ¡sos un fucking genio!”.
Qué hermoso que es cuando alguien admira el trabajo de otro, cuando la admiración o la devoción te hacen olvidar tu ego, ¿no? Pensé que algún día iba a usar la expresiónde Zappa cuando algo megustara.
La ocasión llegó la semana pasada, en las vacaciones, leyendo un libro de Selva Almada que se llama El desapego es una manera de querernos. Un libro que se llevó para leer mi mujer y que terminé, fascinado, leyendo yo.
Ahí va: Selva Almada, ¡sos una fucking genia! El desapego es una manera de querernos es un libro que reúne cuentos cortos, mininovelitas que se publicaron dispersas antes de las novelas “grandes” de Selva.
La calidad de los relatos es extraordinaria. Cada personaje, cada olor, cada momento minúsculo es rescatado por Selva Almada para siempre. Si en William Faulkner un hombre relataba su novela mientras agonizaba, en Almada el hombre ya está muerto y dos trabajadores lo llevan en una camioneta para que lo reciba su familia.
Almada escribe sobre la gente de las provincias, sobre su infancia en Entre Ríos. El entrerrianismo, como el judaísmo, se trasmite por el vientre.
Mi mamá era entrerriana, así que yo también lo soy. Lamento siempre no haber grabado su voz para escucharla hoy de nuevo como si fuera un dolor fantasma. Mi tío Jito, las tardes en Urdinarrain, las mojarritas, las comadrejas, mi primo el Chilito, todos están vivos en los relatos de Selva Almada.