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El 'nopasanadismo' albertista

Cristina Kirchner, Alberto Fernández y Martín Guzmán.
Cristina Kirchner, Alberto Fernández y Martín Guzmán. | AFP

Tras los infiernos del dólar y del pico de la pandemia, acaso esta última semana haya sido la mejor para el Gobierno en términos de tranquilidad y optimismo políticos. Por eso llama aún más la atención que siga creciendo el oleaje de disputas dentro del oficialismo.

Tal vez por eso el jefe de Gabinete se animó a esparcir en público una idea que planteó en privado. “Si no encuentran ese carancheo permanente, pareciera que no tienen rating, zócalo o un titular. Buscan un negocio periodístico”, señaló Santiago Cafiero en la flamante señal de noticias IP respecto de las internas gubernamentales.

Esas palabras parecen un homenaje a su antecesor en el cargo, Marcos Peña (que de todopoderoso pasó al ostracismo). Hace apenas dos años, cuando empezaba a hundirse el proyecto macrista y arreciaban los conflictos en Cambiemos, Peña y su gente invariablemente ninguneaban los temas con la fórmula de “no pasa nada”. Ese “nopasanadismo” sonaba ridículo ante la evidencia de los hechos y de los dichos de otras voces oficiales.

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Es cierto que por la función que ocupan sonaría raro que un jefe de Gabinete admita, aun en off the record, que el Poder Ejecutivo donde ejerce “es un despelote”. Pero también se torna poco creíble que no se admitan cortocircuitos que dificultan la gestión.

Venimos contando aquí desde hace semanas los chispazos entre Miguel Pesce y Martín Guzmán por el manejo del dólar y de las reservas, que finalmente el Presidente zanjó al empoderar al ministro de Economía. También en el área energética, con marchas y contramarchas en torno a una compensación para YPF o sobre la intención de Guzmán de reducir los subsidios mediante el descongelamiento tarifario. Ambas medidas fueron frenadas por el cristinismo.

Sin freno las internas en el seno del Gobierno

Al revés que Cafiero, una integrante de La Cámpora (que además es una funcionaria pública influyente) admitió diferencias importantes en el Gobierno. “Fuera de un par de sectores, estamos muy preocupados por la parálisis en la gestión y la pésima comunicación de varias medidas, como el IFE, las ATP o la vacuna rusa”, dijo sin pelos en la lengua.

No fue ella sino otra fuente oficial la que destapó recelos varios por la famosa vacuna Sputnik V. Así fue como, desde el propio gobierno, surgieron trascendidos venenosos contra Cecilia Nicolini, la asesora presidencial que fue con Carla Vizzotti a Moscú. También la máxima tensión del ministro Ginés González García con su subalterna Vizzotti por ese viaje secreto.

De las usinas oficialistas además partieron los rumores del posible corrimiento del laboratorio que intermedia en la operación entre Rusia y Argentina, por eso la insistencia de que Alberto Fernández y Vladimir Putin dialogaron sobre un acuerdo de Estado a Estado. Por cuestiones logísticas, hace falta un laboratorio, y alguien le habría susurrado al Presidente un sustituto. Por las dudas, el laboratorio cuestionado (flojo de papeles) ya contaría con un lobby político-sanitarista nada desdeñable: el del ex ministro de Salud y actual gobernador de Tucumán, Juan Manzur.

La ministra de Justicia, Marcela Losardo, también debió salir a hacer lobby, pero a favor de Daniel Rafecas como procurador. De estrecho vínculo con Alberto F, Losardo lo hizo de manera curiosa: le pidió a todo el Senado que apruebe su pliego, tiro por elevación a Cristina Fernández de Kirchner, que ofrece resistencia porque, según ella, la oposición no lo votará, así que para qué perder tiempo en eso.

Por suerte, un intendente de peso del Conurbano intenta tranquilizar en torno a esta difícil relación entre el Presidente y su vice: “Estuvieron mal. Muy mal. Por suerte la carta de ella y las buenas noticias descomprimieron las cosas. Tienen su carácter, pero saben que no pueden romper porque sería el final”.

Menos mal que no pasa nada.