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Alberto y Mauricio: líderes sin liderazgo

Mauricio Macri y Alberto Fernández.
Mauricio Macri y Alberto Fernández. | Cedoc Perfil

Las situaciones extremas suelen desnudar a las personas. De qué están hechas. La política no escapa a esas cales y arenas en momentos de crisis. Sobre todo en la Argentina, lo que nos ocupa, con un sistema de gobierno institucionalmente personalista, de la presidencia a las intendencias pasando por las gobernaciones.

Si a ese marco estructural se le suma nuestra decadencia de las últimas tres décadas y la gravísima coyuntura socioeconómica y sanitaria, resultan algo más penosas todavía las apariciones mediáticas de esta semana de Alberto Fernández y Mauricio Macri.

Con responsabilidades distintas, uno por lo que hace y el otro por lo que hizo, sus dichos en estos tiempos tan difíciles expresan de qué madera parecen estar hechos como líderes.

Empecemos por quien tiene hoy mayor centralidad por ejercer la jefatura de Estado. Alberto F sumó una semana más de derrotero multiplicador de desconfianzas e incertidumbres, que no solo se reflejan en el valor del dólar y en la caída de las reservas.

Las indefiniciones en torno a las continuidades del IFE y de los ATP, los análisis para avanzar en el uso del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la Anses (con los fondos de quienes aportamos al sistema jubilatorio) y la profundización de la guerra Guzmán-Pesce son algunos de los exponentes de la quietud presidencial, como si aquí no pasara nada. Casi casi como el “nopasanadismo” marcopeñista.

El Gobierno luce corriendo de atrás a los problemas graves, en especial los económicos, con medidas que llegan tarde, mal, sin consenso y, peor aún, con escasa credibilidad.

En este contexto de crisis lucen algo penosas sus últimas apariciones mediáticas

Para agravar más las cosas, al Presidente no se le ocurrió mejor idea para supuestamente calmar las aguas que salir a clamar en público que no habrá devaluación (lo que vuelve a exponer su declinante imagen si no cumple) ni que las autoridades piensan en manotear los depósitos en dólares de los argentinos.

Que Alberto F le dé entidad a esa idea, aunque la descarte, ya no refiere a un problema grave de comunicación sino a un conflicto político de magnitud, que agita fantasmas en quienes recuerdan el corralito. Innecesario amén de inoportuno.

Tan innecesaria como inoportuna fue también la reaparición de Macri en los medios argentinos. Escasa autocrítica. Descalificación del oficialismo. Falso llamado a la unidad nacional mientras incendia al peronismo y al kirchnerismo. Pases de facturas hacia el interior de su fuerza. Poco creíble pose de que no busca ser candidato. Y proclama cuasi religiosa de que el futuro será mejor porque JxC volverá al poder en 2023.

Los pocos ultramacristas que quedan a su alrededor relatan su raid comunicacional como parte de una estrategia de reinstalación y de marcar la cancha como líder opositor, tanto hacia el FdT como a los suyos.

Sin embargo, muy cerca del ex presidente también admiten que su salida al redil buscaría generar una cortina de humo para disipar el impacto que podría tener un libro de inminente aparición. En él, un despechado Mariano Macri (el menor de los hermanos varones del clan) destapa durante largas horas de charlas grabadas ante un periodista intimidades familiares.

La prevención de los Macri no es sobre el morbo de lo que se puede ventilar sobre ellos: les preocupa lo que se haya dicho sobre negocios y movimientos patrimoniales, que incluyen los casos del Correo y de los parques eólicos, que ya están judicializados.

La familia está convencida de que esto no solo es el resultado de una suerte de extorsión de Mariano a la que no cedieron, sino que les preocupa la persecución política y mediática que puede generar.

Siempre resulta más aliviador ver la paja en el ojo ajeno. Les pasa a todos y a todas.