Algunos de los adolescentes que hoy se congregan en Facebook para ratearse constituirán una nueva generación de periodistas. En apenas cinco o seis años comenzarán a llegar a los medios.
Las rateadas son para esta generación un acontecimiento fundante porque nace en contra de la vieja cultura dominante en la escuela y la sociedad, y nace con un acto político no violento y hedónico. Desde luego, el sentido que las rateadas tendrán en la constitución de los rasgos de esta generación dependerá de cada uno de los jóvenes. Digo que es un acto político porque desafía a las autoridades colectivamente y tiende a devaluarlas; es hedónico porque a los estudiantes también los mueve el juego.
La vieja cultura es la cultura vertical que impregna a la escuela: contenidos casi siempre impartidos por una autoridad lejana, no participativa. La nueva cultura es la que se plasma en estos días en Facebook: auto organización, gestión de proyectos comunes. Una es vertical, la otra es horizontal, en red.
Un editorial de La Nación alude a la vieja cultura escolar: “Estas ‘rateadas’ han venido a desnudar las carencias pedagógicas y de contención (de) la escuela”. Alejandro Piscitelli es más drástico: las rateadas “ponen en cuestión el sinsentido de la escuela con una radicalidad pocas veces vista”.
Christian Schwartz, profesor de periodismo en la UCA, ve las rateadas como “otra demostración de que el secundario no tiene rumbo. Las autoridades y los profesores no saben qué hacer con él. Los alumnos ya demostraron que pueden evadirse y que no hay castigo”.
Ese vacío parece confirmado por el ministro de Educación, Alberto Sileoni: “El sistema educativo puede dar cuenta de los chicos cuando están dentro de la escuela pero no, por ejemplo, cuando están en una plaza. Eso (...) escapa a lo educativo”. Escapa a lo educativo, cree el ministro. Con todo, el portal Educ.ar, dependiente de su ministerio, tiene una actitud más constructiva. Propone a los docentes que ayuden a los chicos a “valorar la importancia de acudir a la escuela como responsabilidad y solidaridad con su comunidad, a conocer otros usos de las redes sociales que contribuyen a mejorar la sociedad y a construir una mirada crítica sobre los medios”. De acuerdo: muchos medios contaron las rateadas sólo como una curiosidad o una avivada, sin contexto ni análisis.
Dijimos que esta generación nace con un acto político. Las rateadas son una afirmación colectiva contra un orden establecido educativo y por eso también político, social y cultural. Así lo explica (precisamente en Facebook) Marcelo de la Torre, licenciado en Ciencias Políticas, profesor de la Universidad de Rosario: “Atisbo el brillo de una chispa de compromiso político: es un acontecimiento singular preñado de esperanza”. También apunta a los peligros; Facebook es una herramienta que se puede usar para bien y para mal: “A que adopte el camino de una fuerza creadora (...). No dejemos que se cristalice regresiva o violentamente. Lo que más me ocupa y preocupa es la descarga generacional sin adulto ni instituciones que escuchen atentos”. (Atento, profesor Sileoni.)
La generación de los rateros: quizás en pocos años esta frase no tendrá un contenido negativo. Esta generación va a estar en condiciones de usar las nuevas tecnologías para construir poder; y tal vez para participar y comprometerse. Construirá sus propios medios periodísticos desde estas experiencias e ingresará a los medios con la expectativa de poder aplicarlas. Este será su capital. Si me piden un consejo, les diré que tengan eso muy en cuenta y no se dejen oprimir y desviar por el statu quo o cualquiera de sus nombres: la tradición, el “vos no entendés”, y sobre todo el “esto no es periodismo” y “esto no es...” (llene usted el blanco). El periodismo sin redes sociales, apegado a la vieja cultura verticalista tiene poco tiempo por delante.
Posiblemente algunos de estos futuros periodistas elijan un periodismo que, desde los medios digitales, acompañe a la gente a realizar acciones concretas en el mundo real para mejorar sus vidas y su sociedad. Ojalá las rateadas sean un camino para eso. Los estudiantes chilenos están adelantados: en 2006 cientos de miles se movilizaron por Internet contra una ley de enseñanza. Y tuvieron éxito.
*Periodista. www.robertoguareschi.com