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CHILE

El riesgo de la polarización

Gabriel Boric
Gabriel Boric | cedoc

El triunfo del Partido Republicano en las elecciones de constituyentes despertó todo tipo de especulaciones y congojas por el avance de la derecha. Este partido obtuvo 23 escaños sobre un total de cincuenta que sumados a los once de la derecha moderada agrupados en Chile Seguro, tendrán el poder de definir la próxima Constitución de Chile para reemplazar la promulgada por las Cámaras de Senadores y Diputados durante la presidencia de Ricardo Lagos en 2005.

Las demostraciones durante 2019 conocidas como “estallido social” que provocaron treinta muertos, 2.500 querellas por violación de los derechos humanos y extensos daños materiales condujeron a la firma de un acuerdo titulado “Por la paz social y la Nueva Constitución” entre las fuerzas políticas tradicionales para convocar a una asamblea que redactara la Carta Magna el 15 de noviembre. Los partidos de izquierda al igual que el Republicano no participaron de estas negociaciones. Los primeros porque consideraban que traicionaba el sentido revolucionario del estallido social al no convocar a una Asamblea Constituyente verdadera que sepultara al neoliberalismo, y los segundos, porque no aceptaban un proceso forzado por la violencia. Boric fue sancionado por su agrupación por haber participado de las negociaciones. El plebiscito del 25 de octubre tuvo una participación del 51%; el apruebo obtuvo 78% y el rechazo 22%.

Las elecciones para elegir los miembros de la Convención Constituyente tuvieron lugar en mayo de 2021 con una participación del 44%. El centroderecha obtuvo el 21% y la centroizquierda el 14%. El 65% restante correspondió a la militancia de organizaciones e independientes comprometidos con el estallido social. La composición permitió la redacción de un texto refundador que fue rechazado en las elecciones del 4 de setiembre de 2022 por el 62% contra el 38% del apruebo. En esta oportunidad, hubo una participación del 85% sobre 15.173.929 registrados por aplicación del voto obligatorio. La campaña del rechazo estuvo liderada por la derecha y la centroderecha.

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El presidente Boric en su discurso, después de conocidos los resultados, reivindicó el estallido social y exhortó al Partido Republicano a no cometer los mismos errores de la convención anterior, integrada en la mayoría por miembros y partidarios identificados con su gobierno, que no tomaron en cuenta las opiniones del conjunto de la sociedad. El llamado al consenso estuvo mezclado con consejos sobre la necesidad de recoger las “reivindicaciones” sociales. El reconocimiento ahora de la labor sesgada de la convención se contradice con su empeño e inversión de recursos oficiales para lograr su ratificación.

El Partido Republicano obtuvo 3.468.258 votos y la derecha moderada de Chile Seguro (UDI, RN y Evópoli) 2.063.907 que hace un 56%. Los partidos de centro nucleados en Todo por Chile (DC, P. Radical y PPD), que se quedaron sin constituyentes, 877.207 que equivalen al 9%. Unidad por Chile de la coalición oficialista, 2.800.975 votos que significan el 29%. En la segunda vuelta de las elecciones presidenciales Boric recogió 4.621.231 y Antonio Kast 3.650.662 con una abstención del 44%. Estos datos indican que el PR obtuvo el mismo número de votos que Kast mientras la derecha moderada representada por Sichel, que cumpliera funciones en el gobierno de Sebastián Piñera, pasó de 898.635 en las presidenciales a 2.63.907 votos.

Estas elecciones confirmaron la desaparición de la centroizquierda.   El otrora Partido Socialista que propulsara a Michelle Bachelet como presidenta en dos períodos prefirió subsumirse en la coalición oficialista de Unidad para Chile en vez de acompañar a sus exsocios de la Concertación como hiciera Ricardo Lagos. Este proceso, similar al que se da con la socialdemocracia en Europa, expone las dificultades para ofrecer una alternativa empujándolo a opciones radicales olvidándose de sus principios democráticos que facilitaron la reconstrucción y crecimiento de Chile en los 30 años de democracia.

El presidente Boric apuntó a confrontar con Kast una estrategia que tuvo éxito en la campaña presidencial, pero que no necesariamente arroje los mismos resultados. Ahora tiene que gobernar, cumplir con sus promesas y garantizar la democracia y las instituciones que no respetó durante las protestas de 2019.

*Diplomático.